Los vientos de cola y de cara que trae la guerra para la banca, uno de los sectores con menor impacto directo
- Los bancos españoles no tienen exposición directa a Ucrania ni a Rusia.
- La alta inflación creará un caldo de cultivo para la morosidad, pero también traerá tipos de interés positivos.
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La invasión a Ucrania por parte de Rusia va a dejar en España consecuencias económicas a todos los niveles, si bien algunos sectores se van a ver más impactados que otros. Aquellos cuyos costes se encarecen según lo hace la energía, como el transporte o la industria, están sufriendo ya el impacto directo, mientras que otros, como la banca, solamente se verán afectados de manera indirecta. Debido a la incertidumbre, además, no está claro aún con qué alcance.
Los bancos españoles tienen una exposición prácticamente nula a Rusia y a Ucrania. No solo no cuentan con filiales en estos países, sino que tampoco disponen de deuda rusa ni ucraniana en sus balances. Prácticamente la única relación que mantienen con estos países se limita a financiación a través de hipotecas u otro tipo de créditos concedidos a ciudadanos o empresas con estas nacionalidades.
Es por eso que la banca es uno de los sectores menos afectados por este conflicto de forma directa. Sin embargo, la guerra sí puede tener algunas consecuencias indirectas sobre el sector financiero.
Vientos de cara
Aún existe mucha incertidumbre sobre el impacto que tendrá la guerra en el crecimiento económico del país, aunque desde diferentes foros ya se da por sentado que lo frenará. Hace unos días, Josep Oliu, presidente de Sabadell, apuntaba que la economía española crecerá este año y el próximo, si bien reconoció que lo hará con un impulso menor al previsto.
Una paralización del crecimiento sería uno de los peores escenarios para el sector financiero. Por una parte, un freno al consumo debido a la incertidumbre y la alta inflación llevaría aparejada una menor necesidad de financiación de los ciudadanos, por lo que se ralentizaría la concesión de productos como los préstamos al consumo o las hipotecas.
Por otra, un menor crecimiento o una recesión, con su correspondiente descenso de los niveles de empleo y la pérdida de poder adquisitivo, es un caldo de cultivo perfecto para que aumenten los impagos de los préstamos ya concedidos, es decir, para que se eleve la morosidad.
La elevada inflación, además, pondrá contra las cuerdas a muchas empresas que debían empezar a devolver sus créditos ICO a lo largo del próximo trimestre, lo que estaba previsto que tuviera un impacto sobre la morosidad.
En este sentido, es necesario esperar para conocer el Plan nacional de respuesta a la guerra en el que está trabajando el Gobierno, que incluirá nuevas líneas de avales del Instituto de Crédito Oficial (ICO) y ampliaciones de vencimientos y carencias, lo que diluirá la morosidad en los próximos meses.
Más allá de las cuestiones puramente de negocio, donde sí se han llevado los bancos la peor parte es en bolsa. Han sufrido especialmente esta situación las entidades europeas más expuestas a Ucrania y Rusia, si bien los españoles también han perdido fuelle y se han situado durante el último mes entre los sectores más penalizados en bolsa.
Es algo que suele ocurrir siempre que hay incertidumbre económica, como pasó también durante la pandemia. Como ejemplo, el índice europeo Stoxx Banks, aunque ha recuperado terreno, se deja un 15% desde el inicio de la guerra.
Vientos de cola
Con todo, este conflicto trae coyunturalmente vientos de cola favorables a la banca, algo que no pueden decir todos los sectores. El principal es la subida de los tipos de interés en la zona euro, donde todavía no ha comenzado la normalización monetaria y donde los bancos españoles tienen gran parte de su exposición.
Y es que, con el objetivo de intentar moderar la escalada de la inflación, el Banco Central Europeo (BCE) ya ha dado los primeros pasos en un camino que el mercado espera que implique hasta dos subidas de los tipos ya en 2022 (algunos analistas prevén la primera para septiembre).
Los bancos españoles, además, tienen exposición en geografías ajenas a la zona euro, donde los tipos son positivos o están empezando a subir, como es el caso de Reino Unido o Estados Unidos. Esta circunstancia será también positiva para la banca española.