Tomás Serrano

Tomás Serrano

Política

Cuando desperté del sueño, Sánchez, Begoña y Puigdemont seguían ahí... pero de otra forma

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Cuando llegué al periódico ayer por la mañana, la tarjeta no funcionaba. No podía entrar. El vigilante de seguridad ni recordaba que trabajaba aquí. Le expliqué lo de mi baja por paternidad, que en un cóctel aderezado con vacaciones de verano me llevó lejos de la redacción hace ya cuatro meses.

No quedaba ni rastro del lugar que yo conocía, la típica oficina del Madrid de la M-30. La recepción lucía como tamizada por First Dates, con ese bambú que para todo sirve y esa madera clarita que queda bien en cualquier parte. Nuestra parroquia asemejaba un hotel de esos donde la gente se esconde, con pantallas digitales, luces led y cosas así. Somos un periódico reformista. ¡Vaya obra!

–Chaval, ¿tú seguro que trabajas aquí?

–Coño, Ángel, que llegué siendo un niño.

–¡Pero si tienes barba! “Daniel”… ¿qué más?

–Ramírez.

–Imposible, déjame que mire la lista, pero ahí en la séptima… Ramírez sólo hay uno. 

–¡No me jodas! ¿Han apiolao al director?

No había manera de que encontraran la tarjetita. Ángel me pidió tiempo como lo piden los novios que dudan. "Ángel, amor, dame la tarjeta que llego tarde". Tuve que irme a la cafetería de al lado a esperar a que la encontraran.

Me puse a leer periódicos. Leí que el 17 de julio –justo un mes después de que cerrara los ojos y entrara en el coma más placentero de mi vida–, el presidente del Gobierno presentó su “plan de regeneración democrática”. Tenía su lógica. Justo con la efeméride del levantamiento de África en el 36. Pero era una sublevación a la inversa: medidas para vigilar a los medios porque yo no lo sabía, pero nos habíamos convertido todos en fascistas.

De El País al otro lado del río, todos fascistas. Esto –me decía un compañero que bajó a por el café– es importante que me lo aprenda porque explica en gran medida todo lo que ha sucedido y lo que va a suceder.

Sonó el teléfono. Era Ángel, el conserje. Tenía mi tarjeta. Entré al periódico por la sombra, pero me pidió que volviera a hacerlo por el otro lado, “cara al sol”. 

Subí a la séptima y presenté mis respetos al consejo nacional de procuradores. “Por el imperio hacia Dios”, repetí. Se ha muerto Vázquez de Sola, el gran caricaturista de la oposición al régimen. Lo entrevistamos en Granada hace no tanto. Se exilió andando a París. Preguntó: "¿Cuál es vuestra línea?". El centro liberal. "Vamos, unos fachas de cojones", dijo.

Yo ya sabía que, en España, todos los que se dicen “de centro” son un poco de derechas, pero de ahí a que nos hubiéramos convertido en el Arriba… Como soy navarrico, pedí que me dejaran llevar la boina roja, que lo de la camisa azul a secas da un poco de miedo. Lo nuestro es la catequesis, y no la milicia. 

Me senté en una sala oscura, con la luz del teléfono móvil cual candil, y empecé a leer el periódico día por día, desde el 17 de junio hasta el 14 de octubre. Las conclusiones no las habría creído nunca: Puigdemont, que estaba fugado, regresó y se volvió a fugar. Bildu, que todavía condena a medias lo de ETA, se apuntó el tanto de haber reformado ¡la ley de seguridad! A cambio de su apoyo, Sánchez les ha concedido una reforma que reducirá el tiempo en prisión de los terroristas. Lo de Begoña, que parecía un poco cogido con pinzas, ya es un escándalo en toda regla.

¡Somos portada en The Economist! Sánchez se aferra al poder "a costa de la democracia española". Tiene que estar encantado el profesor Rodríguez Braun, que es el único en España que lo lee de verdad.

Y lo mejor de todo: Koldo, mi Koldo, de Baracaldo pero crecido en Pamplona, ya no es un aizkolari folclórico. Es el gigante que, hachazo tras hachazo, montó una trama de corrupción en el corazón del Gobierno. El jefe –¡no se confundan!– es Aldama, y no Ábalos. Si Koldo fue el portero de Ábalos, Ábalos fue el portero de Aldama. También aparece un tal Claudio Rivas, que a su vez mandaba sobre Aldama en una trama paralela para evadir millones de euros en el IVA de los hidrocarburos.

Tengo suerte porque estas cosas de Aldama, que son las más complejas, las está publicando mi periódico. Entonces, los investigadores, los sabuesos, andaban a un par de metros, parapetados en sus pantallas llenas de mapas, pósits con nombres extraños y el nombre del confidente a buen recaudo. “¡Cabrones, quién es!”. Me explicaron todo con calma… salvo lo del confidente. 

