Pedro Sánchez, durante uno de sus discursos del 40º congreso del PSOE, en octubre de 2021, en Valencia.

Pedro Sánchez, durante uno de sus discursos del 40º congreso del PSOE, en octubre de 2021, en Valencia. E.E.

Política PSOE

Sánchez sorprende a los críticos adelantando el congreso del PSOE antes de que se debilite su poder

Javier Lambán, último bastión de los barones díscolos, reconoce que sus diputados votarán el cupo porque "su lealtad es con Sánchez, no con Aragón"

31 agosto, 2024 02:33

Lo cierto es que ha sorprendido a los críticos y también a los favorables. Todos se enteraron por la prensa del adelanto del congreso. Es conforme a estatutos, así que ordinario. Pero no sólo antes de lo previsto, sino antes también de que la inestabilidad se torne en mayor debilidad política.

A los partidarios del líder, en realidad, en nada les afectará que Pedro Sánchez haya anticipado un año el congreso del PSOE. Es a los barones díscolos a los que enfila este cónclave: porque el poder lo tiene, pero no lo ejerce, así la única manera de afianzarse para el presidente es laminar las opiniones que van en contra de su apuesta para afianzarlo: el concierto catalán.

En esa clave interpretan fuentes del Partido Socialista el hecho de que se vaya a renovar la dirección, sólo un año después de renovar en la Moncloa: del noviembre de la amnistía al noviembre del concierto.

Todo gira en torno a Cataluña: en versión oficial, porque el presidente está arreglando "de manera audaz" el desaguisado que heredó del PP; en versión disidente, porque "aunque se cargue los principios del partido, todo le vale por mantener el poder".

Siete principios nuevos

Lo primero es lo que opinan, claro, los favorables, tras leer en la prensa que no habrán pasado más que tres años desde el congreso triunfal de Valencia hasta el de la supervivencia. Será en noviembre y, supuestamente, en Sevilla, siempre según rezaba la filtración a los medios con mejor acceso a la información de Moncloa.

Hace tres años, Sánchez ya había indultado a los condenados por el procés. Pero aún defendió siete principios, en lo tocante al desafío separatista catalán.

Uno, la "censura del nacionalismo". Dos, el "plurilingüismo" en las escuelas de las regiones bilingües. Tres, la fijación de un "mapa de competencias" autonómicas. Cuatro, una "nueva financiación autonómica con reglas clarificadoras". Cinco, la "equidad y el multilateralismo solidario" para (seis) la "convergencia territorial". Y siete, y la "lealtad institucional con todo aquello que nos une".

Ahora, defenderá otros. Los del acuerdo que llevó a Salvador Illa a la Generalitat, entregándole al independentismo (casi) todo lo que entonces se rechazaba.

Aragón, último bastión

Por eso, algunos de los más críticos con el actual PSOE -del barón Emiliano García-Page al mito Felipe González- dicen que es Sánchez el que ha cambiado, no ellos. Y que su opinión sigue coincidiendo con "lo aprobado en los congresos del PSOE".

Si éste de noviembre va a ser como todos los que celebra un partido de Gobierno -es decir, tranquilo para el líder-, significará que al manchego y al expresidente ese argumento se les caerá.

Y no sólo a ellos.

Este jueves, ya de noche, la Ejecutiva del PSOE aragonés emitió un comunicado frontalmente opuesto al acuerdo que le ha dado a Illa el Govern. Se había votado un rechazo "unánime" al documento pactado entre ERC y el PSC, tras un largo debate en el que se analizó la estrategia política para el nuevo curso.

Darío Villagrasa, secretario de Organización del PSOE aragonés, manifestó al término del encuentro que su partido siempre ha defendido el modelo de "coste real" de los servicios públicos para el reparto de la caja del régimen común, "sin privilegios de ningún tipo" entre autonomías.

