Desvelan el papel de la policía secreta republicana en la Guerra Civil: "Hubo una cultura de la brutalidad"
- El hispanista Julius Ruiz desgrana con nueva documentación la lucha contra la Quinta Columna del SIM y otros cuerpos de contrainteligencia, integrados por una "generación militante" de jóvenes idealistas.
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La historia del Servicio de Investigación Militar (SIM), el más famoso cuerpo policial de la República creado durante la Guerra Civil para luchar contra el espionaje y el sabotaje enemigo, ha estado dominada por una "leyenda negra". Según los interesados relatos franquistas, este servicio de contrainteligencia era el instrumento soviético para dominar España y aplicó bárbaros métodos de tortura. Aunque algunos estudios ya han revisado críticamente estas cuestiones, ha tenido que pasar casi un siglo para ver publicada una vastísima investigación que no solo derriba la idea de que este organismo fue producto del NKVD de Stalin, sino que ofrece la primera visión completa de la policía secreta republicana entre 1936 y 1939.
En La guerra sucia (Espasa), el hispanista Julius Ruiz, referencia académica en los estudios de la represión y la violencia durante la contienda y el primer franquismo, reconstruye, gracias a una abrumadora documentación recabada durante una década en multitud de archivos, la lucha antifascista contra la Quinta Columna. Una de sus conclusiones más novedosas —el libro sin duda va a generar un profundo debate historiográfico— radica en discutir la hegemonía soviética atribuida al servicio secreto republicano como una "exageración".
El SIM, en realidad, obviando los círculos de las Brigadas Internacionales y el complejo contexto catalán, estuvo dirigido fundamentalmente por socialistas, si bien es cierto que sus agentes idealistas, con una visión de la política marxista-leninista, importaron técnicas soviéticas para identificar a sospechosos y extraer de ellos información con suma rapidez. También actuaron con una "extrema violencia", según revela el profesor de la Universidad de Edimburgo con numerosos ejemplos.
Eran jóvenes con la veintena recién estrenada, como Santiago Garcés Arroyo, jefe del SIM en 1938, o el desconocido Francisco Ordóñez Peña, a quien Julián Zugazagoitia eligió para dirigir el Departamento Especial de Información del Estado (DEDIDE), una "fuerza de élite" fundada en junio de 1937 para "organizar y dirigir la lucha más enérgica contra todas las manifestaciones del espionaje y sabotaje en el territorio leal", y que sería absorbida en marzo de 1938 por el SIM. Ambos personajes, dos de los que vertebran el libro y la evolución de la contrainteligencia republicana, fueron miembros de la "Motorizada" e iban en la famosa camioneta nº17 en la que se asesinó a Calvo Sotelo en la noche del 12 al 13 de julio de 1936.
"Desarrollaron una cultura de la brutalidad en la que la defensa de la revolución estaba por encima de todo", señala a este periódico Julius Ruiz, hijo de padres españoles aunque nacido y criado en Reino Unido. Esta "generación militante" fue clave en la larga resistencia de la República pese a los continuos reveses en el frente: la lucha de la policía secreta antifascista fue "mucho más exitosa" de lo que se suele asegurar: por ejemplo, lograron desmantelar por completo las redes clandestinas de la Quinta Columna en Cataluña y acabaron con varias organizaciones de sabotaje radicadas en Madrid.
Antes de las radiografías del DEDIDE —"un cuerpo de guerreros de clase que soñaban con crear la nueva sociedad"— y el SIM y sus demarcaciones, el historiador arroja luz sobre los Servicios Especiales del Ministerio de la Gobernación, la primera policía secreta de la República en guerra, creada por el socialista Ángel Galarza en otoño de 1936 para "limpiar la ciudad [de Madrid] de elementos indeseables" y que se extendió a Valencia con el traslado del Gobierno para depurar a la Quinta Columna.
El enemigo troskista
A juicio del autor, su investigación permite hacer una descripción más precisa de la naturaleza del Estado republicano a partir de septiembre de 1936: "Hay muchos historiadores que dicen que con Largo Caballero empieza la contrarrevolución, es decir, la reconstrucción del Estado burgués. Pero demuestro que Largo Caballero y luego Negrín consolidaron esa revolución no solamente en la policía, sino también en otras esferas como la justicia, donde hubo una depuración profunda. No hay una vuelta atrás a la España del 16 de julio de 1936: la República luchó por muchas cosas, pero no por la democracia liberal".
La figura de Juan Negrín ha sido una de las más controvertidas de la historia reciente de España, cuya imagen ha oscilado entre la marioneta comunista y el íntegro presidente demócrata. "Él trata de consolidar un Estado revolucionario antifascista y semipluralista y protegió a los perpetradores porque eran gente de su confianza, oponiéndose a la apertura de procesos judiciales contra ellos. Bajo su mandato, no solo como presidente del Consejo de Ministros, sino también como ministro de Defensa Nacional, el SIM se convierte en la estación más poderosa dentro de la zona republicana. En este libro se supera ese viejo debate de Negrín como político humanitario", apunta Ruiz, que presenta por primera vez unos protocolos de interrogatorio que se conservaban entre los papeles personales de Indalecio Prieto.
El DEDIDE y el SIM no solo centraron sus actuaciones en los partidarios del bando sublevado. La guerra sucia también se sumerge en la feroz lucha emprendida contra la otra Quinta Columna antifascista: los trotskistas y el Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM). El único sitio donde los comunistas y los agentes del NKVD soviético tuvieron un dominio "completo" de la policía secreta fue en Cataluña y como resultado de su obsesión por eliminar a esta organización, un conflicto que supuso un desastre a nivel de imagen internacional para el régimen republicano a raíz de la desaparición de Andreu Nin. "Doy por primera vez los nombres de los agentes comunistas que persiguieron a los famosos extranjeros como George Orwell", asegura el hispanista.
Reconstruir la historia de estos cuerpos una labor ardua debido a la falta de información. El 26 de enero de 1939 partieron de Barcelona 12 camiones llenos de miles de documentos del archivo del SIM. La mayoría se quemó, y los que han sobrevivido fueron los que logró confiscar el Servicio de Información y Policía Militar (SIPM) franquista, repartidos al término de la guerra por todo el territorio peninsular con el objetivo vengativo de depurar responsabilidades. Queda un último archivo por abrirse a los investigadores —el del NKVD de Moscú— y que ayudaría a resolver uno de los principales interrogantes de este episodio: la verdadera relación entre el servicio secreto soviético y el republicano.
Guerra del género
El comunista Loreto Apellániz fue jefe de brigada del SIM en la Demarcación de Levante. Torturó a prisioneros con un sable "que no dejaba de la mano" y en octubre de 1938 lo denunciaron por abusar de las presas "fascistas". Su caso se conoce debido a una investigación militar que los republicanos le abrieron tras oponerse al golpe de Segismundo Casado que derrocó al Gobierno. "En todos los cuerpos de policía republicanos existían una cultura del machismo y de la homofobia", asegura Julius Ruiz. "Conocer la extensión real de estos comportamientos es complicado, pero aunque fuese una cosa tolerada por los jefes del SIM no tenemos pruebas de que fuese una política oficial".