Lo llaman "el confidente" y es un tipo que puede probar las cosas que le decía Aldama de sus manejos. Yo me he enamorado de este hombre, de Aldama, que es de provincias, como nosotros, y con un poco de jeta se hizo con el gobierno. Somos ya, de hecho, “Aldama y el vagabundo”. Y, como en la escena mítica de la película, comemos juntos el espagueti hasta juntar nuestras bocas. Aldama, no me conoces, pero leyendo este periódico es como si fuéramos amantes. No hace falta que me pagues para que te acompañe, con que te suscribas me vale. Siempre tuya, Jéssica.

Ay Koldo, querido Koldo, te mentaban, ¡lo leo en los periódicos!, como un mero correveidile. Te veían como te veíamos nosotros, persiguiéndonos por El Sadar aquel día del ascenso de Osasuna, apoyado en la puerta del Rosales por si algún puterillo se desmadraba. Y qué va, eras mucho más. Lo eras todo. El eslabón clave de una trama maravillosa, que se infiltró no sólo en el Gobierno, ¡también en la Guardia Civil! Te trajo a Madrid Santos Cerdán, otro navarrico, que en casa llamábamos “Santi”. ¡Si es que lo escribió Shakespeare! “Navarra será un día el asombro del mundo”.

Qué a gustico este despertar. Estamos solo los de casa.

Para recorrer esta autopista corrupta de ocho carriles, para dibujar ese precipicio del que anda colgado Sánchez, quiero dejar antes escrita mi apuesta. Pedro Sánchez, como dice fuera de micro uno de los rivales que sucumbieron ante él, morirá en la cama. Nosotros, como Umbral, escribiremos a su caída: “Lo hemos matado de muerte natural”.

Con Delcy y las maletas del oro de Moscú, con el rescate de Air Europa, atiborrados de hidrocarburos. Llegaremos al final de la legislatura. Ha sido muy duro este despertar. Jamás creí que Sánchez duraría más que Nadal. Jamás creí que Sánchez duraría más que La Oreja de Van Gogh.

Junio

Me fui con el PP y el PSOE explorando la posibilidad de un pacto en distintos ámbitos. ¡Se lo juro! La ventaja de estar en coma es que, al regreso, los que han perdido la perspectiva no somos nosotros. Son ustedes, que han leído periódicos todos los días y se han acostumbrado al escándalo. 

Era el décimo aniversario de la proclamación de Felipe VI. Lo celebramos con los socios que sostienen al Gobierno de España… deseando la caída de la monarquía. España, desde Sánchez, es un juego de contrastes, como Borg contra McEnroe. Vino a Madrid por esos días de junio el McEnroe de la política latina, Javier Milei. Lo recibimos llamándole drogadicto con antelación. Lo hizo Óscar Puente, más conocido como Jimmy Dinamita. Milei respondió en un escenario, con el público entregado de los voxeros, y Ayuso orgásmica al otro lado de la pantalla: Sánchez y su mujer son unos corruptos.

Por aquellos días, para iniciar el verano, en vez de posado de Obregón tuvimos posado de Ábalos. Supimos que le dijo a Sánchez cuando le cortó la cabeza: “La gente interpretará que tengo un lado oscuro, dame un motivo. ¿Por qué me has cesado?”. No hubo respuesta. La habría mucho después.

Discurro con estos periódicos de hoy: si lo cesó por corrupto, Sánchez sabía y calló. Si lo cesó por tener amantes y trasnochar, ¡vaya izquierda progresista se nos ha quedado! 

Julio

Tuvo que ser una putada trabajar el verano en el periódico. Había que responder a preguntas tan sesudas como esta: “¿Es amnistiable la malversación?”. El Supremo acabó diciendo que no. Ya no había amnistía posible a Puigdemont. Se la firmaron, se la dieron a cambio de votos, pero ya no dependía de Sánchez entregársela. Ahí, en pleno verano, se iba al garete la mayoría parlamentaria.

Tuvo baraka Sánchez, como aquel general bajito, y fueron ocurriendo cosas que le alegraron los periódicos: Biden renunció medio senil, Vox se salió de los gobiernos autonómicos haciéndole ese espantapájaros tan goloso de la extrema derecha, España ganó la Eurocopa y Alcaraz ganó Wimbledon. 

Por todo eso, supongo, pasaron algo desapercibidas las primeras informaciones serias sobre el caso Begoña: Barrabés estuvo ocho veces en Moncloa, dos con el presidente. ¡A quién queréis salvar, lectores de El Español! ¡A Begoña Gómez o a Barrabés!

