“Si eres paciente en un momento de ira, escaparás a cien días de tristeza” (Proverbio chino).
Cuando mis clientes me preguntan por mis inversiones financieras favoritas, suelo responder que opto por las acciones de crecimiento. Eso se traduce en sectores de innovación como la tecnología (semiconductores, inteligencia artificial, software…), la salud y la transición energética. Y en cuanto a áreas geográficas, la inversión en crecimiento se traduce en… Asia-Pacífico sin lugar a duda. Por supuesto, me refiero a gigantes como China y la India, pero también incluyo al resto de los países de la zona, como, por ejemplo, Vietnam.
Asia-Pacífico sigue siendo una región dinámica a pesar del sombrío telón de fondo de lo que parece perfilarse como un año desafiante para la economía mundial, que está a punto de desacelerarse a medida que el aumento de los tipos de interés y la invasión en Ucrania pesan sobre la actividad.
La reapertura de China proporcionará un nuevo impulso. Normalmente, el efecto más fuerte sería de la demanda de bienes de inversión en China, pero esta vez el mayor efecto proviene de la demanda de consumo. Otras economías emergentes de la región están en camino de disfrutar de un sólido crecimiento, aunque en algunos casos a tasas ligeramente inferiores a las del año pasado.
En el sumatorio de los años 2022, 2023 y 2024, Asia-Pacífico habrá crecido un 13,35%:
El principal acontecimiento ha sido la reapertura de China, donde el aumento del consumo está impulsando el crecimiento en toda la región a pesar de la menor demanda del resto del mundo. Los riesgos para las perspectivas incluyen los efectos secundarios de un endurecimiento de la política monetaria de EEUU mayor de lo esperado y las interrupciones de la cadena de suministro asociadas con la fragmentación geoeconómica.
A más largo plazo, se espera que la economía china, que ha sido el principal motor del crecimiento regional y mundial durante décadas, se desacelere ante una demografía desfavorable y una desaceleración de la productividad, pero la India cogerá el testigo. La región debe priorizar las reformas estructurales para impulsar el crecimiento a largo plazo a través de la innovación y la digitalización.
La demanda interna de Asia se ha mantenido sólida hasta el momento a pesar del endurecimiento monetario, mientras que el apetito externo por productos tecnológicos y otras exportaciones se está debilitando. El FMI proyecta que la región contribuirá al 70% del crecimiento mundial este año (China y la India juntos, un espectacular 50% del crecimiento global), ya que su expansión se acelera al 4,6% desde el 3,8% del año pasado:
La movilidad se ha recuperado en los mercados emergentes de Asia desde mediados de 2022. La reapertura fue más tardía que la del resto del mundo e impulsó la demanda interna, mientras que la disminución de los costes logísticos alivió las restricciones de suministro. Las manufacturas y los servicios también repuntaron, pero las exportaciones, en particular de electrónica, se han contraído desde finales de 2022. Los precios de las exportaciones de tecnología (por ejemplo, semiconductores) han bajado desde los máximos recientes:
La revolución energética ofrece oportunidades para el crecimiento impulsado por la innovación. El auge en curso en las ventas de vehículos eléctricos en Asia sugiere que algunas economías ya han comenzado a reorientarse hacia oportunidades de innovación. Sigue siendo esencial una mayor cooperación internacional, especialmente en relación con la obtención de asistencia financiera para la adaptación al cambio climático de los mercados emergentes vulnerables de la región (por ejemplo, Bangladesh y las islas del Pacífico):
Feliz semana a todos y no olvidemos esta enseñanza de Confucio: “Hay dos vidas, la segunda comienza cuando nos damos cuenta de que sólo tenemos una”.