La EPA del cuarto trimestre confirma la tendencia anticipada en estas páginas desde hace meses sobre el imparable deterioro de la coyuntural laboral. El número de ocupados disminuye en 81.900 personas respecto al trimestre anterior. La ocupación en el sector público aumenta en 20.000 personas, pero desciende en 101.900 en el privado. El número de asalariados se reduce en 31.700 y el de autónomos en 34.700. 43.800 trabajadores han pasado a engrosar las cifras del desempleo y la tasa de actividad, 16 puntos inferior a la de la media UE, ha bajado. Esta es la radiografía real del mercado español al finalizar 2022.
Esos datos se producen en un escenario en el que, conforme al avance proporcionado por el INE, el PIB habría crecido el pasado año un 5,5%. Si con ese crecimiento, el binomio empleo-paro ha tenido un comportamiento cuya benigna calificación sería la de mediocre, la evolución de ambos en 2023 tenderá de manera evidente e inexorable a empeorar.
La elasticidad aumento del PIB-creación de puestos de trabajo se ha debilitado de forma nítida, lo que comienza a reflejar el presumible efecto negativo de la contrarreforma laboral realizada por la coalición gubernamental.
"La elasticidad aumento del PIB-creación de puestos de trabajo se ha debilitado de forma nítida"
Esa hipótesis se ve reforzada por las previsiones macroeconómicas presentadas por el FMI en su último informe sobre España. Estas proyectan una tasa de paro del 12,8% en 2023, del 12,5% en 2024 y del 12,3% en 2025. Esto es, en el próximo trienio, el desempleo en España se reduciría, ceteris paribus, en 0,5 puntos, lo que resulta desolador ya que casi seguiría doblando el existente en la media de la zona euro y en la de la UE.
En esa misma línea, las proyecciones del FMI en materia de empleo son lamentables. Éste se incrementaría un 0,5% en 2023, un 0,8% en 2025 y un 0,6 % en 2025. Esta es la expresión de un encefalograma plano en lo que se refiere a la generación de puestos de trabajo y muestra la incapacidad de la economía española o, para ser precisos, de la política gubernamental de incorporar a la actividad laboral a millones de ciudadanos españoles en búsqueda de un trabajo y de recortar la legión de parados existente en la 'vieja piel de toro'.
El Gobierno social-comunista ha dicho que el FMI respalda y avala su política en general y la laboral en particular. Sin embargo, ha omitido algunos comentarios, de cierta relevancia siendo generosos, sobre la situación del mercado de trabajo español, realizados por esa institución cuya puesta de manifiesto resulta imprescindible para tener una visión clara del escenario y no la manipulada por la coalición gubernamental y su ejército de acólitos.
En primer lugar, el FMI pone de manifiesto que la enorme diferencia entre los costes de despido de los trabajadores indefinidos versus los temporales dificulta resolver el problema de la precariedad laboral. Si se suman contratos temporales, fijos-discontinuos y los pluriempleados, el denominado trabajo precario en España está en los mayores niveles de los últimos 30 años.
En segundo lugar, el FMI señala que la reinstauración de la ultraactividad en los convenios "no está en línea" con las prácticas existentes en el resto de los países desarrollados. España es el único Estado UE-OCDE en mantener esa práctica cuyo resultado es conceder de facto una capacidad de veto a los sindicatos en la negociación colectiva si ésta no se ajusta a sus exigencias.
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En tercer lugar, el FMI afirma que la restauración de la primacía de los convenios de ámbito superior sobre los de empresa no preserva la flexibilidad necesaria para adaptar las condiciones laborales a las cambiantes condiciones económicas.
En cuarto lugar, el FMI sostiene conforme a sus propias investigaciones y estimaciones que los aumentos del SMI pueden tener consecuencias indeseadas sobre el empleo que neutralicen las hipotéticas ganancias de los trabajadores con renta baja y, en cualquier caso, han de alinearse con las condiciones del mercado laboral y con el crecimiento de la productividad, lo que no ha ocurrido en España.
La única buena noticia derivada de la desastrosa EPA del cuarto trimestre de 2022 ha sido el ahorrarse la aparición de la Sra. Díaz para sacar pecho de los "extraordinarios" datos de empleo y paro anotados por la economía española. Su silencio es toda una declaración de principios. Y la triunfalista celebración del Informe del FMI sobre España, como se ha mostrado, es una falacia: ofrece un panorama nada halagüeño su situación y sus perspectivas económicas, extremo silenciado por el grueso de los medios de comunicación.