De repente, a finales de julio, cuando unos se iban de vacaciones y otros volvían, ocurrió lo que Bernard Henri-Lévy llama en su último libro, “un acontecimiento”. Algo que nadie espera, que todos deberíamos haber visto y que tiene unas consecuencias huracanadas en el futuro más próximo. El cupo catalán.

Leo que había quien decía: Sánchez lo dará todo, hasta a su madre. Pero muchos, en el fondo, decían, “a eso no se atreverá”. Se atrevió. ¡A desmontar el régimen común! Por escrito, con Esquerra Republicana, a cambio de que invistieran a Salvador Illa presidente de Cataluña. Con Sánchez treinta años antes, se seguirían vendiendo enciclopedias. Si Sánchez ficha por los testigos de Jehová, habrá que quitar los telefonillos de todo el país.

Con la perspectiva que da el coma, obtengo esta conclusión: 580 militantes de Esquerra Republicana deciden sobre el devenir de todo el país. España es desde hace una década el mejor homenaje al Rastro. Una subasta, un mercadillo, una transacción. España es una continua reforma transaccional.

Sánchez se querelló contra Peinado. Porque Peinado, por si no lo sabían, es el hijo secreto de Franco. Los ministros comenzaron a aburrir el verano con un mantra: “No hay caso. El juez Peinado pedalea en la nada”. Igual que nosotros ahora, en esta columna, en eso que Ruano llamaba “el vuelo sin motor”. Tengo miedo de que Sánchez caiga como Hemingway tenía miedo al folio en blanco. ¿Y si cae? ¿Qué hacemos? Nosotros caeremos con él. Me niego a que hayamos entrado en el tardosanchismo.

Agosto

Menudo agosto. El 8 del 8 –número de Hitler– regresó Puigdemont tras 2.475 días de fuga. Vino a Barcelona, dio un mitin y se volvió a ir. Que si un maletero, que si una operación jaula fracasada, que si los Mossos tal, que si la Policía cual, que si es un genio del escapismo, que si lo ayudó una tenista paralímpica. A Puigdemont no se le detuvo porque no se quiso. Si no, las fuerzas de seguridad del Estado serían las peores de Europa. Veo fotos por ahí en las que aparece paseando por Barcelona sin demasiada prisa.

La inmigración se desbordaba en Canarias. Se batían todos los récords. España es una maravilla. Fíjense en la secuencia: Vox rompió los gobiernos autonómicos porque el PP había pactado con el PSOE para responder al reto de la inmigración. Todavía hoy no se ha resuelto y PP-PSOE andan a leches sin solucionarlo. Viva España. Perdón, “Arriba España”, que esto es un periódico fascista.

Óscar Puente, Jimmy Dinamita, hacía el agosto destituyendo a todo el que pillaba en su ministerio, que era el de Ábalos, con supuestos vínculos con la trama. Y Ábalos, ¡dame la manita Pepe Luis!, paseaba por los medios amenazando con romper el pacto de caballeros

Esto tiene mucha miga: Ábalos, que se definió en el programa de Alsina como “papá”, tiene un partido propio. Está en el grupo mixto, pero encarna el partido abalista y su voto puede tumbar presupuestos en esta España que es una maravilla. Ya no es la España Vacía, es la España de Aldama la que gobierna.

Septiembre

No eché el periódico de menos en septiembre. Verano muerto, como en la melodía de Los Piratas, veía las chicas pasar. “Será como aquella canción de los años ochenta”… Y lo es. La corrupción de hoy es como la de los ochenta. Con sus putas, sus rayas y sus reservados. No hay foto en calzoncillos, pero la habrá. Y al tiempo. Me veo dentro de cuarenta años como hace un par con Luis Roldán; en una cafetería con Koldo, Aldama y José Luis: "¿Y todo esto para qué? Mira Sánchez, da conferencias en Colombia".

Sánchez había perdido para entonces varias votaciones en el Parlamento. Se las tumbaba Junts, por haber fracasado la amnistía a Puigdemont y por haber pactado la investidura de Illa con Esquerra. A Sánchez le da igual porque se le escapó en un discurso –no fue un lapsus, lo dejó por escrito– que no descarta gobernar sin el concurso del Parlamento.

Hubo escándalo un par de días, pero luego fuese y no hubo nada. Se le podía haber multado, al menos, en virtud de la ley de memoria democrática. Porque el mismísimo Azaña dijo que el centro de gravedad de la política es el Parlamento y que cualquier combinación fuera de él conduce al abismo. El abismo está en Suiza. Díganselo a Santos Cerdán, que negocia fuera del Parlamento con su maleta de Willy Fog. 

