Si hay alguien que está disfrutando con las investigaciones abiertas en la Audiencia Nacional por los contratos del Ibex 35 con Villarejo, ese es Luis del Rivero.
Ya lo dijo Tácito, "la avaricia y la arrogancia son los principales vicios de los poderosos". El hombre que al mando de una endeudada Sacyr quiso un día hacerse con el control del BBVA y de Repsol no digirió bien su caída, despedido por su consejo de administración tras fracasar en ambos intentos.
Del Rivero tiene ahora su vendetta y se entretiene organizando comidas con periodistas en lujosos restaurantes de Madrid. Mientras, sus viejos rivales son llamados a declarar por el juez Manuel García Castellón para aclarar los pagos de sus empresas a Cenyt.
Con el BBVA imputado y Francisco González fuera de juego, el expresidente de Sacyr ha disfrutado estos días viendo cómo Isidro Fainé y Antonio Brufau acudían a declarar como investigados.
Son dos casos distintos, pero en términos reputacionales el daño es similar.
Cuando Repsol y La Caixa contrataron los servicios de Cenyt para que aportara información sobre los movimientos que estaba haciendo Del Rivero para hacerse con la petrolera (que estaba participada por la entidad financiera), Villarejo era un funcionario en activo.
¿Lo sabían los jefes de Seguridad de ambas compañías? La respuesta es clave porque si así hubiera sido se habría cometido un delito de cohecho. ¿Lo sabían los presidentes de las empresas que se repartieron la factura? En este punto, ambos tienen un escudo claro: este tipo de contrataciones no tienen que pasar por presidencia y de hecho, lo normal, es (o debiera ser) que no pasen.
Las investigaciones judiciales llevan su tiempo, mientras un derrumbe bursátil puede ser cuestión de un día. La reputación de una compañía tarda años en forjarse y un caso de estas características, golpea a las empresas donde más duele: en su credibilidad ante sus clientes, ante la opinión pública y ante los mercados.
Pero el Ibex 35 también se defiende. De hecho, los departamentos jurídicos de CaixaBank y Repsol tienen sobre la mesa la posibilidad de demandar a Del Rivero por demanda temeraria y daño reputacional.
Los departamentos jurídicos de CaixaBank y Repsol tienen sobre la mesa la posibilidad de demandar a Del Rivero por demanda temeraria y daño reputacional
Hay que recordar que la Fiscalía actuó con Fainé y Brufau a petición de la defensa de Luis del Rivero. Mientras, sus declaraciones en documentales televisivos acusando a Repsol y La Caixa de espionaje y sus citas con periodistas van armando a las empresas de elementos con los que encajar el puzle.
En esta guerra de venganzas no hay que olvidar los hechos que motivaron la entrada en escena de Villarejo.
Año 2011. Tras fracasar en su intento de presidir BBVA (2004) y de asaltar la francesa Eiffage (2006), Del Rivero forja una alianza con YPF y Pemex para que Sacyr se haga con Repsol. ¿Con intención de trocearla? Eso es lo que temían en el cuartel general de la petrolera.
Para conocer sus movimientos, el director de Seguridad encarga a Cenyt un informe que resultó ser de copia y pega. La factura de esos trabajos corre a cargo de la petrolera y su principal accionista.
El desenlace del asalto estuvo marcado por el fracaso de la operación y la salida de Del Rivero de Sacyr por decisión de su consejo de administración. Dos años más tarde, el nombre de este 'rey del ladrillo' volvió a protagonizar titulares: vinculado con la 'trama Gürtel'.
Del resto de los implicados, conocido fue el final del socio del expresidente de Sacyr en esta aventura: Emilio Lozoya acabó extraditado por un caso de corrupción.
Poco importa este contexto a la investigación abierta en la Audiencia Nacional, que seguirá centrada en los hechos que ocupan en el marco del 'caso Tándem'. Pero no se debe perder de vista ante la inevitable 'pena de telediario' contra la que los servicios jurídicos de las dos empresas afectadas no descartan actuar.