Al cierre del viernes pasado la materia prima que más subía de precio en lo que va transcurrido de 2023 (de entre las 25 que forman el índice S&P GSCI Spot) era el oro, que acumulaba un 9%. La que pasaba por un peor momento era el gas natural, cuya variación de precio acumulada en 2023 era -45%.
Con esa foto de situación de las materias primas cualquiera concluiría que la recesión económica está a las puertas, dado que la subida de la cotización del oro se asocia a los momentos económicos difíciles, ya sean éstos recesiones, guerras, inflación y tipos de interés, nominales o reales, muy bajos.
De la misma manera, la bajada del precio del gas natural en los mercados europeos y de EEUU hace sospechar (además de una vuelta a la situación de normalidad y de la llegada de la primavera al hemisferio norte) que la demanda industrial de energía está renqueando, una impresión que está reforzada en buena medida por la evolución del precio del petróleo Brent (que cae un 15,3% en lo que va de año) y de sus productos refinados (-18% el gasoil) además de por la caída de precio del conjunto de los metales industriales, que alcanza ya el -4%.
Para abundar en la impresión que se quiere transmitir: solo una materia prima industrial acumula una subida de precio (se trata del cobre: +2,5%) mientras las otras seis que tienen ganancias son o metales preciosos o materias primas agrícolas (café, cacao y azúcar) y ganaderas.
Y aún la subida del precio del cobre puede tener más que ver con las virulentas protestas que hay en el Perú desde hace meses que, propiamente, a un aumento de la demanda (la mina de la empresa china MMG, Las Bambas, ha tenido que estar cerrada parcialmente desde noviembre por los disturbios).
"La recesión económica está a las puertas, dado que la subida de la cotización del oro se asocia a los momentos económicos difíciles".
No es que a las materias agrícolas les esté yendo muy bien, tampoco, pues, de conjunto (siendo un factor importante la bajada del precio del trigo: -10,3%) acumulan unas pérdidas de 5% en 2023.
¿Una bajada de precio de las materias primas industriales es suficiente como señal para concluir que le economía global va a entrar en recesión? Por sí misma no, pero unida a la subida de tipos de interés, a la inversión de la curva de rentabilidades y a las turbulencias y quiebras bancarias, la probabilidad de que así sea aumenta notablemente.
La caída de precio de las materias primas no es síntoma suficiente como para desencadenar una recesión económica, aunque sí son numerosas las etapas de la historia en que eso ha sido así. Por ejemplo, en momentos muy parecidos a los actuales, por el ascenso de la inflación, como fueron los años 1980-1982, se produjeron dos recesiones coincidentes con una fuerte bajada de precio de los metales industriales. También sucedió algo parecido (recesión) en 1988-1993, 2000-2001, 2007-2009, 2018-2020.
En otros momentos, menos numerosos, esa bajada de precio de los metales industriales ha coincidido con enormes dificultades como las de 1994-1999 (con la crisis de impagos de los mercados asiáticos, el default (impago) de Rusia y la quiebra y rescate del fondo de inversión libre LTCM) o las de 2011-2016, con una desaceleración muy fuerte del crecimiento en dos o tres ocasiones durante ese período, además de los momentos de pánico financiero por el casi-default de la deuda pública de EEUU, el caos económico y bursátil en China y los rumores sobre las dificultades graves del Deutsche Bank.
La caída de precio de las materias primas no es síntoma suficiente como para desencadenar una recesión económica, aunque sí son numerosas las etapas de la historia en que eso ha sido así.
La subida de tipos de interés, y las complicaciones que suele llevar aparejadas, ha traído la crisis bancaria, de nuevo, a la actualidad, con líneas de crédito de emergencia aprobadas en EEUU y Suiza para salvar a un grupo de bancos regionales en dificultades, en el primer caso, y al Credit Suisse en el segundo.
Y, a pesar de esas drásticas decisiones, ya se ha visto durante el fin de semana que no han sido suficientes y que, en EEUU, un grupo de 110 bancos piden medidas de ayuda especiales para ellos, dado que algunos no pueden beneficiarse de la línea de crédito aprobada, sea por no tener garantías suficientes que presentar al descuento en la Reserva Federal o por otras razones. Para el Credit Suisse la decisión ha sido encontrarle comprador.
La élite de la banca internacional y también de la regional de EEUU se está viendo, pues, afectada por dificultades que, si nadie las vio venir, es porque se ha olvidado la referencia más básica de que, cuando los tipos de interés suben, y suben tan rápidamente como en los últimos doce meses, los problemas le crecen como setas a los bancos.
De ahí la imprudencia de Pedro Sánchez y sus ministras legislando para que los bancos paguen un impuesto extraordinario sobre sus ingresos. Supongo que Nadia Calviño ya estará a estas alturas temblando ante la posibilidad de que tenga que pasar de pedirle solidaridad a la banca a tener que recibir peticiones de la banca para que quien sea solidaria sea ella, con la pólvora del rey, claro; es decir, con el dinero estatal. Sería una triste ironía.
Cuando los tipos de interés suben, y suben tan rápidamente como en los últimos doce meses, los problemas le crecen como setas a los bancos.
Menos mal que aún le queda al gobierno un ministro que muestra sensatez, a pesar de que se precipite de vez en cuando. Que es lo que hizo Luis Planas al asegurar hace más de un mes que el precio de los alimentos había tocado techo en enero: por solo tres meses podría haber acertado ya que muy probablemente ese techo lo toquen los alimentos básicos en abril o mayo, aunque puedan experimentar un primer alivio en marzo.
Y es que la correlación entre el precio internacional de las materias primas agrícolas y el precio de los alimentos básicos en España es del 100% pero con un retraso de 12 meses, por lo que, como el precio máximo de las primeras se alcanzó en mayo de 2022, lo esperable es que el de los alimentos básicos empiece a bajar fuertemente o en ese mismo mes o en el mes de junio. No obstante, podrían tener un alivio en marzo, dado que en ese mismo mes de 2022 las materias primas agrícolas flojearon un poco.
De modo que lo más probable es que el verdadero retroceso del precio de los alimentos será difícil que impacte de manera muy positiva en el IPC antes del verano, cuando ya será demasiado tarde para las elecciones autonómicas y locales del 28 de marzo en las que parece que vamos a contemplar un verdadero corrimiento de tierras en las preferencias de los electores.
En todo caso, para entonces, la crisis bancaria estará aún vivita y coleando (recuérdese que los bancos de EEUU tenían a final de 2022 minusvalías tácitas por valor de 650.000 millones de dólares; ¡Ojalá no tengan que materializar ni una mínima parte de ellas!) y todo tipo de problemas acuciarán a este gobierno y a los demás.
Veremos si, para entonces, el precio del oro ha seguido subiendo: lo probable es que sí, aunque en la Gran Crisis Financiera no lo hizo mucho (de hecho, se comportó como hasta ahora, con subidas moderadas) y si el precio del gas ha seguido bajando (lo probable es que sí) como en 2008 también, lo que fue un síntoma más de que la economía global había ya entrado en recesión.