Gerard Piqué sabia que "el Barça es más que un club". Frase 'misteriosa', que insinúa ocultas intenciones (¿quizás nacionalistas?) y que le enseñaron como jugador y capitán del equipo titular blaugrana.
Ahora, como 'emprendedor' (que es la forma moderna de llamar a un negociante) ha aprendido otra, no menos jugosa: "el fútbol es más que un deporte". Pero esta frase no tiene nada nuevo. Mucha gente lo sabía: el fútbol es un negocio. Alrededor de él se mueven millones y cómo dice un refrán español: "administrador que administra y enfermo que se enjuaga, algo traga". Algo que se puede aplicar al otro personaje de la reciente historia de la Supercopa del fútbol español: el presidente de la RFEF (RealFederación Española de Fútbol), D. Luis Rubiales.
Si hasta ahora los pelotazos se hacían con el balón, ahora han descubierto que se pueden hacer sin él.
El lector estará esperando, después de esta entrada del artículo, una diatriba sobre 'las malas artes' de ambos personajes. Siento defraudarle.
Lo único que veo de confuso en el "pelotazo" de la Supercopa con su traslado a la península arábica es la falta de transparencia. Por lo demás: ¿alguien ha sido lo suficiente ingenuo para pensar que ese traslado era solo un tema deportivo? ¿Que sus protagonistas lo hacían en loor al mejor nombre del fútbol español y su gloria? ¡Vamos, anda!
Lo único que veo de confuso en el "pelotazo" de la Supercopa con su traslado a la península arábica es la falta de transparencia
Hace ya mucho, mucho, tiempo que el fútbol español dejo de ser solo un deporte. Es mucho más para los dirigentes de clubs medianos y grandes, los deportistas, los medios de comunicación… Incluso para el Gobierno de que sabe que el fútbol profesional da trabajo, paga impuestos y genera PIB.
Según la consultora Price Waterhouse el fútbol profesional español mantiene 185.000 empleos remunerados, paga 4.100 millones de euros en impuestos y factura un equivalente al 1,37% del PIB. Además, con la salida de la Supercopa y las giras de los más importantes clubs al extranjero exporta espectáculo y mejora la balanza de pagos.
Entonces, ¿por qué extrañarse que se hagan pelotazo económicos en el fútbol español? Los vemos todos los días. Cada traspaso de un buen jugador es uno de ellos. Las canteras propias son "fábricas" de jugadores que en el futuro pueden "venderse" por cifras sustanciales. Son como los nuevos gladiadores de la Roma imperial. Aquella que, como nos enseñó la película Espartaco (la de Kirk Douglas) fabricaba, en esclavitud, a los futuros "productos deportivos" en escuelas especializadas.
Entonces, ¿por qué rasgarse las vestiduras por la operación Piqué/Rubiales? Si acaso, se les puede acusar de falta de transparencia inicial.
La duda es si hubiera salido adelante la operación en el caso de que hubieran explicado desde el principio, con pelos y señales, sus detalles financieros. Seguramente no. La discreción es una habilidad necesaria en los negocios.
Además, España es un país donde se sospecha siempre de los que ganan dinero. El pueblo español ha sido educado con la frase de "¿qué es más fácil: que un camello pase por el ojo de una aguja o que un rico entre en el cielo?". Por eso, a los que hacen negocios se les mira siempre con recelo. Por eso, alguna vez, los que hacen negocio no lo hacen con discreción, sino con ocultamiento. Error.
Ese es el error de Piqué y Rubiales y los que se movieron en el asunto. O ¿es qué los administradores del Real Madrid, Barcelona, y los otros clubs no se enteraron de nada? ¿No sabían cómo venían estos ingresos? En el mejor de los casos se hicieron los "despistados" y cuando llegó el dinero a su caja lo contabilizaron sin preguntar.
¿De verdad pensaron?:"Qué casualidad, nos han caído estos millones gracias al esfuerzo desinteresado de los gestores de la operación" ¿Ingenuidad o astucia? Ya se sabe: ojos que no ven, corazón que no siente (por citar otro refrán de la sabiduría popular española). O aquello de: no preguntes por si acaso.
Ahora correrán, están corriendo, rios de tinta, tertulias radiadas y televisadas sobre este tema. Por eso me parece que hay que levantar la copa para quienes consigan monetizar cualquier actividad española, especialmente si traen dinero de fuera. Eso sí, con transparencia.