El comisario de Asuntos Económicos, Paolo Gentiloni.

El comisario de Asuntos Económicos, Paolo Gentiloni. Europa Press.

Macroeconomía Entrevista

Gentiloni: "No debemos subestimar el riesgo de los retrasos emergentes en los fondos Next Gen"

El comisario de Asuntos Económicos señala que podría tomar medidas en otoño si las previsiones de déficit de España se desvían del 3%.

20 junio, 2024 02:15
Bruselas

El comisario de Asuntos Económicos, Paolo Gentiloni (Roma, 69 años) recibe a EL ESPAÑOL-Invertia y a otros cuatro periódicos europeos en su despacho de la planta decimoprimera del edificio Beralymont, en el corazón del barrio europeo de Bruselas, para explicar sus recomendaciones en materia de política económica y de corrección del déficit.

Aunque encara ya sus últimas semanas en el cargo, Gentiloni -que pertenece a la familia política socialdemócrata- no abandona en ningún momento el tono pausado, reflexivo y extremadamente prudente, alérgico a cualquier tipo de polémica o choque directo, que le ha caracterizado durante todo su mandato.

El único consejo que tiene para su sucesor es que aprecie que ser comisario de Asuntos Económicos es un "alto cargo" en la UE. Un mensaje implícito para la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, que se queja de haber sido excluida de las negociaciones sobre la nueva cúpula comunitaria al no formar parte de la 'gran coalición' de populares, socialistas y liberales.

En su informe sobre el déficit, la Comisión ve en el caso de España un "alto riesgo" en materia de sostenibilidad de la deuda a medio plazo. También dice que el Gobierno podría incumplir el techo de gasto que le recomendó la UE para este año. ¿Por qué ha decidido entonces no abrirle un expediente sancionador? ¿Significa eso que la deuda ya no es tan importante en las nuevas reglas fiscales?

Por supuesto que no. La decisión de abrir o no este expediente sancionador se basa en las cifras de déficit y no en la deuda. En el caso de España, no hemos lanzado el procedimiento porque en 2023 el nivel de déficit estaba cerca del límite del 3%, aunque se situó por encima (3,6%). Pero en 2024 ya no estará por encima del 3%, según nuestras previsiones.

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Esta vez hemos decidido dividir el procedimiento en dos pasos. Ahora hemos lanzado los expedientes por déficit excesivo, pero las recomendaciones de medidas correctivas no llegarán hasta octubre o noviembre. En el caso de España, esta división habría generado una situación realmente paradójica, porque la Comisión tendría que formular recomendaciones presupuestarias a un país que ya no estaría por encima del 3%. Si la previsión del déficit del 3% para este año se confirma con los datos reales, no hay motivo para lanzar un procedimiento y cerrarlo tras un par de semanas.

Eso no significa descuidar los retos de la deuda, que abordaremos con las autoridades españolas en las discusiones de su plan (de ajuste) a medio plazo, así como el resto de dificultades.

Usted ha dicho que, en todo caso, la Comisión seguirá supervisando la evolución presupuestaria de España y volverá a evaluar la situación en otoño, ¿qué decisiones podrían tomarse entonces?

Volveremos a examinar la situación porque la decisión que hemos tomado hoy se basa en la premisa -que compartimos con las autoridades españolas- de que en 2024 el nivel de déficit será 3%. Si esto no se confirma, por supuesto que tendremos que reevaluar la situación.

La Comisión tiene previsto enviar a los Estados miembros este mismo viernes la trayectoria fiscal de referencia para los planes plurianuales de ajuste que tendrán que mandar a Bruselas el 20 de septiembre. Sabemos que no nos va a adelantar la información pero, ¿cuál es el objetivo?

Lo que la Comisión proporcionará a los Estados miembros es la trayectoria (de ajuste) que nosotros consideramos ideal. Es decir, que a la hora de preparar sus planes fiscales a medio plazo, la Comisión les sugiere una determinada senda de ajuste, tanto para el escenario de cuatro años como para el escenario de siete años. 

Pero esto es una referencia, y luego corresponderá a los Estados miembros identificar sus propias prioridades y retos. Nuestra sugerencia es también que, en la parte correspondiente a las reformas de estos planes a medio plazo, tengan en cuenta las recomendaciones para cada país que hemos publicado este miércoles.

