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. TOMÁS SERRANO

Política

Pedro Sánchez ya lleva más tiempo en Moncloa que Rajoy: 2.355 días subido a una montaña rusa política

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Pedro Sánchez cumplirá este martes 2.355 días como presidente del Gobierno. Superará ya a Mariano Rajoy en tiempo de permanencia en el cargo, aunque todavía seguirá lejos de José Luis Rodríguez Zapatero (2.804 días), de José María Aznar (2.904 días) y, por supuesto, de Felipe González que llegó a los 4.903.

Si Sánchez agotara la actual legislatura hasta el límite legal, es decir, hasta junio de 2027, como anuncia cada día, sobrepasaría los 3.000 días y superaría a Zapatero y Aznar en tiempo de permanencia en el cargo.

Adolfo Suárez fue presidente desde antes de la Constitución y no es fácil contabilizarlo y Leopoldo Calvo Sotelo fue una elección transitoria y muy temporal de pocos meses, sin ser nunca candidato. Por tanto, quedan fuera de esta lista.

En 2.355 días en la Moncloa, Sánchez ha mostrado su capacidad para adaptarse a las circunstancias, para ajustar su paso a acontecimientos imprevistos y para ceder sin inmutarse para pactar, aunque sea a costa de rectificar lo que poco antes califica con énfasis como línea roja que nunca sobrepasará.

Para un miembro de su equipo, “es el que mejor sabe leer la realidad y tiene la intuición para actuar con valentía y sin prejuicios para afrontar los problemas”.

Para los detractores se resume en hechos como mantener como último mensaje de campaña en 2019, estando ya en la Moncloa, que traería a España a Carles Puigdemont para ser juzgado y posteriormente pactar con el expresident de la Generalitat su amnistía para asegurarse la investidura.

Es decir, ser lo suficientemente flexible como para acomodarse a todas las curvas y sobrevivir en un momento en el que ya no hay mayorías absolutas y es necesario pactar permanentemente con diferentes partidos que a veces tienen posiciones distintas entre sí. "Manual de resistencia" lo llamó el propio Sánchez con acierto en su autobiografía redactada por Irene Lozano.

O "hacer de la necesidad virtud", según la expresión que usó para justificar la ley de amnistía. Sus límites duran lo que dura su necesidad.

Ha vivido desde la Moncloa sobre el alambre, en una montaña rusa de acontecimientos. Ha tenido que enfrentarse a una pandemia mundial que provocó miles de muertos y paró el país; ha afrontado la erupción de un volcán que asoló parte de la isla de la Palma; ha vivido la guerra de Ucrania y sus graves efectos sobre la economía y el mercado de la energía; ha gestionado consecuencias del conflicto de Oriente Medio que ha conmovido al mundo; ha visto fenómenos inéditos como el de la colosal nevada de Filomena en Madrid y ahora hace frente a la mayor catástrofe natural del siglo, la de la DANA que ha anegado el levante español.

Todo ello ha ocurrido desde el 2 de junio de 2018, en una sucesión de acontecimientos que ya serían demasiados para una temporada de una serie de televisión, de las consideradas de acción vertiginosa.

Al menos puede decir que ha sido el único presidente del Gobierno de la democracia que no ha tenido que hacer frente al terrorismo, del origen o signo que sea. Sí ha vivido dos guerras en el mundo y es el que más armamento y material ha enviado a un contendiente (Ucrania) en un conflicto armado.

Sánchez es claramente distinguible del resto de presidentes del Gobierno de la democracia, por la forma de llegar a la Moncloa, por la manera en la que se ha mantenido y por la cantidad de líneas rojas y estereotipos que ha roto.

La censura a Rajoy

Es el primer presidente del Gobierno que arrancó en su cargo como consecuencia de una moción de censura. La presentó en 2018 contra Mariano Rajoy como respuesta a una sentencia judicial que condenó al PP por corrupción.

Es el primer presidente de un Gobierno de coalición. Entre junio de 2018 y enero de 2020 gobernó en solitario, pero posteriormente formó coalición con Unidas Podemos y desde 2023 con Sumar. Antes había logrado un pacto con Ciudadanos que no pudo refrendarse en una investidura y mantuvo reiteradamente que nunca gobernaría con el Podemos que encabezaba Pablo Iglesias.

El presidente con el Gobierno más numeroso: con 22 ministros y hasta cuatro vicepresidentas. El que más mujeres ha nombrado para su Ejecutivo.

Es el presidente del Gobierno que ha gobernado con menos escaños de su partido en el Congreso. En 2018 el PSOE tenía sólo 85 escaños, el peor resultado histórico de este partido; en 2019 formó Gobierno con 120 escaños y en 2023 lo consiguió con 121.

Es el único que ha gobernado en la España constitucional sin ser el partido más votado, porque en las generales de 2023 el PP le superó en 16 escaños (121 contra 137), pero Alberto Núñez Feijóo no consiguió formar una mayoría suficiente alternativa a la que presentaba el PSOE con la izquierda, independentistas y nacionalistas.

Es también el presidente del Gobierno socialista que se mantiene con el menor poder territorial. Concretamente, en las autonómicas de 2023 el PSOE sólo mantuvo Castilla-La Mancha, Navarra y Asturias. Un año después logró también la Generalitat de Cataluña.

