Esta semana se ha celebrado la cuarta edición de 'Wake Up, Spain!', que se dice pronto. Cuando nació este gran foro de debate, allá por 2021, lo hizo con el propósito de aunar esfuerzos y conocimientos de la clase política, empresarial y tecnológica en torno a los grandes proyectos de transformación y resiliencia, los famosos PERTE, regados con un sinfín de fondos europeos.
Ahora, en pleno 2024, seguimos hablando de la necesidad de transformar nuestro tejido productivo y de ejecutar ese dinero llegado de Bruselas antes de que perdamos las fechas límites y, lo peor, la oportunidad de subirnos al carro de la revolución industrial y económica que trae consigo la digitalización.
Sorprende que el fondo del discurso no haya apenas variado en estos cuatro años. Quizás, si cabe, el contexto no ha hecho sino volverse más desafiante: guerras en Ucrania y Gaza, inestabilidad electoral en medio mundo, cadenas de suministro que apenas tienen un respiro entre disrupción y disrupción...
En el resto, seguimos comentando la necesidad de impulsar la digitalización en la pyme, de apoyar al ecosistema startup nacional (que apenas ha notado efectos de la Ley de Startup, veremos de los nuevos esfuerzos del BEI de Nadia Calviño), de innovar en sectores estratégicos que se están quedando atrasados. Que no cambien estas conversaciones es síntoma evidente de una problemática estructural que hemos de resolver.
En el campo de la digitalización, el que nos ocupa, se puede constatar un escenario claramente dispar. Mientras los grandes actores de nuestra economía han hecho sus deberes y pelean con los líderes globales en verticales como la banca, la defensa o el turismo, las pequeñas y medianas empresas están muy lejos de un estándar mínimamente aceptable. Y, recordemos, el 99% de nuestro tejido productivo son pymes, con lo que resulta absurdo abandonar a su suerte a todo el músculo económico patrio.
'La digitalización se ha vuelto esencial para nuestra empresa y un eje estratégico para los próximos años". Esta cita no la atribuyo a nadie en concreto, pues fue repetida de una y mil maneras a lo largo de todas las intervenciones durante 'Wake Up, Spain! 2024'. "Necesitamos más talento especializado", ídem. Y a sumar otro aspecto elevado a mantra absoluto, como cabía esperar: la inteligencia artificial.
La IA es quizás la única gran novedad, el vector discordante, entre esta edición de 2024 y la primera que vivimos en 2021. Resulta obvio que vivimos el 'hype' creado por el ascenso de ChatGPT y la parte generativa a asunto de dominio público. Y ello nos lleva a que este tema se cuele en todos los discursos, en todas las agendas de los directivos. En paralelo, también devuelve mucho protagonismo a las grandes compañías tecnológicas que se posicionan en este mercado. Los ejemplos de Microsoft, IBM, Capgemini o NTT Data son buenos exponentes de ello.
¿Podremos despertar a todo un país, como reclama este evento, con la inteligencia artificial? Esta tecnología no es garantía inmediata de nada, pero sí que es una tabla en la que todos partimos del mismo lugar, sin apenas barreras de entrada y un potencial enorme. En manos de los 150 expertos y líderes que han pasado esta semana por Casa de América (y de otros tantos empresarios y emprendedores) está el poder de convertir esta oportunidad en realidad.