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La tribuna

Cambiar la recesión hoy por crecimiento muy bajo mañana: ¿compensa hacer esto?

12 abril, 2023 02:59

La actualización semestral de las Perspectivas Económicas Mundiales del Fondo Monetario Internacional (FMI) aporta siempre datos relevantes de coyuntura, pero también con una mirada de medio plazo que es de gran interés. Especialmente después de la pandemia y en plena continuidad del proceso inflacionista, mirar a dos y tres años vista se convierte en un ejercicio esencial para evaluar de manera rigurosa si se puede dar por buena la situación del crecimiento actual o no.

Centrando la atención en el caso de España y su comparativa con sus socios europeos, no parece convincente conformarse con un escenario de crecimiento muy bajo para 2024 y 2025 al mismo tiempo que se “celebra” que la probabilidad de recesión para 2023 sigue bajando desde diciembre pasado.

En el fondo, en los últimos meses se ha cambiado la recesión (incluso aunque sólo fuese ‘técnica’) para 2023 y crecimientos por encima del 3% a partir de 2024 por un escenario sin recesión, pero con crecimientos para 2024 y 2025 por debajo o en torno al 2%.

¿Compensa hacer estos esfuerzos para obtener este resultado? Estamos ante un momento de preferencia extrema por el corto plazo, asumiendo un coste invisible y creciente para mantener una tasa mínima de crecimiento económico interanual suficientemente por encima del 1%.

Pero a cambio de restar potencial de crecimiento para 2024 y 2025 y con un coste aparejado en términos de acumulación de deuda pública en términos nominales, ya que en términos reales la inflación ayuda a tener crecimientos del PIB nominal del entorno del 5% y con ello licuar la ratio de deuda sobre PIB.

"El consenso de Funcas apunta a un crecimiento del consumo público del 1,4% para 2023 y del 1,2% para 2024"

Para mantener este escenario macroeconómico, dos factores son esenciales. Por un lado, el recurso incesante al consumo público para contribuir siempre de manera positiva a la tasa de crecimiento del PIB real (éste será probablemente el factor que salvará el dato del primer trimestre de 2023 al aplicarse la subida de los salarios de los empleados públicos y el encarecimiento de las compras de bienes y servicios).

Por otro lado, el buen comportamiento de la demanda externa hasta la fecha ha ayudado a cerrar, por ejemplo, 2022 con un crecimiento superior al previsto.

En el primero de los casos, el consenso de Funcas apunta a un crecimiento del consumo público del 1,4% para 2023 y del 1,2% para 2024, superior en el caso de 2023 al crecimiento del consumo privado, el cual se ha revisado a la baja en los últimos meses.

A estas alturas, el consumo público debería estar cayendo como muestra de una política fiscal contracíclica de lucha contra la inflación. Y si no lo está haciendo es por la decisión del Gobierno de seguir incrementando el gasto para compensar la menor aportación tanto del consumo privado como de la formación bruta de capital.

Finalmente, con respecto a la demanda externa, 2023 seguirá contribuyendo positivamente con cinco décimas también según el consenso de Funcas, mientras que para 2024 ya será neutral para el crecimiento. En cualquier caso, el saldo por cuenta corriente seguirá siendo positivo (0,5% del PIB en 2023 y 0,6% en 2024), lo cual es quizá la mejor noticia del dibujo macro a medio plazo: las empresas españolas resisten el pulso en el exterior y continúan vendiendo más de lo que compran.

"El propio FMI vuelve a rescatar la evidencia empírica (...) que señala que la vía para estabilizar el crecimiento de la deuda y sanear las cuentas públicas es el recorte de gasto público"

Dos aspectos en paralelo al análisis del PIB llaman la atención en los cálculos del FMI. Por un lado, la persistencia de tasas de inflación elevadas en los próximos meses (estimación del 4,3% para 2023) seguirán causando tensiones en diferentes sectores económicos que presionan para actualizaciones de sus rentas y salarios conforme al IPC.

Y, por otro lado, el problema de la cronificación del déficit público, el cual crecerá según la previsión del FMI hasta los 63.000 millones de euros en 2023, de los cuales 59.000 son de carácter estructural. Si esto se produce en el año de mayor recaudación histórica, aunque sólo sea por efecto inflacionista, revela hasta qué punto existe un problema en ciernes en materia fiscal para el próximo Gobierno.

El propio FMI vuelve a rescatar la evidencia empírica de los estudios del difunto Alberto Alessina donde señala que la vía para estabilizar el crecimiento de la deuda y sanear las cuentas públicas es el recorte de gasto público frente a las subidas de impuestos. No por muy repetido será menos importante volver a retomar la senda de la seriedad y la ortodoxia en materia fiscal.

*** Javier Santacruz es economista.

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