La Unión Europea está empeñada en la transición energética aumentando las energías renovables y sustituyendo a las fósiles. Europa despliega una amplia gestión interior y exterior para ello.

Dentro de su territorio tiene que desarrollar una política de cooperación con el sector privado para conseguir la inversión necesaria. Fuera debe propiciar la misma transformación en otros países, en particular los que son sus proveedores. Por ejemplo, Azerbaiyán, Egipto, Argelia, … si Europa importa energía de estos países, también debe propiciar en ellas la transformación energética.

Interiormente en Europa se habla de descarbonización. También, de reducción de la utilización de los fósiles. Aunque para eso haya tenido que declarar verde a la energía de origen nuclear en un ejercicio de realismo y de contemporizar con la política, incluyendo los intereses franceses.

La pregunta es ¿está preparada la sociedad europea para ello o es una utopía?

El martes 20 y el miércoles 21 se celebró un encuentro del sector en el IESE para discutirlo.

La Unión Europea está empeñada en la transición energética aumentando las energías renovables y sustituyendo a las fósiles

Los expertos consideran que contener los costes impositivos y financieros, junto con la seguridad y estabilidad regulatoria son dos factores necesarios para que la electricidad sea un producto asequible para el consumidor.

A pesar de todas las dificultades de los años iniciales del siglo actual, la energía renovable ha pasado de ser cara, inestable y no almacenable a barata, segura y en, el futuro posiblemente almacenable.

A cambio de ello la demanda sigue tirando de la energía clásica o sustituyendo energía renovable sobre otra también renovable. Mientras la oferta necesita racionalizarse evitando que se invierta en producciones que en lugar de sustituir a las energías fósiles canibaliza otras renovables.

Para atraer capital a la generación debe haber una serie de factores:

  1. Reducir el desacople entre los procesos de permisos (permising) y la regulación administrativa. La Administración sigue siendo una barrera para saltar por cualquier inversor. Es probable que la falta de digitalización de la Administración dificulte la transición energética por ineficacia de los procesos.

  2. Analizar si las precauciones ecológicas son demasiado garantistas que dificultan las decisiones de inversión. De manera que se puede producir la paradoja de que la preocupación por el equilibrio ecológico puede dificultar el desarrollo de energías ecológicas.

  3. Conseguir que la energía esté disponible en todo el territorio de la manera adecuada. La digitalización de la red es condición indispensable para ello.

  4. Cuidado con los impuestos que a veces suponen más del 50% del precio final (no del coste de producción) ¿Debería pensarse en que una industria con precios de energía más barata acumula más PIB y por tanto impuestos a las arcas públicas que al contrario?

  5. La necesidad de atraer a las industrias intermedias de la cadena de valor del proceso de crear las instalaciones. Sino se hace eso estaremos trasladando parte de la eficiencia al resto del mundo a la que compraremos los instrumentos.

  6. Tener cuidado con la velocidad de cambio para evitar que se creen resistencias sociales. Ya ha habido problemas en donde las instalaciones de renovables (eólicas o solares) han encontrado resistencias sociales. Hay que convencer a la población donde se instalan que la solidaridad con los otros supone que ellos sean solidarios a la inversa. Sin desarrollo de unos no hay el de otros y viceversa.

Por tanto, con el empuje ecológico, es la eficiencia energética, administrativa, fiscal, regulatoria y de política industrial lo que puede ofrecer energía eléctrica suficientemente limpia y barata para el sector empresarial. Sector que es el que crea la mayor parte de los puestos de trabajo; el problema básico de toda economía.

Puede afirmarse que sector privado inversor está dispuesto a apoyar esta transición energética ¿Los gobiernos se lo pondrán fácil?

De momento parece que todo se queda en palabras. Porque no se trata sólo de lo que diga la UE o los gobiernos de los estados, también son los poderes locales o regionales los que ponen sus condiciones y tasas o impuestos.

En resumen, no se trata sólo de un problema de producción, sino de toda la planificación política, administrativa, industrial y de demanda. Un tema tan complejo que necesita una gran concertación ¿Seremos capaces los europeos y, dentro de ellos, los españoles de encontrar la solución?

 ** J. R. Pin Arboledas es profesor del IESE.