Una letra lo cambia todo. De la 'E', en inglés, correspondiente a 'quantitative easing' (QE) o expansión cuantitativa, a la 'T', también en inglés, de 'quantitative tightening' (QT) o restricción cuantitativa. La primera bautiza el proceso con el que un banco central mete más dinero en la economía -expande la cantidad de liquidez que hay en ella- y la segunda identifica el momento en el que ese banco central vuelve sobre sus pasos y retira dinero de esa economía.
Tras años trabajando en modo QE para luchar contra los efectos de la crisis, la Reserva Federal (Fed) está inmersa ahora en pleno QT. Inició su cambio de marcha en el último trimestre de 2017. Primero, a un ritmo de 10.000 millones de dólares al mes. Luego, incrementando esa cantidad en 10.000 millones cada trimestre hasta desembocar, en el último parcial de 2018, en los 50.000 millones de dólares mensuales, velocidad que sigue vigente.
Esta restricción está dejando unas huellas cada vez más visibles. La principal, que el balance del banco central de EEUU ha bajado de los 4 billones de dólares más de cinco años después. Había superado ese umbral a finales de 2013, en plena ejecución del tercero de los QE (QE3) que la Fed lanzó desde 2008. Ahora se apea de esa cota tras haber adelgazado ya 470.000 millones o un 10,5% desde octubre de 2017, hasta los 3,98 billones.
ENORME... AUNQUE MENOR QUE EL DEL BCE
Y desde los 4,5 billones a los que engordó a finales de 2014, el tijeretazo supera ya el medio billón de dólares. Eso sí, su volumen actual aún muestra unas dimensiones históricas. Un dato: a comienzos de agosto de 2007, justo antes de que la Fed y el Banco Central Europeo (BCE) lanzaran sus primeras medidas de urgencia contra la crisis, su balance no llegaba al billón de dólares.
Pero la crisis, sobre todo tras la quiebra de Lehman Brothers, llevó a la Fed, presidida entonces por un estudioso de la 'Gran Depresión' como Ben Bernanke, a exprimir su caja de herramientas. Y con los sucesivos QE1, QE2 y QE3 descerrajados desde noviembre de 2008 hinchó el balance de la institución en más de 3,5 billones de dólares.
"El mercado ya espera gestos por parte de Powell, como que reduzca los 50.000 millones de dólares a los que la Fed viene reduciendo su balance cada mes"
Con todo, el del BCE aún es mayor. Ya lo era antes de la crisis, cuando alcanzaba los 1,2 billones de euros -equivalentes al cambio de entonces a 1,6 billones de dólares-. Ahora, y tras el QE con el que la entidad presidida por Mario Draghi ha bombeado 2,6 billones de euros en la economía entre 2015 y 2018, alcanza los 4,7 billones. Al cambio actual, 5,3 billones de dólares.
Aunque es otra perspectiva la que mejor muestra la diferencia en el tamaño del balance de ambos bancos centrales. Mientras el de la Fed equivale a casi el 20% del Producto Interior Bruto (PIB) de Estados Unidos, el del BCE se dispara hasta el 42% del PIB de la Eurozona.
PROTAGONISMO CRECIENTE
Esta brecha se amplía conforme la Fed sigue adelante con su QT, una fase a la que el BCE aún no llegado, puesto que la entidad europea, a diferencia de la estadounidense, continúa reinvirtiendo el dinero procedente del vencimiento de los bonos que tiene en su balance. Aunque puede que la entidad presidida por Jerome Powell envíe novedades en este terreno más pronto que tarde.
En enero, la Fed constató que, tras elevar los tipos de interés en cuatro ocasiones en 2018, este año se lo tomará con más calma. Y esta prudencia adicional pasa tanto por subir menos los tipos -el mercado incluso espera que no los aumente ni una vez en 2019- como por reducir el ritmo al que viene aplicando el QT, sin descartar su interrupción completa. De hecho, lo que decida la institución sobre el balance está llamado a tener un protagonismo creciente en 2019, y así quedará reflejado en su próxima reunión de política monetaria, que tendrá lugar los días 19 y 20 de marzo.
"Powell ya se ha mostrado flexible con respecto a la reducción de liquidez mensual tras las recientes señales de advertencia lanzadas por los mercados", apunta Bert Flossbach, cofundador de la gestora Flossbach von Storch. "No consideramos el final de QT como un cambio en la política monetaria de la Fed, sino como una contribución notable para calmar las preocupaciones del mercado por la contracción de la liquidez", apunta David Kohl, estratega jefe de divisas de Julius Baer.