El impacto que las tecnologías digitales están teniendo actualmente es innegable; están transformando diversos aspectos de nuestra vida diaria y reconfigurando profundamente la sociedad. Este fenómeno nos sitúa en plena era digital, donde las empresas se ven obligadas a realizar cambios sustanciales en sus operaciones, modelos de negocios, interacciones con clientes y métodos de trabajo en equipo.
Nos encontramos, por lo tanto, frente a una revolución de gran envergadura, en la que muchos sectores se encaminan hacia una completa digitalización. Así como la revolución industrial transformó talleres artesanales en industrias, el cambio que estamos presenciando está llevando a empresas a convertirse en organizaciones mayormente digitales o incluso redefinirse como entidades de software.
Por este motivo, si las organizaciones quieren mantener su competitividad, la transformación digital se presenta como una necesidad ineludible. En este sentido, el uso de tecnologías digitales ya no es simplemente una palanca para maximizar la eficiencia empresaria, sino un imperativo crucial para la evolución y supervivencia de las compañías. Así mismo, otra consecuencia es que los activos digitales de las empresas están adquiriendo una relevancia equiparable, –e incluso superior en algunos casos–, a la de los activos físicos.
Evidentemente, esta transformación plantea un desafío significativo en términos de tiempo, recursos, talento y presupuesto. Sin embargo, el precio de no llevarla a cabo será aún mayor si tenemos en cuenta el peso que está ganando en las compañías el uso extensivo de la inteligencia artificial (IA) y la analítica de datos, así como la adopción de la IA generativa, que supondrá un cambio disruptivo a corto plazo.
La aplicación de estas herramientas está poniendo de relieve la importancia de las áreas de tecnologías de la información (TI), como promotoras de una infraestructura digital que modernice a las empresas y que facilite la toma de decisiones estratégicas. Y, en este contexto, las áreas de TI están experimentando un cambio radical, pasando de ser áreas de soporte a convertirse en piezas clave para liderar esta revolución digital.
De esta manera, se están convirtiendo en los motores que impulsan la transformación, la innovación y el rendimiento empresarial. Por ello, estas áreas están adquiriendo un valor estratégico para la consecución de objetivos y el éxito a largo plazo de las organizaciones. Esto supone que el conocimiento digital es trascendental y core para una compañía, será diferencial y colocará a la organización en una mejor posición para competir.
Por este motivo, las empresas deben asegurarse de tener y mantener su conocimiento digital de manera interna. De ahí que nos encontremos con organizaciones que apuestan por la conversión del talento para impulsar sus conocimientos digitales, y en medio de una lucha por captar el talento externo, fundamentalmente joven y formado en tecnologías como el análisis de datos y la IA, con el que preparar sus equipos para un futuro próximo.
Este talento serán las personas que deben facilitar, guiar y orientar la transformación digital. No obstante, para que este cambio sea efectivo y tenga éxito, es necesario que cuente con el respaldo y se impulse desde la alta dirección, Además de que se fomente mediante la implicación de todas las áreas de la compañía.
Como CIO de una empresa pionera en transformación digital, y que sigue evolucionando hacia su camino a compañía data driven, puedo asegurar que nuestro éxito ha residido en involucrar a todas las áreas de negocio, de forma que fueran ellas las que lideraran su digitalización. Es decir, en el área de TI somos los habilitadores de esta trasformación digital, ya que contamos con el conocimiento funcional y técnico, para, por un lado, entender sus necesidades y por otro, para acercarles a las tecnologías; pero son las propias áreas de negocio las que han visto el verdadero valor en el uso de la tecnología. Y juntos, hemos trabajado para sacar el máximo rendimiento a la aplicación de las distintas tecnologías.
Así, hemos colaborado conjuntamente para determinar los casos en los que tenía sentido aplicar la tecnología, comenzar a hacerlo de manera gradual, siendo ágiles al escalar, monetizando y demostrando, con resultados, que el esfuerzo y el cambio valía la pena. Un enfoque que ha sido clave en el viaje hacia la excelencia digital.
Un viaje que tiene origen, pero no destino final, y que continúa como un proceso continuo y evolutivo, no exento de retos. En estos momentos, uno de ellos radica en aprovechar al máximo el potencial de la IA generativa. Las empresas se encuentran ante la tarea de integrar eficazmente esta tecnología en sus operaciones y estrategias, lo cual requiere no solo de inversiones en tecnología y recursos, sino también de una profunda comprensión de cómo estas soluciones pueden transformar sus modelos de negocio y procesos internos. El papel habilitador de las áreas de TI, por lo tanto, es fundamental.
Sin embargo, esta comprensión no se limita únicamente a las compañías individualmente, sino que se extiende a toda la industria en su conjunto, e incluso a toda la sociedad en general. Con la implementación efectiva de la IA generativa no solo podemos esperar una industria más moderna y eficiente, también es posible, por ejemplo, impulsar el uso eficiente de recursos energéticos, mejorar la eficiencia de las redes eléctricas o facilitar la integración de energías renovables, para contribuir a una transición energética realizada de manera más inteligente.
*** Juan Manuel García es CIO / CDO de Repsol.