Fernando Clavijo, presidente de Canarias, y Pedro Sánchez, el pasado viernes, en la reunión celebrada en La Palma.

Fernando Clavijo, presidente de Canarias, y Pedro Sánchez, el pasado viernes, en la reunión celebrada en La Palma. Moncloa

Política CRISIS MIGRATORIA

Sánchez acepta incluir al Gobierno de Canarias en su gira africana para parar la emergencia migratoria

El presidente presionará a Mauritania, Gambia y Senegal para que acepten la devolución de migrantes, y firmará acuerdos de "migración circular". Moncloa se niega a poner nuevas medidas de control en alta mar.

27 agosto, 2024 02:38

Canarias siempre ha pedido al Gobierno de España estar en las negociaciones con los países de la fachada atlántica africana. "Si algo no va a cambiar, con crisis migratorias o sin ellas, es la geografía", explica un miembro del Ejecutivo insular a este diario. "Y queremos la mejor relación con nuestros vecinos".

Por vecindad, por seguridad, por solidaridad, y por atenuar emergencias como la actual.

Y Canarias por fin lo ha logrado. Fernando Clavijo arrancó a Pedro Sánchez el pasado viernes, en su primera reunión agendada en seis años, la confirmación de que en su gira por Mauritania, Gambia y Senegal, se sentará un representante del Ejecutivo insular en las reuniones. El elegido es el director general de Relaciones con África, Luis Padilla.

En esas citas, el presidente español firmará varios acuerdos sobre "migración circular". Aprovechando un programa piloto llevado a cabo en Senegal, al que fuentes de Moncloa atribuyen "un gran éxito", durante las últimas semanas se ha llegado al acuerdo con Mauritania y Gambia para comenzar en sus territorios planes similares.

Se trata de identificar las necesidades de mano de obra de empresas españolas, formar específicamente en esas habilidades y en origen a las personas dispuestas a migrar, y otorgarles un permiso de trabajo temporal para cada campaña, con el compromiso de regreso a su país de origen ante cada fin de contrato.

El modelo ya está en vigor en cinco países de Latinoamérica (ArgentinaColombia, Honduras, Ecuador y Uruguay) y con Marruecos. Pero la idea de Moncloa es exportarlo al África Occidental, principal emisora de migrantes en la actual crisis, que ya se prolonga por año y medio.

Las cifras actuales de la emergencia son alarmantes: un alza del 126% de llegadas de irregulares en lo que va de año. Las previsiones más pesimistas hablan de hasta 80.000 desembarcados en Canarias, a este ritmo, sólo en 2024.

Pero el plan es demasiado pequeño. El programa piloto llevado a cabo en Senegal, en 2023, formó únicamente a 141 personas. Y aunque se va a escalar, es una medida a muy largo plazo que en nada aporta a la actual emergencia. 

Es más, el total de migrantes circulares captados en los seis países citados más arriba llegó a poco más de 17.000 personas el año pasado. 

Además, la realidad es que esta experiencia piloto, bajo el nombre de Tierra firme, no ha sido iniciativa del Gobierno de España, sino del canario. A ella se refería la consejera Candelaria Delgado en su reciente entrevista con EL ESPAÑOL.

Polémica política

Pero, ¿por qué la crisis se ha convertido ahora en una polémica política?

Para empezar, porque la pasada legislatura autonómica, en Canarias gobernaba un socialista, Ángel Víctor Torres, y en Moncloa también. Ahora, Sánchez ha rescatado a Torres como ministro de apolítica Territorial, y como principal interlocutor del Gobierno en temas migratorios.

Lo es, por ejemplo, para su sucesor (y antecesor) en Canarias, el citado Clavijo. Y la relación entre ambos es puramente profesional.

Por eso, las reivindicaciones antes no llegaban, como ahora, a los medios. No hacía falta, por el entendimiento entre dos líderes socialistas, y porque el Ejecutivo canario no levantaba la voz ante los avatares del de Sánchez con el régimen de Mohamed VI.