Por supuesto, es el presidente socialista con menor contestación dentro del partido. Ni Felipe González con sus hegemónicas mayorías absolutas logró tener las manos tan libres para girar el PSOE en función de sus intereses. Vale para los pactos con independentistas que rechazó hace años el Comité Federal y para la ley de amnistía y el concierto para Cataluña que todos los dirigentes del partido (incluido él mismo) habían rechazado con énfasis casi hasta el día antes de pactarlo.

Es el único presidente que ha respondido a dos mociones de censura, aunque fueran tan condenadas al fracaso y estrafalarias como la de Santiago Abascal y la encabezada por Ramón Tamames.

Sánchez es también el primer presidente del Gobierno que lo es y se mantiene con los votos de la izquierda abertzale, llamada ahora EH-Bildu. De hecho, impulsa una política que consiste en incluir en la vida política democrática a este sector de la política vasca, tras más de una década sin terrorismo de ETA. De hecho, es el único presidente del Gobierno sin atentados.

Además, es el único que nombró a su ministra de Justicia (Dolores Delgado) fiscal general del Estado; a su ministro de Justicia (Juan Carlos Campo) magistrado del Tribunal Constitucional y a su ministro José Luis Escrivá gobernador del Banco de España.

Es también el único presidente del Gobierno de la España constitucional (y quizás de todo el mundo) que se recluyó cinco días en la Moncloa para pensarse si dimitía por lo que consideraba un acoso judicial y mediático. El primero que arrancó posteriormente una campaña contra lo que llamó "la máquina del fango" y los "pseudomedios", además de enfrentarse a jueces y tribunales. El único que aborda reformas legales sobre (o contra) los medios de comunicación.

Por supuesto que es el único jefe del Ejecutivo que tiene a su esposa (Begoña Gómez) imputada por graves delitos, a su hermano investigado por un juez, a quien era su mano derecha (José Luis Ábalos) acusado de graves delitos de corrupción y a su fiscal general del Estado (Álvaro García) imputado en el Tribunal Supremo y con su despacho oficial registrado por la policía judicial.

Nunca antes de Sánchez un presidente del Gobierno había negociado su investidura con un partido independentista cuyo líder está fugado fuera de España y, además, lo ha hecho con un mediador salvadoreño en reuniones de las que salen leyes y reformas del Estado.

Es el primero que aprueba una ley de amnistía que, además, se ha negociado con el abogado del principal beneficiado. En su relato político es también el primer presidente de España que con esas decisiones políticas arriesgadas reduce a escombros el independentismo catalán con un president de la Generalitat socialista, aunque suponga rectificar todas sus posiciones anteriores para poder ser investido al frente del Gobierno.

Ese giro en Cataluña es parte importante de su relato de mandato, junto con el de la economía y el de la forma de afrontar las devastadoras consecuencias económicas y sociales de la pandemia de Covid. "El PP de Rajoy salió de la crisis con recortes, mientras que Sánchez afrontó la pandemia con un escudo social basado en los fondos europeos que negoció en Bruselas", explican en su equipo.

De hecho, se le reconoce que uno de sus principales activos políticos es el de haber entendido cómo funciona la Unión Europea y cómo en Bruselas se toman decisiones vitales para España. "Su virtud es que no acude a Bruselas sólo a pedir, sino que ha sabido colaborar para solucionar problemas del conjunto de la UE", asegura uno de sus fieles.

Es el primero de los presidentes que habla inglés y el que mejor ha manejado la agenda exterior como parte de la política interna. Es el único que ha dado un giro a la política exterior para pactar con Marruecos en contra de la soberanía del Sáhara.

Sánchez ha convivido en estos 2.355 días con dos líderes de la oposición, Pablo Casado y Alberto Núñez Feijóo. Le gana González que tuvo a Manuel Fraga, Antonio Hernández Mancha y José María Aznar, quien le terminó derrotando. Rajoy tuvo a Alfredo Pérez Rubalcaba, Sánchez y una gestora del PSOE.

Es el presidente que ha gobernado con un Congreso más fragmentado y el único que convive con un partido de ultraderecha que ha llegado a tener 52 escaños. De hecho, parte de su política se ha hecho con el temor a que Vox llegara al Gobierno, usando el miedo a la extrema derecha como pegamento del heterogéneo bloque que le apoya.

Ha sido presidente en tres legislaturas: la de su moción de censura desde junio de 2018 a enero de 2020; la de 2020 a 2023 y está que arrancó hace justo un año, el 16 de noviembre de 2023. Aznar, Zapatero y Rajoy sólo gobernaron en dos legislaturas.

En la primera, Sánchez tuvo que gobernar con los Presupuestos de Rajoy y sin opciones apenas de aprobar leyes en el Parlamento; en la segunda aprobó tres Presupuestos y un número notable de leyes y en la tercera está pendiente de difíciles acuerdos para sacar cada iniciativa y ya ha superado el plazo previsto en la Constitución para aprobar las cuentas del Estado.

En la anterior legislatura aprobó leyes como la de eutanasia, la del "sólo sí es sí", la "ley trans", la de memoria democrática o la reforma laboral, entre otras. Sacó el cadáver del dictador Franco del Valle de los Caídos y se le ha resistido hasta el momento la prometida reforma de la ley de Seguridad Ciudadana o "ley mordaza".

Con él en la Moncloa se han vivido insólitas situaciones institucionales como la crítica abierta a la Casa Real a propósito de la visita a la zona afectada por la DANA y mucho antes con el Tribunal Constitucional y el Tribunal Supremo. Y con él se viven situaciones novedosas como el uso de pinganillos en el Congreso para que se utilicen las lenguas cooficiales.