La CEOE y su presidente, Antonio Garamendi, cuando firmó la Reforma Laboral del 2021 no podía sospechar que estaba dando una idea al presidente Sánchez.
Probablemente, tampoco lo sabían ni los sindicatos, ni la ministra Yolanda Díaz. Todos firmantes del acuerdo.
Sobre todo, cuando pensaron que una forma de acabar con parte de la precariedad laboral y disminuir, o disfrazar, el paro, era favorecer el contrato “fijo discontinuo”.
A veces hacemos cosas que tienen resultados insospechados.
La realidad es que, durante cinco días, el presidente Sánchez ha entrado en un periodo de inactividad, como si su contrato fuese el de un “fijo discontinuo”.
Es un contrato en el que, como dice su nombre, hay discontinuidad en la función. Ahora trabajo, ahora no, depende de las necesidades de producción de la empresa que me contrata. Cuando no se ejercita la función se llama “periodo de inactividad”. Periodo que acaba cuando se realiza el llamamiento (que así se denomina) por parte del empleador.
Entonces el trabajador tiene dos posibilidades: acudir a la empresa a realizar su tarea o desistir del llamamiento y entrar en el paro o buscar otra ocupación. En el periodo de “inactividad” se apunta al SEPE y cobra su prestación o subsidio de desempleo, si le corresponde.
Por tanto, podríamos decir que ahora el presidente está en “periodo de inactividad” dada su condición de fijo discontinuo. No está apuntado al SEPE, pero si tiene la prestación de salario de presidente del gobierno español durante ese periodo. Salario, casa y otras bagatelas que no son despreciables para la subsistencia familiar.
El presidente Sánchez ha entrado en un periodo de inactividad, como si su contrato fuese el de un “fijo discontinuo”
Lo que pasa es que Sánchez está preparando también su “llamamiento”. El PSOE se moviliza encabezado por el “solemne” Zapatero y la corte monclovita para pedirle por favor que no los abandone. La diferencia con una empresa normal es que Sánchez no es el empleado, sino el que les da empleo a todos. El grito ante Ferraz el domingo en realidad es: ¡No nos abandones, de qué vamos a vivir!
He sido político, y he dejado de serlo. Sé de las amarguras de la profesión. De las ganas de abandonar. Sobre todo, si tienes las espaldas cubiertas, como es el caso de Sánchez, que se va a casa con las prebendas de expresidente (y no estoy contra ellas).
Pero también sé que la mayoría de los que anuncian que lo quieren dejar, lo que en realidad esperan es que se les diga que son imprescindibles.
Si de verdad lo quieres dejar, lo anuncias y te vas. Si no quieres irte se apela a grandes palabras para decir que “te sacrificas” por: la democracia y el bien del Estado. En este caso se utilizan también las de la defensa del progresismo o, al contrario, la del rechazo a una derecha y extrema-derecha irresponsable y cicatera a la que se une unos medios de comunicación perversos.
Si el Sr. Sánchez hace referencia a esas palabras para volver a su tarea como fijo discontinuo, se equivoca. Su contrato no es con sus partidarios sino con toda la nación. Le propongo que el CIS (sacando antes de su gestión a su escudero Tezanos) haga una encuesta seria. La pregunta sería ¿Quiere Usted que siga el residente Sánchez al frente del gobierno? Según lo que salga …
La mayoría de los que anuncian que lo quieren dejar, lo que en realidad esperan es que se les diga que son imprescindibles
O, mejor, que diga que en cuanto sea posible, el 29 de mayo, convocará elecciones generales. Esa es la verdadera encuesta. Sin embargo, tiene un inconveniente. Falta un mes para esa fecha y el Sr. presidente puede “cambiar de opinión”. Algo a lo que nos tiene acostumbrados.
Así que probablemente el Sánchez “fijo discontinuo” el lunes dirá que ante el “llamamiento de sus partidarios” no tiene más remedio que …
Pero, haga lo que haga, no se preocupe. Nadie es imprescindible. La semana pasada publiqué un artículo con el título: “la mejor noticia económica: Puigdemont se retira”.
Si a esa noticia se añadiese la de su retirada, veríamos que la bolsa, pulso de la economía, estaría indiferente o subiría ¿nos apostamos algo?
Aunque me parece que esa alternativa no está contemplada por nuestro “fijo discontinuo” al que le gusta mucho la continuidad.
** J. R. Pin Arboledas es profesor del IESE.