Nota inicial: Este artículo es política ficción, probablemente no se cumpla. El trabajo de un científico social no es acertar, sino anunciar un futuro malo para que se pongan en marcha los mecanismos para que no se cumpla. Por así decirlo: se les paga para que no acierten.
Supongamos que Yolanda Díaz resucita la izquierda del PSOE. Lo suficiente para que Sánchez, sin ganar las elecciones, gobierne reeditando el Gobierno de coalición con apoyo parlamentario de los partidos nacionalistas, separatistas y otras minorías.
Supongamos también que el 28 de mayo Unidas Podemos, dirigida por Pablo Iglesias, recibe un susto en las elecciones municipales y autonómicas y decide rendir armas a Yolanda Díaz y su “Sumar” para las elecciones generales. La “musa progre” de la izquierda consigue el apoyo mediático que le facilita, bajo cuerda, el PSOE.
Supongamos que en las elecciones generales la oposición, PP y VOX, quedan muy cerca de la mayoría absoluta, pero no gobiernan. No les apoya el PNV, para no dejar espacio independentista a Bildu ¿Feijoo decidiría dejar la Presidencia del PP? No es seguro, aunque se ha anunciado. La oposición quedaría desorientada durante un tiempo.
Sánchez se envalentonaría. No habría quien le tosiera ni en el Gobierno, ni en el parlamento; calcularía más de diez años de presidencia. Pablo Iglesias sería residual en su reducto mediático. En poco tiempo sus financiadores se cansarían y le cerrarían el grifo. El sanchismo sería hegemónico en el PSOE y su izquierda.
El sanchismo sería hegemónico en el PSOE y su izquierda
Todo habría salido tal como los estrategas de Ferraz-Moncloa habrían planificado. Parabienes para el inquilino del palacio de la Moncloa. Los llamados por Sánchez “oscuros poderes económicos”, que se adaptan al poder, le rendirían pleitesía. Atraído por los oropeles de la política europea e internacional, Sánchez viajaría sin parar preparándose un “lugar en el sol” para cuando deje el poder en Madrid.
Pero Bruselas empezará a cambiar. Se habrá solucionado, de alguna manera, el conflicto ruso/ucrania y las instituciones europeas volverán a centrarse en las cuestiones económicas. Se acabarán las vacaciones fiscales. Los “países frugales” reducirán su deuda y déficits públicos. El Benelux, Austria, Dinamarca, Alemania, … Incluso Polonia y el resto de los países del este europeo arreglarán sus cuentas.
Para entonces en España la inflación ya no aumentará los ingresos fiscales del IVA o el IRPF. Por tanto, debido a las políticas sanchistas y la subida de tipos de interés, entraría en 2024/25 en un déficit y una deuda pública cada vez mayores.
Además, los fondos de Next Generation europeos no responderán a sus expectativas. La causa serán los cuellos de botella de la Administración Pública viciada con años de politización socialista de muchas instituciones.
Aparecen escándalos de corrupción, no por casualidad, sino por el vicio en que incurren los que permanecen mucho tiempo en el poder.
Debido a las políticas sanchistas y la subida de tipos de interés, entraría en 2024/25 en un déficit y una deuda pública cada vez mayores
Europa empezará a ponerse nerviosa con la situación de la economía de los países gastadores del sur. En particular la de España.
En 2025/26 la Comisión Europea pediría a Sánchez que reduzca el déficit y la deuda pública y haga un reajuste de las pensiones. El programa Escrivá, como ya anunció la Airef y otras instituciones, no habría resuelto su estabilidad.
Las “personas de negro” (ellos y ellas) aparecerán en Madrid con cara de pocos amigos. Auditores internacionales que certificarían el problema. Los españoles se darían cuenta del desastre económico que se avecina.
Unos y otros pedirían a Sánchez, como ocurrió con Rodriguez Zapatero, que cambie su política económica. La vicepresidenta Calviño sabrá lo que hay que hacer: austeridad, reducción de subvenciones, parón del salario mínimo interprofesional, reducción de la administración, quizás cambio de las pensiones … El resto de los ministros y el propio presidente no querrán ese giro.
Pedro Sánchez convocaría elecciones anticipadas entre la mitad de 2025 y el principio de 2026.
El PP ya se habría estabilizado y Vox normalizado moderando muchas de sus propuestas.
En las nuevas elecciones generales el país votaría mayoría absoluta para el centro-derecha, con o sin Vox. El nuevo Gobierno iniciaría una política de reformas económicas necesarias, pero dolorosas.
Y es que la historia se repite. Los pueblos que la olvidan están condenados a repetirla. Este artículo es sólo un aviso, no un vaticinio.
** J. R. Pin Arboledas es profesor del IESE