Localizado el escenario de una batalla clave en la expansión del islam gracias a satélites espía de la Guerra Fría
- La batalla de batalla de al-Qadisiya, en el año 637/8, supuso el hundimiento de la Persia sasánida y la aparición de una nueva potencia.
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El historiador armenio Sebeos, del siglo VII, definió la irrupción de los ejércitos árabes en el Oriente persa y bizantino "como un viento de tempestad". Los seguidores de Mahoma, a su juicio, eran "la bestia del cuarto reino", el último que tenía que dominar la tierra antes de la llegada del Anticristo", tal y como había profetizado Daniel en sus visiones. Ambas superpotencias, que llevaban siete siglos de conflicto, se enfrentaban entonces a un nuevo y poderoso Estado que reclamaba la supremacía de la región.
Si los árabes propinaron a los romanos una importante derrota en 636 en las inmediaciones de Yarmuk, al este de los Altos del Golán —el emperador Heraclio se vio forzado a retirarse de Asia Menor, abandonar las provincias del sur y crear una nueva frontera—, no menos decisivo fue su triunfo sobre los persas en la batalla de al-Qadisiya, alrededor de dos años más tarde. Fue el golpe definitivo a un Imperio sasánida que caería definitivamente una década más tarde, con el último de los shas, Yazdgerd III, apuñalado y arrojado a un río.
Aunque la fecha de este choque es difusa, las tropas de Medina, unos 12.000 hombres, se enfrentaron a un ejército persa muy superior, liderado por el entronizado general y regente virtual Rostam, en un sitio llamado Qadisiya, en el lugar donde el Creciente Fértil se convertía en árida estepa. Según las fuentes islámicas, estas tropas sumaban 120.000 efectivos, una cifra claramente influida por el síndrome del asesino del gigantes que desarrollaron los historiadores árabes. El grueso de la batalla se libró a pie y la clave estuvo en la efectividad de los arqueros. Según escribe Tim Mackintosh-Smith en Los árabes (Ático de los Libros), "Qadisiya fue el Azincourt árabe".
A pesar de su fama y las consecuencias —la expansión los musulmanes más allá de Arabia, hacia lo que hoy en día es Irán—, el escenario concreto de la batalla ha sido sujeto de debates académicos, sin que se haya identificado una localización irrebatible. Ahora, un equipo de arqueólogos de las universidades de Durham (Inglaterra) y de Al-Qadisiyah (Irak) ha resuelto al fin el enigma gracias al análisis de una serie de imágenes obtenidas en la década de 1970, en plena Guerra Fría, por satélites espía de Estados Unidos.
El proyecto del equipo del profesor William Deadman buscaba en realidad reconstruir el sendero de Darb Zubaydah, una de las siete rutas principales de peregrinación de la península Arábiga a La Meca. Para ello se pusieron a revisar imágenes clasificadas de los servicios de inteligencia estadounidenses, fotografías aéreas modernas y la información recogida en las fuentes históricas. Sin embargo, a lo largo del estudio documentaron en las tomas satelitales una serie de estructuras sospechosas que se podían relacionar con la batalla de al-Qadisiya y geolocalizar el lugar en el que ocurrió de una vez por todas.
Los hallazgos, publicados esta semana en la revista Antiquity, sitúan el escenario del decisivo enfrentamiento a 30 kilómetros al sur de la ciudad de Kufa, en la provincia iraquí de Najaf. En esta zona se han encontrado vestigios de estructuras que encajan con las descripciones históricas de la batalla, como una profunda zanja, dos fortalezas y el curso de un río antiguo que sería el que vadearon los elefantes del ejército sasánida. También se han hallado fragmentos de cerámica de la misma época.
"Este descubrimiento proporciona una localización geográfica y un contexto para la batalla, uno de los momentos fundacionales de la expansión del islam por los modernos Irak, Irán y más allá", ha valorado Deadman. El profesor ha recordado que la revisión de imágenes relacionadas con el espionaje de la Guerra Fría está reportando importantes avances arqueológicos en el conocimiento del pasado de Oriente Próximo: muchos de los yacimientos antiguos han sido destruidos en el último medio siglo por razones urbanísticas o de agricultura.
La batalla de al-Qadisiya fue además, durante la dictadura de Sadam Huseín, uno de los hitos en la historia del país y un ejemplo de inspiración para la época contemporánea. Jaafar Jotheri, profesor de Arqueología en la Universidad de Al-Qadisiyah y miembro del equipo de investigación, ha recordado que en el colegio los niños de su generación aprendían el minuto a minuto del acontecimiento bélico y los nombres de todos los protagonistas de ambos bandos. En los últimos años se ha convertido en una especie de termómetro político que revela los sentimientos individuales sobre la relación que debería mantener Irak con Irán.