Tampoco llamaba la atención cuando se traducían en incidentes en alta mar las fricciones del Gobierno de Mauritania a propósito del acuerdo para patrullas conjuntas y devoluciones, en vigor desde 2007.

Aquel año, el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero sí reaccionó a la llamada crisis de los cayucos del ejercicio anterior, inventando un modelo de colaboración y cooperación en el terreno con los países de origen y tránsito que frenó las travesías. Tan exitoso fue el acuerdo con Mauritania que sirvió de modelo para otros de España y la política migratoria de la Comisión Europea, en sus pactos con Turquía, Libia, Túnez y otros puntos de tráfico de personas.

Sin embargo, el ejemplo marroquí, según las fuentes en el terreno, ha inspirado a Nuakchot que, desde hace tiempo, incumple los acuerdos de devolución, y no acepta migrantes salidos de sus costas que no sean nacionales... teniendo en cuenta que alrededor del 50% de los llegados a Canarias salen de sus puertos y la inmensa mayoría no son mauritanos, al final, los traslados para evitar el colapso en las islas son... a la Península.

Con lo cual, las mafias logran su objetivo. Y el ciclo vuelve a empezar.

Incentivos y programas

Es cierto, confirman fuentes gubernamentales y de cooperación, que las guerras que circundan la región, la presión yihadista en el Sahel, el abandono de Francia -que fue sustituida por mercenarios rusos-, y los golpes de Estado continuos en la vecindad han impulsado a los traficantes de seres humanos.

Y mientras España no se refuerza con más patrulleras o niega el envío de la Armada para disuadir a los traficantes, Mauritania, Senegal y Gambia ven el incentivo para reclamar más ayuda al único país europeo que, en los últimos años, ha tenido "una agenda positiva" con ellos.

"Están sometidos a una presión insoportable" estos países, según fuentes de Moncloa. Y es cierto. Porque los datos son incontrastables, pero oscilan entre los 100.000 y los 350.000 los migrantes a pie de playa que esperan su turno en la fachada atlántica africana.

Por eso, programas como el de Senegal, exportados ahora a sus vecinos con la gira de Sánchez, son una gota en el océano de la inmigración ilegal. Moncloa admite que deben combinarse con más cooperación al desarrollo, más ayudas a la institucionalización, más programas de derechos humanos... y otros, como el que lleva Hispasat, también en el avión de Sánchez.

A la gira acudirá la ministra de Inclusión, Elma Saiz, el último día se incorporará el de Economía, Carlos Cuerpo, pero en ella estará también Pedro Duque, presidente de Hispasat. La empresa española firmará un memorando de entendimiento para mejorar la digitalización en Senegal, con un programa de conectividad rural que generará por sí mismo empleos a corto plazo y oportunidades a largo.

El Gobierno de España trata de fortalecer su posición como interlocutor de la región en la Unión Europea. Cuenta con la ventaja de no tener un pasado colonial en estos países que la estigmaticen, y con un trabajo de años. Pero en Moncloa son conscientes de que Sánchez deberá apretar las tuercas a sus interlocutores en el asunto de las devoluciones: no están cumpliendo con los acuerdos firmados en el pasado, y España no ha logrado imponerse hasta ahora.

El pasado febrero, Sánchez viajó a Mauritania con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, por ejemplo. Y la presión en la OTAN ya ha logrado que la Alianza cree una nueva oficina estable para los desafíos de su flanco sur. 

Con todo, nadie debe esperar que se frene la oleada migratoria con estas acciones. A pesar del foco que se le da al viaje del presidente, las medidas y acuerdos que se implementarán no pueden (ni pretenden) eso. Menos aún si el largo plazo no se acompaña de medidas a corto, como el refuerzo de la Armada en alta mar (que sí ordenó Defensa en los años en que no había polémica política).