Me indigna eso que escriben tantos columnistas: “Sánchez no tienen sentimientos”. ¡Pero si todo esto lo ha montado porque sabía que iban a imputar a su mujer! ¡Pero si miró a Xi Jinping en China como sólo miran los hombres enamorados! Reconozco esa mirada. La pusimos varios de los que escribimos aquí cuando vimos a Nadal en el evento de hace unos años. Joder, hasta esa izquierda ha sucumbido a la izquierda de Sánchez. 

Este septiembre ha sido el de Begoña Gómez. Antes de mi coma, del ejercicio de mis derechos laborales, creí que aquello no tendría recorrido. Es un caso de tráfico de influencias de libro. Pero en un sentido semántico. Es decir: los tráficos de influencias resultan imposibles de probar en un juzgado. Nadie es tan idiota para dejar por escrito “oye, le doy esto a tu mujer a cambio de que tú me des esto a mí”. 

España es un tráfico de influencias continuo. Ocurre en todas las empresas. Desde la más grande hasta la más pequeña. La cadena de favores. Lo que pasa es que se convierte en reprobable cuando sucede en la Administración Pública. ¿Alguien en este país cree que a Begoña Gómez, sin titulación universitaria y sin experiencia docente, habría obtenido la dirección de dos másteres en la Complutense sin ser la mujer del presidente? ¿Alguien en este país duda de que a Barrabés le ha ayudado empresarialmente su relación con Begoña Gómez? ¡A quién queréis salvar! ¡A Begoña Gómez o a Barrabés!

Octubre

Pues ya está. Debería ser suficiente para enrojecer, para pedir perdón, yo que sé, para amagar una dimisión. Pero Sánchez no enrojece ni con la camiseta de Osasuna puesta. Presunta apropiación indebida de un software y hasta un texto de la Audiencia de Madrid –suscrito por tres jueces– diciendo que Peinado tiene razones más que suficientes para investigar. 

Salió a rueda de prensa la ministra portavoz y nos mintió a la cara. Les mintió a ustedes, que yo estaba durmiendo. Debió de ser verdaderamente grotesco porque hasta El País hizo una crónica detallando todas y cada una de sus mentiras. ¡Compañeros de El País, bienvenidos a la fachosfera! ¡Todos somos cantantes de buleros! Bailemos juntos, cogidos por la cintura, esta melodía que suena como Sorozábal, a danza vasca, nacida al lado de un tronco al que se sube un hombre con un hacha.

Cayó Alvise, menudo fenómeno, por financiación irregular. Siempre se puede tener más jeta. Dijo que evadió el dinero a Hacienda porque en Hacienda son unos ladrones. Pero eso le vino mejor a Feijóo y a Abascal que a Sánchez, porque a Sánchez todo lo que sea extrema derecha le recupera un poco.

No entiendo lo de Tudanca. Era un fiel escudero de Sánchez, lo llevó bajo palio. Ahora es un “crítico”. Le han suspendido las primarias al barón castellanoleonés. Las adelantó por miedo a que le dieran un golpe. Ya se lo han dado. Una oración por Tudanca. Los críticos, sin nada que perder, se animan y por enésima vez prometen dar la batalla en el Congreso Federal. Se van cayendo los pétalos de la rosa y sólo nos queda el tallo. Pedro, que fundó esa iglesia. 

Se han cumplido cincuenta años de Suresnes y ni lo han celebrado. Tan nerviosos les pone Sánchez que Felipe y Alfonso han vuelto a hacerse amigos. Le dijeron a Susanna Griso que, de no ser ellos los padres de la criatura, también estarían decapitados.

Termino en el presente, en esta habitación oscura que poco a poco se va llenando de luz. Al lado de los sabuesos, espiando lo que van a publicar esta mañana, que ya ven que es mucho. Aldama y la bestia. Una y otra vez. Todas las autopistas conducen a él. La oposición quiere que el camino llegue a Roma. ¿Para qué? ¡Si ya estamos en Roma! La del fascio.

Leo por ahí que Giorgio Armani fue feliz en su infancia mussoliniana. Había excursiones y espectáculos teatrales gratis. Como ahora en el Congreso. A mí me pasará lo mismo. Estoy siendo muy feliz en este despertar al sanchismo. Dentro de un tiempo, pensaré que fue una calamidad, que el país se desmembró, que la gente se odió, que se mintió hasta la saciedad, que la oposición no estuvo a la altura, que tantas cosas. Pero estoy siendo feliz y no lo podré negar.

He despertado y el dinosaurio, como en el cuento de Monterroso, sigue aquí. El día que Sánchez caiga bajaré a la recepción y le entregaré a Ángel mi tarjeta.