El eslogan de Davos de este año ha sido "Reconstruyendo la confianza". Algo muy necesario si tenemos en cuenta que, según múltiples encuestas, la confianza en los gobiernos es muy baja, además de vivir en una época en la que se están normalizando varias guerras en un contexto geopolítico muy complicado.
Siempre he sido muy fan de World Economic Forum porque se han convertido en un indicador adelantado de las megatendencias con mayor efecto en el mundo. Al fin y al cabo, en unos pocos días se reúnen las personas más poderosas y más influyentes del planeta para compartir sus visiones y opiniones sobre los temas que más les preocupan. Sin obviar que el WEF es un generador increíble de información, estudios sobre temas críticos e interesantes debates.
Lamentablemente, desde hace unos años da la impresión de que buena parte de los participantes miran demasiado las palabras más trendy y que eso condiciona totalmente sus mensajes. Es como que, por una parte, la organización trabaja como un súper think tank con buenas intenciones y, por el otro, los asistentes más notorios van a vender su libro.
Sin ir más lejos, desde el WEF este año nos decían que con la erosión de la confianza, las visiones a largo plazo pueden ser demasiado abstractas para adoptarlas, mientras que centrarse simplemente en las respuestas a las crisis actuales dejará a todos vulnerables a las transformaciones que se avecinan.
En paralelo, el primer día del foro PwC presentó su interesante informe Global CEO Survey en el que nos decían cosas como que los CEO que creen que el crecimiento económico global mejorará en los próximos 12 meses se ha más que duplicado y que, al mismo tiempo, la proporción de los preocupados por la viabilidad de su negocio a largo plazo ha aumentado al 45% a medida que se aceleran las presiones tecnológicas y climáticas.
Sabemos que la confianza mueve el mundo y también sabemos que la misma es frágil. Más si cabe en un contexto de convergencia de megatendencias como la disrupción tecnológica y la transición climática.
Algo fundamental si tenemos en cuenta las palabras de Bob Moritz, presidente global de PwC, cuando presentaron el susodicho documento: "A medida que los líderes empresariales se preocupan menos por los desafíos macroeconómicos, se centran más en las fuerzas disruptivas dentro de sus industrias. A pesar del creciente optimismo sobre la economía global, en realidad son menos optimistas que el año pasado sobre sus propias perspectivas de ingresos y más conscientes de la necesidad de una reinvención fundamental de su negocio. Ya sea acelerando el despliegue de la IA generativa o desarrollando sus negocios para abordar los desafíos y oportunidades de la transición climática, este es un año de transformación".
Para mí, está claro que el mundo está muy revuelto y que este foro solo hace que confirmar que nos cuesta mucho ponernos de acuerdo en algo. Estamos más ocupados en destacar lo que nos separa que lo que nos une. Hablamos mucho con palabras grandilocuentes para avanzar demasiado lentamente y para usar las palabras para confundir, para crispar, más que para unir fuerzas y trabajar por mejorar el planeta.
Me congratula ver que la convergencia digital ESG sigue ganando importancia, aunque usen otras palabras. Pero me preocupa de manera creciente que todavía usemos mensajes tan manidos como el de un año de transformación, cuando sabemos que la transformación es un continuo. O que digamos que la IA Generativa es lo más y que al mismo tiempo la gente de Gartner comente que estamos en el momento cumbre del hype (bombo publicitario) de la IA Generativa.
Entiendo que en la sociedad de la inmediatez los titulares venden, posiblemente más que los contenidos, pero me preocupa ver que ESG ya no es cool, que nos enfoquemos "sólo" en la descarbonización y el cambio climático. Espero que esto se deba a que marquetinianamente ya se ha quemado la buzzword, más que a una falta de interés real y a que la politización del tema no haya ganado esta batalla. De lo contrario, tendremos que darle la razón a los activistas ambientales y sociales que acusan a la gente de la órbita del WEF de ser peligrosamente complaciente con los riesgos y desigualdades climáticos.
Es cierto que todos los estudios tienen sesgos, pero no es menos cierto que las personas que lideran el mundo deberían mirar más allá de las palabras trendy y aspirar a algo más que a ser influencers de poca monta.
Me quedo con cosas positivas como que la tecnología verde está ganando una amplia aceptación pública, algo que sin duda interesa a nuestros políticos. Según un estudio de Edelman, el 54% de las personas dice que adoptará la tecnología verde, y sólo el 13% la rechaza. Esto podría reflejar el hecho de que el 76% de las personas dicen estar preocupadas por el cambio climático, un poco más que el porcentaje que dice estar preocupado por una guerra nuclear.
No le demos la razón al portavoz ruso que dijo que en el WEF 2024 que en Davos lo que hacen es hablar por hablar.