En 2012, Twitter era una tecnológica a la que seguían todos los focos. No sólo en Silicon Valley. La compañía duplicaba año tras año su tráfico, alcanzaba los 10.000 millones de dólares de valoración. Los inversores la miraban con buenos ojos y los desarrolladores externos peleaban por crear soluciones para su ecosistema de usuarios. Fue entonces, hace casi cuatro años, cuando tres jóvenes emprendedores lanzaron desde una oficina en Córdoba la herramienta Socialbro, especializada en medir las audiencias en la red de mensajes de 140 caracteres y cuyo negocio, por tanto, depende del futuro que tenga la compañía estadounidense.
Hoy, cuatro años después, esa tecnológica que coqueteaba con la idea de cotizar en los mercados financieros vive un particular ‘vía crucis’. La red social ha perdido en los últimos doce meses más de la mitad de su valor bursátil y su capitalización ronda los 12.000 millones de dólares. Twitter ha sido etiquetada como una de las potenciales ventas corporativas de 2016 a un gigante del sector tecnológico, según Merrill Lynch, uno de sus bancos ‘colocadores’ de la salida a bolsa en 2013.
Confiando en el éxito de Twitter
Ahora, en ese escenario de venta de la compañía, el proyecto de origen cordobés Socialbro se ha consolidado como una compañía con la certificación de ‘socio’ oficial de la red social. A diferencia de otras empresas españolas que también cuentan con ese 'título', Socialbro tiene depositadas todas sus esperanzas en el éxito de Twitter. Su negocio se basa en exprimir la tecnología con la que permiten a grandes firmas analizar su audiencia allí, extraer los datos y explotarlos para lograr una mejor promoción publicitaria.
No nos preocupa, por mucho que digan los mercados; un sitio donde se tienen las conversaciones más importantes del planeta tiene un valor incalculable
¿Hay preocupación de cara al futuro? ¿Cómo se viven en las sedes cordobesa y londinense de la empresa estos vaivenes en los mercados? “No nos preocupa, por mucho que digan los mercados; un sitio donde se tienen las conversaciones más importantes del planeta tiene un valor incalculable”, asegura Javier Burón, uno de sus fundadores. Y va más allá, ante una potencial venta: “Si se hiciera, creo que operaría de forma similar y, por lo tanto, lo recibiríamos bien”.
Los orígenes
A Javier Burón, Luis Pablo Pardo y Alfredo Artiles se les encendió la bombilla en 2012. Después de muchos experimentos con aplicaciones para Twitter, llegó Socialbro. El germen: un proyecto llamado followfriday.com. Era un ránking que clasificaba las recomendaciones para seguir a usuarios que se realizaba cada viernes, una de las primeras 'tradiciones' entre los usuarios españoles de Twitter. En su cuenta llegaron a tener 70.000 seguidores. “Nos hicimos la pregunta: ¿Quiénes son ellos? Había que sacarle provecho a esos datos”, recuerda Burón.
Y fue así como arrancó Socialbro. Primero con una versión gratuita y después con una de pago. Para ponerla en marcha miraron más allá de España. Querían el beneplácito de inversores de Estados Unidos o Reino Unido. Pusieron pica en territorio británico y recaudaron 500.000 euros de varios ‘business angels’ relacionados con el mundo del marketing. Era la gasolina para el desarrollo de esa versión, con la que se podía analizar la audiencia (y la de los competidores) de empresas y desarrollar campañas para “accionarla” de manera muy segmentada.
En una primera primera fase, la plataforma era “más ‘self-service”, orientándose a pequeñas agencias, algunas marcas o usuarios con grandes audiencias. El precio medio era de en torno a 25 euros al mes. Había clientes que desembolsaban hasta 300 dólares. Sin embargo, empezaron a aterrizar grandes empresas que se interesaban por su tecnología. Y su negocio comenzó a virar hacia ellas.
“Están preparadas para pagar mucho más, de 12.000 a 20.000 dólares al año; algunas hasta 100.000”, precisa Burón. Pero era un reto: había que adaptar la plataforma a necesidades de clientes como el grupo Universal Music, la Selección Española de Fútbol, el Gobierno de Reino Unido, la BBC, Bank of América o Puma. “Se trata de explotar la analítica de Twitter, pero con un impacto para todas estas empresas mucho más allá de Twitter”, recuerda el fundador.
La gran empresa, palanca de crecimiento
Para impulsar esta adaptación hacia la gran empresa volvieron a mirar a inversores. En julio de 2013 lograron una inyección de 1,2 millones de libras esterlinas, liderada por Scottish Equity Partners (SEP), un fondo de capital riesgo que ha invertido en compañías como Skyscanner. Seis meses después hubo una extensión de esa ronda, con un desembolso similar con los mismos inversores. En total, 2,4 millones.
Desde su salto a Reino Unido, donde cuentan con el equipo de ventas y marketing mientras mantienen toda el área de desarrollo en su ‘cuartel general’ de Córdoba, operan con una sociedad radicada allí, pese a que tienen una sociedad local en España. Ésta facturó, según sus cuentas, más de medio millón de euros en 2014, año en el que lograron un espaldarazo de la red social: la certificación oficial, junto a otras cuatro aplicaciones.
Sin embargo, el grueso procede de la matriz británica. Ésta logró, según explican desde la compañía, entre 2 y 3 millones de euros de ingresos recurrentes anuales (sus contratos suelen tener una periodicidad anual). Supuso un crecimiento del 183%. Con una plantilla de 40 personas, están cerca del punto de equilibrio financiero (break-even) y ser rentables. En 2015, el objetivo era crecer a triple dígito, aunque no alcanzaron el porcentaje del año anterior.
Vivir de Twitter
Todos estos planes se suceden en plena convulsión en torno a Twitter. Las dudas sobre su capacidad para crecer en número de usuarios y rentabilizar su plataforma han sumido a la tecnológica en un particular ‘vía crucis’. ¿Puede ser esto un impedimento? “La bolsa tiene una visión cortoplacista: un sitio donde se tienen las conversaciones más importantes del planeta tiene un valor incalculable”, reconoce el fundador de Socialbro.
Pese a ello, son conscientes de que extraer ese valor no es algo sencillo. “Son interesantes los cambios que están haciendo para lograr el ‘engagement’ de los usuarios”, explica Burón. Hoy existen dudas entre los inversores en torno a esa capacidad para lograrlo. Y se han intensificado las voces que hablan de una potencial venta a un gran grupo mediático o al ‘gigante’ Google, entre otros.
¿Cómo se vive eso en el seno de una compañía cuyo negocio depende prácticamente en exclusiva de esa empresa en problemas? El emprendedor se muestra claro: “No creo que una venta de Twitter se produzca, especialmente por lo que representaría actualmente; si lo hace, creo que operaría de forma similar, especialmente alrededor de sus ‘partners', y por lo tanto, lo recibiríamos bien”.
El negocio de la española, que se reparte entre Estados Unidos (33%), el mercado de habla hispana (33%) y Reino Unido y el resto, está al alza. Sus focos están puestos en territorio británico y estadounidense para mantener el ritmo. Tanto en la sede cordobesa como en la británica, sólo están concentrados en seguir extrayendo lo mejor de las conversaciones que se dan en esa plataforma.