O lo que es lo mismo, que la Ejecutiva de Javier Lambán se mantenía fiel a los principios de la ponencia aprobada en 2021 por el PSOE en Valencia. Aunque sepa, a ciencia cierta, que están tan en minoría que los diputados elegidos por la región en las papeletas del partido "no tienen su lealtad en Aragón, sino en Madrid".

Porque, y eso dice Lambán, en conversación con este diario -antes de conocer lo de la convocatoria adelantada del congreso federal del PSOE-, las listas las impuso Ferraz, "borrando las que habían salido de aquí con un 90% de apoyo de la militancia". 

Todo el debate en España se centra en que la salida de Cataluña del régimen común es injusta para el resto de Comunidades Autónomas. Y en el PSOE, en realidad, también se discute sobre eso. De ahí que María Jesús Montero, ministra de Hacienda, dijera "no es un concierto", y que Josep Borrell, exministro con Sánchez y antes secretario de Estado de Hacienda con Felipe, replicara "yo no quiero quedar de mentiroso, sí lo es".

Si Cataluña va a recaudar y gestionar todos sus tributos, como defiende el PSOE de ahora -y aunque al final haya una "contribución de solidaridad"-, lo evidente es que el Govern tendrá más dinero que hasta ahora. Y eso, por fuerza, se traduce en que habrá menos a repartir para los demás.

Sobre todo, porque de las 17 Comunidades y dos Ciudades Autónomas, sólo tres son contribuyentes netas: Madrid, Baleares... y Cataluña.

Pero el fondo del asunto, como se entiende en esa nota de la dirección socialista aragonesa, es lo que Lamban lleva defendiendo desde que se opone a Sánchez: que España no puede "descansar su gobernabilidad en los partidos que quieren destruirla". Y que "lo más indignante sería que fuera el PSOE el partido que liderara la quiebra de la desigualdad" entre españoles.

Lo que pasa es que a Lamban, como a Page, nadie en la Ejecutiva Federal lo escucha. El partido solo guarda una pequeña cuota de poder territorial en regiones no impregnadas de nacionalismo. En Castilla-La Mancha y también en Asturias. Y Adrián Barbón hace equilibrios entre su sanchismo de cuna y el rechazo a que ese acuerdo "perjudique" a su tierra.

Tres congresos

Así que toda la maquinaria del PSOE actual depende de que Sánchez resista en Moncloa.

El acuerdo PSC-ERC no incluye sólo el cupo para Cataluña. También consagra el fin de los derechos de los castellanohablantes en la escuela. Y la creación de una "Convención Nacional para la Resolución del Conflicto Político entre Cataluña y España".

Están también esos agravios a lo defendido en el congreso de Valencia. Pero la clave del "fin del modelo constitucional" es esa suerte de "soberanía fiscal" catalana. Porque sí, "es un concierto, como dice Borrell", lamenta Lamban. Y eso no está reconocido en la Carta Magna más que para País Vasco y Navarra.

Por eso, el entorno del presidente ha parado el reloj, antes de que los otros dos congresos ya convocados en octubre y noviembre -por Junts y Esquerra, de los que depende la estabilidad parlamentaria- debiliten más su posición.

Los de Carles Puigdemont anunciaron que revisarán "su relación con el PSOE" en el cónclave del 27 de octubre, aniversario de la declaración ilegal de independencia. Y ahora se encontrarán con que Sánchez estará todavía preparando un viraje ideológico, supuestamente favorable a sus tesis. Pero sin culminar.

Y los republicanos, necesitados de la estabilidad del presidente en Madrid y del president en Barcelona, llegarán a su refundación no sólo divididos, como están. Sino también debilitados por la pinza de Junts, en lo soberanista, y del PSOE, en lo progresista.

Y si los Presupuestos Generales peligraban por esos procesos institucionales en las formaciones que hace siete años lideraron el golpe del procés, la mejor manera de conjurarlo es poner al PSOE en fila: todos juntos, y Sánchez el primero, por la senda de la "España plurinacional en una Europa federal".