La Comisión Europea reunió en julio en Oslo (Noruega) a 20 representantes de organizaciones de distinto tipo vinculadas a la innovación procedentes de 18 países. Por España, acudió Iñaki San Sebastián, CEO de Tecnalia. Como la mayoría de la sociedad española no sabe, porque los políticos no lo consideran un asunto de interés general, pese a que condicionará el futuro de miles de empresas y, por consiguiente, de empleos, se están perfilando ya los últimos detalles del próximo Programa Marco Horizonte Europa 2021-2024. Grosso modo, se está decidiendo qué áreas de actividad se quieren potenciar con cientos de miles de millones de euros. Y el ejercicio de Oslo, cuyas conclusiones se recogen en un informe reciente, resulta interesante porque marca la pauta para la industria europea, exceptuando el sector TIC.

Se habló allí de cinco grandes líneas de desarrollo de la innovación. En primer lugar, la transformación de la biotecnología, que incluye la tecnología genética, las neurotecnologías, la interacción humano-máquina y la agricultura inteligente. También de los materiales inteligentes, desde plástico renovable a nanomateriales smart y fabricación aditiva. En tercer lugar, de sistemas de transmisión de datos de bajo consumo energético, con los llamados polvo inteligente y óptica coherente a la cabeza. Asimismo, las políticas europeas se fijarán en las tecnologías Power to X, es decir, sistemas de captura y almacenamiento de carbono e hidrógene. Y por último están las tecnologías marinas, que incluyen la pesca digital y, atención, la búsqueda de bolsas de agua dulce bajo el lecho del mar. 

Pese a lo distante que puede parecer Bruselas, no deja de sorprender la honestidad con la que identifica los puntos débiles de la UE. Otra cosa es su eficiencia a la hora de encontrar soluciones. En Oslo se puso de relieve el poderoso influjo del capitalismo de Estado de China para construir un ecosistema de innovación de primer nivel, superior ya al de la desordenada Europa. Y los participantes se conjuraron para cambiar el chip de nuestra sociedad, capaz de generar ideas de vanguardia, pero no de invertir en ellas: son EEUU y, de nuevo, China los que compran a las empresas más prometedoras.

España, que ha renunciado por apatía negligente a tener voz propia en los grandes debates mundiales sobre la innovación tecnológica, debería tener al menos la humildad de seguir la rueda de los planes plurianuales de la Comisión Europea. Y plantear su Programa Marco paralelo para 2021-2024 en materia de innovación. ¿En qué queremos ser líderes? Ni siquiera hay que inventar nada: ¿De esas cinco tecnologías de futuro para la industria, por cuáles apostamos para ser los mejores? Viene campaña electoral, vaya, mójense.

EUGENIO MALLOL es director de INNOVADORES

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