Los 'impuestazos' de Sánchez, bloqueados por el "galimatías" de las exigencias contradictorias de sus socios
- ERC, Podemos y Bildu consideran insuficientes los nuevos impuestos del Gobierno mientras que la falta de apoyo de PNV y Junts impide incluso prorrogar los tributos de la banca y las energéticas.
- Más información: Sumar niega ahora que renuncie al impuesto a las energéticas tras dejarlo fuera en su pacto con el PSOE
La falta de acuerdo de PSOE, PNV y Junts con el resto de los socios aboca al abismo la deseada reforma fiscal de Pedro Sánchez, necesaria para encarrilar los Presupuestos Generales del Estado y el quinto pago de los fondos europeos. En apenas 48 horas, el equilibrio del bloque de investidura que sostiene al Gobierno ha pasado de precario a muy inestable, tanto a su izquierda como a su derecha, y ya amenaza la estabilidad de la legislatura.
La falta de acuerdo, además, puede hacer que decaigan automáticamente el 1 de enero los impuestos a las energéticas y a los bancos, así como otros pactados por el PSOE en las últimas semanas como el de la sanidad privada y el de los vapeadores de tabaco, entre otros. La falta de acuerdo del bloque de investidura favorece la posición de los socios a la derecha del PSOE (PNV y Junts) y perjudica a los de la izquierda (Podemos, ERC y Bildu).
El Gobierno tiene prisa en aprobar un proyecto de ley que incluye un impuesto mínimo del 15% a las multinacionales, uno que lleva ya varios meses de retraso y que ya le ha supuesto una denuncia por parte de Bruselas. El periodo de enmiendas terminaba a finales de octubre, y sobre todo el PSOE se movió en todas las direcciones para sondear apoyos y, de paso, aprovechar e incluir algunas reformas fiscales requeridas por ciertos socios.
Primero, hace dos semanas, Sánchez llegó a un acuerdo con PNV y Junts. Luego, este lunes, otro con Sumar que incluía un lote de medidas progresistas, pero dejaba fuera el impuesto a las empresas energéticas. Ese mismo día, los socialistas desconvocaron la Comisión de Hacienda 44 minutos antes de que empezara, por miedo a que Podemos, ERC y Bildu tumbaran el paquete fiscal.
En lo que a sus socios se refiere, el Gobierno de PSOE y Sumar es incapaz de vestir un santo sin desvestir otro, y las propuestas a su izquierda cada vez se demuestran más contradictorias con las de su derecha. Esta vez, sobre todo los socialistas priorizaron a los más duros de roer, PNV y Junts, aunque fuera a costa de perder el gravamen temporal a las energéticas.
A cambio, Pedro Sánchez pensaba que podría amarrar al lado izquierdo del bloque de investidura con otras medidas que podían incluirse en los Presupuestos de 2025, que además son claves para la legislatura. Lo intentó con enmiendas parciales al proyecto de ley inicial que trasponía una directiva europea de armonización fiscal. En esas enmiendas incluyó subidas de impuestos por diferentes conceptos como la sanidad privada o los vapeadores de tabaco, para contentar a sus socios de la izquierda y para que aceptaran la eliminación del impuesto a las energéticas y el matiz al de los bancos como querían Junts y PNV.
Pero no fue así, y los tres socios a la izquierda de los socialistas se lanzaron a criticar el sudoku de acuerdos parlamentarios entre PSOE, Sumar, Junts y PNV. Tanto fue así que, ya este martes, los de Yolanda Díaz renegaron del mismo pacto que 24 horas antes habían difundido entre los periodistas. También dijeron que mantendrían vivas sus enmiendas a la ley.
"Estoy sorprendido. Creía que la política se trataba de llegar a acuerdos realizables. [...] Entre el Gobierno y los partidos de izquierdas se está haciendo un galimatías. ¿Qué espectáculo es este?", se quejó este martes el portavoz parlamentario del PNV, Aitor Esteban, visiblemente enojado por la "mezcolanza" con que el Gobierno pacta a diestra y siniestra.
Es decir, el PSOE tiene ahora molestos a los socios de derechas (PNV y Junts) y a los de izquierdas. Por el contenido de los diferentes acuerdos y porque ha buscado pactar a distintas bandas contenidos diferentes e imposibles de encajar.
A pesar de todo, en Moncloa confían en que esto simplemente sea un bache y que, llegado el caso, la transposición europea se hará efectiva igualmente el próximo 1 de enero, momento en que además termina la prórroga de los gravámenes. El proyecto de ley original, por tanto, saldría adelante "sin los adornos que le hemos ido metiendo", asevera una fuente de la dirección socialista en referencia a las enmiendas.
Si eso pasara el 1 de enero decaerían por falta de acuerdo los impuestos a las energéticas y a los bancos.
Esto es, precisamente, lo que ansían PNV y Junts, a los que favorece la falta de acuerdo; y lo que Podemos, ERC y Bildu no están dispuestos a tolerar. De ahí que la izquierda tenga más prisa que la derecha en aportar una solución. A última hora del martes, Ione Belarra propuso prorrogar de nuevo seis meses los impuestos y así tener "más tiempo para negociar un acuerdo". Incluso, propusieron meterlo en uno de los decretos de ayudas por la DANA.
Esta solución no gusta por el momento al Gobierno porque retrasa la solución, porque Junts y PNV no están de acuerdo y porque pondría en dificultades los decretos sobre la DANA.
La Comisión de Hacienda se reunirá nuevamente el jueves para analizar las enmiendas y tratar de llegar a un consenso, cosa que no parece probable. La votación en el Pleno, que estaba prevista para esta semana, se ha pospuesto a la siguiente, y con diciembre a la vista el Gobierno se queda sin tiempo para cumplir las exigencias de Bruselas sobre la reforma fiscal.
Pedro Sánchez, por su parte, lleva tiempo tratando de negociar que Europa dé esa reforma ya por cumplida, aferrándose a decisiones tomadas a lo largo de los últimos años. En Moncloa, de hecho, no descartan que la Comisión baje un poco el listón de sus exigencias como consecuencia de la DANA en Valencia. De momento, la semana pasada ya ofreció más margen de déficit.