Primero, fue la deserción de la CEOE, que por fin se dio cuenta de que la vicepresidenta tercera, Yolanda Díaz, les manipulaba. Ya no es tan sencillo para la comunista llegar a acuerdos en materia laboral. Segundo, fue el INE, que rebajó al 1,1% el crecimiento del PIB en el segundo trimestre cuando el Gobierno alardeaba del 2,8%. Puñalada al cuadro macroeconómico del proyecto de Presupuestos Generales del Estado para 2022.
Tercero, la fuga de Iberdrola y las eléctricas, recurriendo al PNV para evitar que vía decreto les expolien beneficios. Hace poco el FMI rebajó sustancialmente el aumento del PIB para 2021 previsto por el Gobierno (6,5%). Además, el gobernador del Banco de España se ha vuelto crítico con la deriva de las medidas económicas del Gobierno al que acusa de ideologizado. Ahora es el servicio de estudios del BBVA el que echa por tierra las previsiones del Gobierno dejando en el 5,2% el crecimiento de este año.
Es posible que Calviño, vicepresidenta económica, se haya dirigido a Carlos Torres, presidente del BBVA, y le haya dicho la célebre frase de Jesús a sus discípulos cuando les explicó la Pasión que tenía que sufrir: ¿también vosotros me abandonáis?
Porque la Pasión de Calviño ha comenzado. Sus cuentas se están convirtiendo en cuentos. Cuentos que tiene que explicar a Bruselas, donde aún le queda prestigio. Prestigio que Sánchez, con sus socios de Gobierno y aliados parlamentarios, van a socavar. Prestigio que aún necesitamos los españoles para que no se corten los suministros de los 140.000 millones de euros de la Next Generation o fondos de recuperación de la UE.
La Pasión de Calviño ha comenzado. Sus cuentas se están convirtiendo en cuentos
Poco a poco, los responsables de las decisiones empresariales en España están abandonando a la vicepresidenta. Estos ecos están llegando a los mercados internacionales. Ya han llegado y de ahí, la menor inversión directa en España. Al final también llegarán a Bruselas y otras instituciones comunitarias, como el BCE. Entonces el prestigio de nuestros responsables económicos se pondrá en duda.
Pero el BBVA no ha abandonado del todo a la vicepresidenta Calviño; ha sido prudente en sus previsiones. Recuerden los lectores que vengo insistiendo en que no creo que crezcamos por encima del 5%. Por eso, creo que su servicio de estudios debe haberse moderado. Al fin y al cabo, una compañía de su tamaño no debe mojarse demasiado en contra del poder político. Otra cosa es lo que digan internamente.
Por ejemplo, respecto a la inflación me parece que ha sido prudente al afirmar que, si bien acabaremos con el 4% de aumento del IPC (Índice de Precios al Consumo) a final de 2021, con una media del 2,8% en el año, ese servicio de estudios prevé un 1,8% para 2022.
En mi opinión, si el 2021 se cumplen sus previsiones, los sindicatos de las grandes empresas no van a tener más remedio que pedir que se revisen los salarios al alza en el primer semestre de 2022. Sí, además, el Gobierno cumple con su deseo de subir el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) a 1.000 euros a principios de 2022, eso también empujará a la escala jerárquica de los sueldos. Sobre todo, en los convenios sectoriales que no tienen en cuenta las características propias de cada empresa en particular.
Algunas pymes están reteniendo sus subidas de precios por miedo a que su demanda caiga. Pero si al aumento del coste energético y la falta de algunos suministros, se añade el laboral, al final los subirán. Eso cebará la inflación en un país de servicios como el nuestro en el que el peso de los salarios en el producto final es alto.
De manera que el servicio de estudios del BBVA aún no ha abandonado del todo a Calviño y sus previsiones macroeconómicas. Ha sido moderado y prudente, tanto en la subida del PIB de 2021 (que será menor), como en la inflación de 2022 (que será mayor).
El final será cuando el CIS, que preside José Félix Tezanos, dé por ganador al PP frente al PSOE en uno de sus célebres y maquillados sondeos. Entonces, Sánchez sí dirá lo que Cesar exclamó en su asesinato: ¿Tú también Bruto, hijo mío? ¿Tú también Tezanos, sociólogo mío?
*** J. R. Pin es profesor del IESE.