Y todo va marchando según lo previsto: la recuperación de la economía de EEUU se está produciendo en 'V' y la de muchas de las demás economías nacionales más importantes también. Si el rebrote de los contagios (que no segunda oleada) en EEUU no hace descarrilar todo, podemos decir que la recesión económica norteamericana ya es agua pasada.
Si todo se fuera al traste, habría sido culpa de Donald Trump y de los gobernadores de diversos estados que no se han tomado en serio la amenaza sanitaria que suponía la pandemia (nada raro, por otra parte, dado lo que se vivió en España en febrero y marzo). Es decir, el mismo gobierno de EEUU, encabezado por Trump, que con una mano acertó de lleno con las medidas de tipo económico para combatir la recesión, estaría destrozando con la otra su propio trabajo y sus aciertos.
Puede decirse que también se recupera en 'V' la economía mundial, como muestran algunos de los indicadores internacionales más sesudos. Así, el precio de los metales industriales que, desde el día en que el Gobierno chino decretó el confinamiento de Wuhan (23 de enero) hasta que los gobiernos de todo el mundo se hubieran tomado en serio la amenaza de la pandemia (23 de marzo) había caído un 19%, ya ha recuperado todo lo perdido.
Lo mismo puede decirse de la recuperación del empleo en EEUU: de los 25 millones de personas que cobraban la prestación por desempleo a primeros de mayo, ya siete millones han encontrado un puesto de trabajo y han dejado de percibirla. Otros dos millones de personas más han vuelto a trabajar donde solían, tras superar la suspensión temporal de empleo en la que habían pasado estos últimos meses.
Habrá quien piense que el que haya salido de las listas del subsidio de desempleo un 30% de las personas añadidas que estaban en él en mayo no es para tanto, y que eso no es una recuperación en 'V'. Pero si se ve la evolución de la tasa de desempleo durante las últimas nueve recesiones de EEUU, se cambia de opinión: Nunca se había producido antes una recuperación tan rápida del empleo perdido. Es más, tras pasar las bolsas por su punto más bajo de cada recesión, en todas ellas la tasa de paro seguía subiendo entre los seis y dieciséis meses siguientes, mientras que ahora ha empezado a decrecer al tercer mes.
Habrá quien piense que el que haya salido un 30% de las personas añadidas a las listas del subsidio de desempleo no es una recuperación en 'V'
Nada que no hubiera podido imaginarse con una recesión por decreto y una expansión por decreto también.
Y así se podría seguir citando recuperaciones en 'V' de otras magnitudes económicas de las que hemos hablado en esta columna, desde la más conocida de todas (la subida de las bolsas) hasta otras de las que se habla menos, como es el precio del petróleo que, en el caso del que se usa como referencia al otro lado del Atlántico (el West Texas Intermediate) se ha recuperado, como el propio crudo, desde el subsuelo: de los -40 dólares por barril del 20 de abril a los 40,56 dólares del viernes.
Resulta muy curiosa esta combinación de errores gubernamentales generalizados en el terreno sanitario y aciertos en el económico. Es más, en los casos extremos de Bolsonaro y Trump, parece que hay algo de superchería política a la hora de no querer afrontar los hechos y de manifestarlo por la aversión al uso de la mascarilla. Aunque ambos se la hayan puesto por fin esta última semana.
Pero no nos riamos de lo que pasa en el extranjero: aquí el sonriente portavoz del Ministerio de Sanidad ha estado lanzando recomendaciones y dicterios sobre el uso de las mascarillas con el automatismo de aquellas máquinas utilizadas en unas competiciones que hacían furor en las postrimerías del franquismo y que ya nadie menciona: el tiro al plato. O, dicho de otra manera, al buen tuntún.
Estamos a seis meses desde lo de Wuhan y todavía las comunidades autónomas se lanzan renuentes a tomar decisiones “superdrásticas”: ¡Hacen obligatorio el uso de mascarillas en todo tiempo y lugar! ¡Qué barbaridad! ¡A dónde vamos a llegar, con semejante audacia!