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Será muy interesante, porque es la primera vez que usamos ese tipo de mecanismo. La única experiencia previa que tenemos es la de Next Generation, que no ha sido fácil, con mucha carga para nosotros y las autoridades nacionales, pero que ha introducido un buen método de negociación y diálogo que esperamos que sirva de ejemplo.

¿Hasta que punto confía la Comisión en que los Gobiernos seguirán estas recomendaciones presupuestarias o al menos las tendrán en cuenta?

Tenemos una experiencia desigual en los últimos 20 años. Lo que puedo decir es que Next Generation ha sido un punto de inflexión en la ejecución de las recomendaciones de política económica. ¿Por qué? Porque no se trataba únicamente de un llamamiento de una institución europea respetada, sino que había dinero sobre la mesa.

A mi juicio, el mecanismo de los nuevos planes (de ajuste) negociados por los Gobiernos y la Comisión ayudará a que se apliquen las recomendaciones presupuestarias. Porque de lo que se trata es de crear un plan compartido, en el que las prioridades, el calendario y los objetivos se discuten y se negocian, pero al final los comparten los Gobiernos nacionales y la Comisión.

En sus recomendaciones de política económica para España figura de forma prominente la reforma fiscal, que también es una de las condiciones del quinto pago de fondos Next Gen. ¿Qué tipo de reforma fiscal espera la Comisión Europea?

El principal objetivo de la reforma fiscal que alentamos para España es la simplificación y la ampliación de las bases tributarias.

En su informe sobre España, usted alerta también sobre los retrasos emergentes en la ejecución de los fondos Next Generation y recuerda la fecha límite de agosto de 2026. ¿Cuál sería su recomendación, teniendo en cuenta que el Gobierno tiene cada vez más problemas para aprobar las reformas exigidas a cambio de los desembolsos?

Retrasos emergentes significa que, de forma global, España va por el buen camino. Estamos ya evaluando y discutiendo los pagos cuarto y quinto, mientras en otros países como Bélgica todavía vamos por el primero. En mi opinión, el plan español era bastante ambicioso, con varias reformas -como la del mercado laboral o la de las pensiones- muy sensibles desde el punto de vista político. En la reforma de las pensiones tenemos la cláusula de cierre (que obliga a realizar ajustes adicionales o a subir cotizaciones de forma automática si hay desfases), que se activará por primera vez en 2025, y que es lo que permitió acordar el paquete.

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En conjunto, el nivel de ejecución es bueno, pero -y esto es un poco la atmósfera en varios planes nacionales- en los últimos meses estamos encontrándonos con dificultades. En el caso de España, yo destacaría la buena calidad del plan, el buen calendario (de ejecución): vamos en la buena dirección. Pero no debemos subestimar el riesgo de los retrasos emergentes. Luego hay diferentes alternativas. El plan español recurre mucho a intermediarios financieros, lo que es también una garantía contra los retrasos. Porque todos los créditos que se canalizan a través del ICO y del Banco Europeo de Inversiones están menos sujetos a retrasos que los préstamos que van a 50 administraciones diferentes. 

La referencia al riesgo de retrasos no es una evaluación negativa de la situación hasta ahora. Plantea la necesidad de mantener el compromiso y acelerar. Es necesario ser muy activos en promover la ejecución del plan, y esto es particularmente importante para países como Italia y España, que juntos son la mitad de Next Generation.

Los mercados se han mostrado bastante nerviosos en los últimos días por la situación en Francia, a la que la Comisión sí le ha abierto procedimiento por déficit excesivo. ¿Le preocupa que esto tenga también efectos negativos en otros Estados miembros?

Es cierto que tras las elecciones europeas hemos tenido una cierta limitada inestabilidad en los mercados. Nuestro mensaje es de confianza, porque al final las reglas fiscales son una herramienta de estabilidad, para garantizar a los inversores y los mercados que los Estados miembros que comparten la misma moneda forman un club con sus propias reglas.

El hecho de que abramos este expediente por déficit excesivo no debería ser en ningún caso (y creo que no lo será) una fuente de inestabilidad en los mercados. Un resultado electoral inesperado (en las legislativas de Francia) sí podría producir esta inestabilidad y si eso ocurre, los países expuestos son los que tienen una deuda más alta. 

Pero aparte de la incertidumbre política, no veo ningún motivo concreto para la inestabilidad financiera. La economía está avanzando, la inflación baja y la política monetara está en una senda de relajación, aunque no sabemos exactamente la velocidad. Y tenemos nuestras reglas fiscales que también contribuyen a la estabilidad.