Este mes o, a más tardar, el que viene, el Gobierno debe presentar los Presupuestos Generales del Estado (PGE) para el año 2022. Aunque debía ser el debate económico fundamental para analizar la economía de 2022, será un trámite sin fundamento, y sin consecuencias económicas importantes.
Las encuestas dicen que el Gobierno pierde votos. Pero eso no augura una convocatoria de elecciones generales. Los números en el Congreso hacen inviable una coalición parlamentaria que derrote al actual Gobierno, supondría contar con votos tan heterogéneos que es imposible su alianza. Por eso Sánchez está tranquilo.
Después de que le sacaran del asiento de secretario del PSOE y volviera a sentarse en él, la situación actual no le debe parecer insuperable; ya lo explica su Manual de Resistencia.
Su candidatura a renovar como candidato a presidente por el PSOE en 2023/24 está asegurada. Poco a poco ha ido eliminando la oposición interna del PSOE: en Andalucía Susana Díaz cede ante Espadas; en Cataluña, Izeta ante Illa; En Castilla la Mancha, Garcia-Page tiene a la ministra Isabel Rodríguez soplándole el cogote; lo mismo que en Aragón, Lamban tiene a la ministra Pilar Alegría. Sólo parece al pairo Ximo Puig, doblegado a la Moncloa que, de paso, le ha quitado a Ábalos del terreno y la Federación Socialista Madrileña, que muestra una cierta resistencia a ser doblegada.
Por tanto, le bastaría tener aprobado el Presupuesto para 2022, para ser candidato a presidente otra vez. Si se lo aprueban lo podría prorrogar al año siguiente. Con ello, podría llegar tranquilamente al 2024 porque en el segundo semestre del 2023 le corresponde a España la presidencia del Consejo Europeo y hay un acuerdo tácito de que durante esas presidencias no hay elecciones.
Pero ¿quién se va a oponer a esa aprobación fuera del PP, C's, Vox y algún otro diputado, que no suman votos suficientes para tumbarlo? Nadie más. Para el resto de grupos parlamentarios (UP, ERC, JxCat, PNV, BILDU y otros minoritarios) la situación es cómoda.
Todos ellos corren el riesgo de que, si no dan un cierto aire al Gobierno Sánchez, éste se líe la manta a la cabeza y disuelva el parlamento. Algo que, de momento, según las encuestas, sólo favorecería al PP y a Vox. Para los independentistas sería la peor situación.
En esto confía Sánchez. Según él, y sus expertos, tarde o temprano los actuales apoyos parlamentarios le votarán los PGE 2022 estén o no de acuerdo con sus cuentas. Por eso, El Gobierno puede presentar unos números fuera de la realidad económica del país. Así que los Presupuestos serán solo un juego político-parlamentario.
Tampoco los hombres de negro de la Unión Europea los van a analizar con detenimiento. Primero, porque saben que no significan nada y, además, la UE ahora está más bien floja en temas de disciplina fiscal. Segundo, porque en derechos humanos, Sánchez está alineado con los partidos del núcleo popular-socialdemócrata europeo que tiene más miedo a los gobiernos "rebeldes de derechas" de Polonia, Hungría, Chequia, … Eso le hace más simpático a sus ojos y menos vulnerable a sus críticas.
En consecuencia, para acabar la legislatura, ser candidato y tener posibilidades de revalidar la presidencia, Sánchez solo tiene un riesgo a la vista: que la señora Lagarde, presidenta del BCE, obligada por el crecimiento de la inflación europea tenga que dejar de comprar deuda pública (aplicar el tapering según jerga macroeconómica) y subir los tipos e interés. Entonces el "servicio de la deuda" (intereses) disparará el déficit, cebará la inflación, y el Gobierno Sanchez no tendrá más remedio que recaudar vía impuestos.
Si se produjera ese panorama los más desfavorecidos irían al paro y tendrán menos ingresos y las clases medias pagarían la fiesta a través de impuestos.
La imagen del Gobierno se deterioraría, incluso en su electorado, y sus posibilidades electorales estarán menguadas. Ante eso, Sánchez confía en los 140.000 millones de euros de los fondos europeos para amortiguar esos efectos. Veremos qué ocurre.
Por tanto, si al lector le interesa saber qué va a ocurrir con la situación económica, la cifra a analizar es la inflación europea, no los Presupuestos 2022