El pacto se presentó el martes. Yo tengo reservada mi columna para el viernes. Cuando se publique habrán corrido ríos de tinta sobre lo que su documento tiene de economía. Por tanto, no voy a describirlo, sino intentar descubrir lo que hay detrás de su contenido en materia económica.

El documento no parte de un análisis de la situación. Es un rosario de intenciones, salpicado con algunas decisiones. Está plagado de declaraciones en primera persona del plural: defenderemos, adoptaremos, haremos, desarrollaremos, trabajaremos, … 

Muchas de las medidas económicas que hay detrás de estos “…mos” pueden ser suscritas por todo el arco parlamentario. Porque muestran un panorama feliz; una situación que casi todos querrían poder alcanzar.

Sólo algunas propuestas de las 48 páginas del documento pueden ser discutidas por los sectores más ortodoxos de la economía. Y digo ortodoxos, no conservadores. Éstos últimos podrían estar de acuerdo con todas.

Entre las más discutidas por los ortodoxos de la economía estarían: 

  • La reducción de la jornada laboral a 37,5 horas semanales (paulatinamente hasta 2025); 

  • El aumento de los permisos de paternidad/maternidad; 

  • La subida del salario mínimo interprofesional hasta el 60% del salario mínimo; 

  • El mantenimiento de la capacidad adquisitiva de las pensiones según el IPC; 

  • Una ley de la vivienda que ha encarecido hipotecas, inmuebles y alquileres;

  • Aumentar la fiscalidad hasta el 46% del PIB haciéndola más progresiva (sobre todo a grandes empresas, ciudadanos ricos, grandes fortunas, el sector bancario y energético …); 

Los ortodoxos de la economía las podrían discutir, no porque no sean deseables, sino porque no se pueden pagar. Unas porque van contra la productividad, otras porque aceleran el gasto y las fiscales amenazan a los que pueden crear riqueza y puestos de trabajo para los españoles. Cuando se exprime a la gallina de los huevos de oro, se va y mantiene miles de millones en el extranjero o traslada las sedes de sus empresas fuera de las fronteras. Mal negocio.

Lo que se trasluce de todas estas propuestas es que Pedro y Yolanda, Yolanda y Pedro, estiman que España es un país rico ¡Muy rico! Que se puede permitir alegrías que no se pueden permitir otros menos afortunados como Alemania, Francia, Inglaterra, Bélgica, Países Bajos, … por citar algunos cercanos que nos van a mirar con envidia.

Lo curioso es que la viabilidad de esas intenciones se basa en que estos países “menos afortunados” van a ayudar a ésta “Arcadia Feliz”, que es España, a mantener un estatus de rico. Nos van a dar decenas de miles de millones de euros del programa Next Generation para pagar la fiesta.

Sí ¡la fiesta! Porque además de ser una palabra muy española, es propia de países ricos y, según Sumar-PSOE lo somos.

En mi opinión, ese documento para Sánchez tiene dos posibles objetivos: una investidura o una campaña electoral si ésta fracasa.

Ese documento para Sánchez tiene dos posibles objetivos: una investidura o una campaña electoral si ésta fracasa

Una vez presentado el documento del “país de las maravillas” ¿cómo se va a oponer Junts a esa visión, aunque el 75% de los 4.000 adictos a Puigdemont prefieran el fracaso de la investidura? ¿Y ERC, Bildu o el PNV?

El documento es una baza frente a ellos. 

Ahora bien, si no saliera la investidura, la presentación del documento es el primer acto de la campaña electoral. Esta sería la posible segunda utilidad del documento de 48 páginas que resume la España feliz de Sánchez.

Porque no contiene la palabra clave: amnistía. Yo, al menos, no la he visto en todo el documento. He ido al apartado sobre el equilibrio territorial y no está; en los puntos sobre la defensa de las instituciones, tampoco la he encontrado; en la exposición de motivos no aparece; …

De manera que el contenido económico del documento es un mensaje electoral. Para conseguir los votos de los diputados en la investidura, con la excepción del PP, Vox, UPN y ¿CC?; o para obtener votos en unas próximas elecciones de: jubilados con pensión de acuerdo don el IPC; trabajadores que vean aumentado su salario vía subida del SMI; empleados públicos que verán reducida su jornada laboral, etc.

No es un plan Gobierno, es un programa electoral. Y ¿quién ha dicho que los programas electorales son para ser cumplidos?

** J. R. Pin Arboledas es profesor del IESE.