Aunque con menos intensidad que en los últimos años, la banca sigue desaguando los ‘activos tóxicos’ que todavía conserva de los tiempos del boom inmobiliario. En lo que llevamos de año, los grandes fondos han cerrado compras de todo tipo de carteras fallidas por un valor nominal superior a los 7.000 millones de euros. Y se espera que de aquí a final de año pisen el acelerador para dar una alegría a la cuenta de resultados anual.
En este momento, se ultiman al menos 12 operaciones por una cuantía nominal que ronda los 11.700 millones de euros, según fuentes conocedoras de estos deals.
Sabadell ha sido uno de los bancos más activos, con la venta de 2.550 millones de euros en carteras repartidas en lotes como los conocidos como Greco o Rex. Pero el año también ha estado marcado por operaciones de entidades más pequeñas, como Unicaja e Ibercaja, que juntas han vendido activos por valor superior a 1.500 millones de euros en los nueve primeros meses del año.
En el caso de Sareb, la operación del año se ha cerrado este trimestre con el traspaso del proyecto Yoda al fondo TPG por 340 millones de euros. Pero se espera que antes de diciembre protagonice alguna venta de calado.
La banca española y el banco malo cerrarán así el año con un volumen de ventas próximo a 19.000 millones de euros. Se trata de una cifra inferior a la del pasado año en el que se cerraron operaciones por valor de 41.700 millones de euros, según el informe de la Asociación de Mercados Financieros en Europa (AFME) presentado esta semana. Es decir, en 2019 este mercado moverá prácticamente la mitad que el ejercicio anterior.
Sin embargo, esa caída de las ventas de carteras fallidas es lógica dado que el volumen de los conocidos popularmente como ‘activos tóxicos’ de la banca es cada vez menor.
Se reduce el mercado
Si en el año 2013, el valor de esos activos en manos de los bancos llegó a alcanzar los 290.000 millones de euros, las entidades financieras españolas y Sareb han vendido ya unos 200.000 millones de euros.
Esto significa que los fondos internacionales tienen ya más ‘activos tóxicos’ en cartera que los bancos españoles. Una situación que ha forzado al sector a salir de ‘road show’ para buscar nuevos actores que animen el mercado y que está haciendo que las ventas de carteras de fondo a fondo empiecen a ser cada vez más habituales en España.
Este país se ha convertido en un mercado atractivo para esos fondos, puesto que pese a la desaceleración económica, el avance del PIB sigue siendo superior al de la media de la Eurozona.
Además, esta industria -que gestiona activos fallidos de una forma mucho más profesionalizada que la banca- ya conoce el país y los detalles del mercado, lo que facilita la llegada de nuevas inversiones, aunque el ciclo ya no acompañe tanto.
Esas nuevas inversiones irán tanto a la compra de activos gestionados ya por los fondos, como para activos que todavía están en manos de las entidades financieras españolas, que todavía conservan activos granulares de pymes y particulares.
Para la banca española, deshacerse de carteras supone una oportunidad para dar un impulso a su cuenta de resultados en un ejercicio complicado como está siendo este, en el que los bajos tipos de interés están mermando la rentabilidad de su negocio. Además, el Banco Central Europeo (BCE) sigue insistiendo en la necesidad de liberarse de esta losa heredada de los tiempos de la burbuja inmobiliaria.
Para las entidades, es especialmente atractivo vender antes del 31 de diciembre activos ya provisionados para anotarse plusvalías que animen sus beneficios.
Con ese objetivo, el sector se ha puesto las pilas para cerrar operaciones que duplicarán en volumen a las registradas en los primeros nueve meses de 2019.