Aciertos y fallos de 2021
El año que dejamos atrás ha estado repleto de dificultades con una evolución que ha ido claramente de más a menos a pesar de lo que dicen algunos índices y activos que han acabado en máximos anuales (e históricos). Tengo que añadir que personalmente no he conocido un ejercicio fácil de mercados, por lo que hablo desde la experiencia al decir que precisamente basándonos en la evolución de un gráfico las cosas no resultan tan sencillas de analizar.
Qué ha funcionado en 2021
La renta variable se ha comportado como cabía esperar en un año que hasta septiembre ha sido relativamente fácil pues bastó con dejarse llevar por la exuberancia de la tendencia. Lo cierto es que hemos tenido discursos muy contrapuestos en un patrón marcadamente alcista cuya dificultad en términos de riesgo estaba en seguir invertido en no más de dos temáticas, cuando los fundamentales y la economía se empeñaban en decirnos lo contrario.
El último cuatrimestre ha sido mucho más complicado y, a pesar de concluir el año con fiesta, anticipa la enorme exigencia que plantea 2022, y que comentaré la semana próxima.
Diseccionando un poco el comportamiento de las bolsas (para lo que me he basado en el mercado norteamericano), la tendencia no ha sido tan clara. Ha sido un año de growth cuando la apuesta era unánime por el value. De grandes compañías cuando la recomendación generalizada era de pequeñas empresas. Y de mercados desarrollados cuando el rebote, centrado en China, hacia prever un año de emergentes. El acierto en la elección de la renta variable ha sido pleno, pero en las estrategias ha sido un fiasco.
Las materias primas han experimentado su mejor ejercicio en una década. Ha sido el año de la energía después de que gas y petróleo, con subidas por encima del 50% anuales, hayan contribuido a que los precios de la electricidad y los combustibles fueran el epicentro del debate de la llamada "pobreza energética".
Es más significativo si cabe si tenemos en cuenta que en diez años la rentabilidad anualizada de un índice de commodities ha sido del -6,40%. Si energía y metales base lo han hecho bien más llamativa ha sido la evolución de los precios de los alimentos, factor determinante para sostener el gran titular en lo económico de 2021: la inflación.
Si hay algo que funcionó han sido las criptodivisas. Desconocimiento, volatilidad, falta de alternativas, es muy posible que las combinaciones más extrañas que se hayan conocido en la historia sean las variables que expliquen lo que ha sido por momentos una fiebre inversora. Desde las criptomonedas sólidas como el bitcoin hasta las más ocurrentes, pasando por tokens y otras exóticas variantes, lo cierto es que uno de los factores que, en mi opinión, han caracterizado 2021 es la aparición de una modalidad de inversores desconocida hasta ahora.
Lo que no ha funcionado en 2021
Llama la atención poderosamente que, en ese contexto de materias primas al alza y elevada inflación, los metales preciosos se hayan comportado de manera rezagada. El público en general los ve como un mal llamado "activo refugio" y sin un desplome en las bolsas parece que no tiene cabida en las carteras. El problema es que oro y plata lo han hecho mal frente al dólar. Si precisamente fuesen refugio en un contexto de dólar devaluado y abuso de políticas monetarias expansivas, su comportamiento justamente debería haber sido el contrario.
El debate de la inflación se ha llevado por completo por delante a la renta fija, cuyo rendimiento ha sido tan negativo como su rentabilidad. Muy mal año para los bonos que concluyen el ejercicio con rentabilidades reales -ajustadas por inflación- deprimidas como en la híper inflación de los años 70. La apuesta por intentar diversificar una cartera de riesgo con algo de renta fija ha sido muy poco efectiva.
Así pues, hemos tenido un año que desgranado por activos se ve que no ha sido tan fácil como indican los casi 70 máximos históricos que ha hecho el S&P500. Los activos alternativos han conseguido añadir retornos en un mundo en el que precisamente hay escasez de los mismos.
Eso ha seguido llevando a ponderar los riesgos muy por encima de lo recomendable (SPACs e IPOs han tenido un año muy pobre en rendimiento, que no en actividad) o a disfrazar el retorno en forma de proyectos que, en otro contexto, no se invertiría gracias a unos tipos de interés tan desvirtuados como perversos.
En unos días nos adentramos en 2022 con no pocas incertidumbres en el camino. Pero eso lo contaré en una semana. Hasta entonces, disfruten de las fiestas con el deseo de un muy feliz y próspero Año Nuevo.