Con suerte, para Navidad, un año después del inicio de la pandemia, el Gobierno del país se habrá decidido a sufragar la mascarilla con cargo a la Seguridad Social. Da gusto que se tomen decisiones urgentes…
El sonriente portavoz del Ministerio de Sanidad ha estado lanzando recomendaciones y dicterios al buen tuntún
Ya hemos dicho muchas veces que en temas sanitarios los gobiernos no se pueden andar con zarandajas, siempre que tengan claro lo que quieren hacer y que sea lo adecuado. En este fin de semana ha habido gente que no habrá podido ir a votar en Galicia o en las provincias vascas, unos porque estarán con una pierna rota en casa y otros porque habrán dado positivo en el test llamado PCR, de los que algunos estarán con 40 grados de fiebre y otros serán leves o asintomáticos.
Sin embargo, surge el problema de cómo respetar los derechos políticos de los últimos, mientras que para los otros dos casos nadie pone en duda que no irán a votar, por la imposibilidad física, que tiene el inconveniente de que no respeta a nada ni a nadie. La discusión es una manera de, como dicen los ingleses, partir un pelo, a lo largo, en dos.
Es verdad que en China no tienen esos problemas: tanto en el error de las primeras semanas como en los aciertos posteriores han podido actuar sin cuestionamiento aparente de nadie. Es el triunfo de lo autoritario sobre lo colegiado que, cuando se trata de otros temas, es muy poco grato de ver. Pero en circunstancias extremas, lo colegiado solo tiene inconvenientes.
Lo expresaba muy bien el cardenal Ottaviani en el Concilio Vaticano II. Los deseos de aggiornamento o puesta al día de la Iglesia que mostraba el ala aperturista del Concilio se topaban con la resistencia de quienes creían en la autoridad suprema e incuestionable del Papa y no estaban dispuestos a que la compartiera de manera colegiada con los obispos. El cardenal Ottaviani, que era el líder de la facción reaccionaria, recordó con ironía a sus contrincantes que la única decisión colegiada que se había tomado en los evangelios era la huida de los apóstoles del Huerto de Getsemaní.
Da gusto que el Gobierno del país tome decisiones urgentes…
¡Pobre cardenal Ottaviani! Se cuenta que en el furor de los debates le hicieron llorar cuando, con muy malos modos, enmascarados por el latín, le contestaron: “Vade in merdam!”.
Es la sensación que hemos tenido todos en España con el fracaso de la “operación Calviño” en la que se habían puesto unas ilusorias expectativas. En estos días se me pregunta mucho de lo que opino sobre un tema al que solo había dedicado un mensaje en Twitter hace un mes o mes y medio: “Méritos para ser la presidenta del Eurogrupo tiene, pero lo veo altamente improbable. No es el momento idóneo: España necesitará mucha ayuda. Y, aunque Calviño no es Varoufakis ni nada que se le parezca, Andoni Ortúzar (PNV) ha visto su ectoplasma (el de Varoufakis) en el gobierno. Y a otros en Europa se les estará apareciendo también (el ectoplasma)”.
¿Cuánto de esa ayuda será gratis et amore y cuánto tendrá que devolverse? También respondía en las redes sociales hace un par de meses a esa pregunta: Mi cálculo es que el dinero que no habrá que devolver será un 25% a un 30% del total, y siempre que se presenten proyectos de inversión creíbles como condición para que se libren los fondos.
Calviño no es Varoufakis ni nada que se le parezca, pero no es el momento idóneo
La hora de la verdad se acerca y dentro de una semana sabremos si esos cálculos son acertados o no. Eso, siempre y cuando de la próxima reunión del Consejo Europeo surja una decisión definitiva sobre los fondos dedicados a combatir la pandemia y sus efectos económicos. Una reunión colegiada más que hace que en España se estén retrasando muchas medidas de política económica que tendrían que haberse tomado ya.
Es lo que tienen las decisiones colegiadas. Bien lo sabía el cardenal Ottaviani. Esperemos que los apóstoles europeos que van a reunirse el sábado no salgan en desbandada.