Este mes de marzo, en el Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad (ONTSI), publicamos una nueva edición de la Brecha digital de género. Quisimos, al igual que el pasado año, hacer coincidir esta publicación con la celebración del día internacional de la mujer.

Para quien no nos conoce, el ONTSI, dependiente de Red.es, está adscrito al Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital a través de la SEDIA. Desde aquí analizamos el impacto de la tecnología en la sociedad y cómo está afectando a diversos grupos de población y sectores de la economía. En particular, en este caso, nos interesa detectar las brechas existentes que afectan a las mujeres.

Es fundamental la detección de determinados indicadores y ver su evolución para poder efectuar una panorámica de cómo se encuentra posicionada la mujer para que pueda obtener todo el partido de las oportunidades y retos que surjan.

El equipo del Observatorio bucea en cifras de fuentes oficiales, las combina, las contextualiza y señala dónde hay oportunidades de cambio, aunque, en ocasiones, la diferencia sea cuestión de décimas, pero esa información nos indica que algo está en proceso de transformación. Muchos cambios necesitan de una generación completa para percibirse, así que cada pequeño paso puede considerarse valioso.

¿Y en qué mejoramos?, ¿dónde vemos avances? Observamos cambios en las especialistas digitales. Fundamentales para la construcción de la economía digital, estas profesiones aún mantienen unas cifras bajas de mujeres, en comparación con los hombres. Ahora mismo tenemos un 19,4% de mujeres en del sector de las TIC, y es un porcentaje más alto que el resto de Europa (19,1%), donde, por cierto, ningún Estado miembro ha alcanzado todavía la paridad.

Inspirar en las jóvenes la necesaria confianza en sí mismas para elegir estudios más técnicos, y orientar sus vocaciones hacia las carreras STEM (Science, Technology, Engineering and Mathematics) debe ser un esfuerzo colectivo. Son muchos los motivos detrás de que las chicas hagan otras elecciones, tales como, la falta de referentes, su propio autoconcepto, las tradiciones familiares, los roles heredados, etcétera.

De hecho, en el informe volvemos a incidir sobre la idea de que el mundo digital reproduce los roles de género del mundo físico. Si nos fijamos en el uso que hacen las mujeres de internet, vemos que hemos trasladado casi todos nuestros roles del mundo físico al online. Por ejemplo, la mujer sigue vinculada a los cuidados en el plano online. Los datos nos indican que ellos son mayoría en el uso en temas de salud y educación, mientras que ellos lo son en trámites financieros e interacción con la Administración.

Hace unas semanas leía en prensa a un docente que señalaba que hay niñas que, aun siendo muy buenas en matemáticas, tienen la percepción de que no lo son. Comparto la preocupación de ese docente, como matemática de formación, pero no me parece un mal dato que el curso 20-21 este ámbito atrajese a un 41,5% de mujeres. En este caso, percibimos una tendencia alcista.

Si miramos las cifras de las chicas que eligen grados o ciclos superiores vinculados a este tipo de enseñanzas digitales, técnicas y científicas, seguimos viendo desigualdad. En España, ellas solo son el 13,5% de las graduadas en informática y un 27,9% en las de ingenierías. También son minoría en la Formación Profesional relacionada con la informática.

En 2020 en España había 12,3 graduadas STEM por cada mil mujeres de 20 a 29 años, frente a 29,2 graduados. Está por debajo de la media europea en estos estudios; sin embargo, su reflejo en el mercado laboral es diferente. La proporción de mujeres sobre el total de especialistas TIC en España es superior a otros países. Está por encima de Alemania, Países Bajos e Italia; aunque por detrás de países vecinos como Francia y Portugal.

Otro dato: según el indicador Women in Digital Scoreboard las españolas superamos a la media de la UE en la subdimensión de habilidades de usuarias de internet, aparecemos las cuartas por detrás de Finlandia, Países Bajos e Irlanda, países líderes en digitalización, y estamos también muy bien posicionadas en las habilidades de especialistas TIC.

Además, la brecha salarial en las profesiones digitales en nuestro país es inferior a la del resto de Europa. De hecho, ocupamos la primera posición con un 8,6%, mientras que la media europea se sitúa en el 19,3%. Aunque aún queda mucho por hacer, podemos felicitarnos por ello.

Quiero acabar con una reflexión y una urgente llamada de atención. Necesitamos una economía digital robusta, resiliente e inclusiva que no se alcanzará si persisten las brechas de desigualdad. No hacerlo supone la pérdida de la aportación del talento de una mitad de la sociedad que no debemos permitirnos.

Por otro lado, hay que destacar la preocupante inseguridad en internet, donde el 70,3% de las víctimas de delitos sexuales son mujeres. La generalización de entornos puramente virtuales nos obliga a seguir trabajando en que las minorías y grupos de población que sufren un mayor acoso en redes e internet puedan sentirse seguras. Dicha seguridad es una línea vertebradora en la Carta de Derechos Digitales, la cual constituye el marco de referencia y hoja de ruta, junto a la Estrategia de España Digital, que nos anima a seguir avanzando en la eliminación de estas brechas.

*** Rosa Diaz es directora del Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad.