Un estudio llevado a cabo en Francia con paneles solares instalados en el año 1992 demuestra que su rendimiento está todavía por encima del 79%. En 1992, por si algún lector no había nacido aún, estábamos en España celebrando las olimpiadas de Barcelona, la Expo de Sevilla o la inauguración del tren de alta velocidad… hace mucho, muchísimo tiempo: treinta y dos años para ser exactos.
Otra investigación, realizada por el Laboratorio Nacional de Energía Renovable (NREL) en los Estados Unidos, sobre la degradación de casi 8 GW de paneles de energía solar instalados en el país, muestra que los sistemas fotovoltaicos se degradan a un ritmo sumamente modesto, y completamente dentro de las expectativas. Además, la mayoría de los sistemas fotovoltaicos no experimentan prácticamente daños debido a fenómenos climáticos extremos.
Durante todos esos años, esos paneles han estado ahí, inasequibles al desaliento, generando electricidad todos los días. Sin prácticamente mantenimiento alguno, porque ni siquiera hay que subirse a limpiarlos más que de manera muy excepcional, si se percibe una caída de su rendimiento, algo que ocurre de manera extremadamente ocasional.
Y dado que cuantos más paneles solares se fabrican, más baratos salen — estamos hablando de una tecnología que ha disminuido un precio en un 99% a lo largo de las últimas cuatro décadas — nos encontramos ante una situación muy curiosa: en la mayoría de las instalaciones domésticas ya es más caro que alguien se suba al tejado y ancle los paneles, que el coste de los propios paneles que se instalan.
¿Y las baterías? Hablamos también de una tecnología que ha caído brutalmente en su precio en las últimas décadas, hasta un 97%, y cuyas tasas de degradación han resultado ser muy inferiores a lo inicialmente planteado, Hay vehículos eléctricos cuyas baterías, tras años y años de uso constante, no se han degradado de manera especialmente sensible.
En la mayoría de las instalaciones domésticas ya es más caro que alguien se suba al tejado y ancle los paneles, que el coste de los propios paneles que se instalan
Si nos planteamos que una de las personas más ricas del mundo, Elon Musk, ha construido buena parte de su fortuna instalando baterías en automóviles y paneles solares en el tejado de muchas casas, empezamos a entender muchas cosas: apostar por tecnologías con ese tipo de rendimiento es un buen negocio.
Es lo que de verdad resulta más llamativo de apostar por la transición energética: el cambio de mentalidad que supone. Cuando te gastas algo más en un vehículo eléctrico, el disgusto te dura solamente hasta que pasan unas cuantas semanas o meses y te das cuenta de que no has tenido que parar en una gasolinera, que la factura de electricidad que pagas prácticamente no ha subido, y que por más que pasa el tiempo, el coche no precisa de mantenimiento alguno. Los que afirman eso de que “el vehículo eléctrico es más caro” deberían dejar de decir tonterías, y aprender un mínimo de educación financiera, porque no es así.
En mi casa, a partir del mes de abril o mayo, el consumo eléctrico se convierte en cero. Un autoabastecimiento del 100% obtenido gracias a los diecisiete paneles solares y los dos módulos de batería hace que me pase la mayor parte del tiempo enviando electricidad a la red, tras haber no solo llenado la batería de la casa, sino también la del coche — que es tan grande, que para un uso habitual la dejo al 70%, más que suficiente para varios días de circulación urbana… al 100% solo la cargo si me voy de viaje, y no en todas las ocasiones, porque muchas veces no es necesario.
Los que afirman eso de que “el vehículo eléctrico es más caro” deberían dejar de decir tonterías, y aprender un mínimo de educación financiera, porque no es así
Las energías renovables y la descarbonización no solo son una cuestión de supervivencia para la humanidad, sino que además, son un gran negocio. ¿Son intermitentes? Sí, claro… pero hay tecnología suficiente como para que eso no sea un problema. En un país como España, lo lógico y razonable es que pongamos paneles solares en todas partes, incluidos muchísimos campos de cultivo (tecnología agrivoltaica), porque son muchos los cultivos que funcionan perfectamente debajo de ellos y ofrecen, además, un rendimiento adicional.
La energía solar es desde hace ya tiempo la forma más barata que existe de generar electricidad, y la garantía de que la electricidad terminará funcionando en modo de tarifa plana, una suscripción que permita que consumas toda la que necesites. Entre las instalaciones domésticas, que reducen muchísimo las necesidades del tejido de generación, y las inversiones en grandes parques solares, un país como el nuestro podría alcanzar la independencia energética fácilmente, y convertirse en un exportador neto a otros países de nuestro entorno con menores tasas de insolación.
Si la complementamos con la eólica, en la que muchos días somos líderes europeos tanto por generación total como por porcentaje de la demanda que conseguimos cubrir, la receta es evidente: la energía renovable es la gran oportunidad para nuestro país.
Seguir quemando cosas es, simplemente, una estupidez, y no solo porque tengamos que respirar sus subproductos, sino porque es sensiblemente más caro. No es optimismo ni un espejismo: son números. Y tanto a nivel doméstico como a nivel de país, funcionan. Vaya que si funcionan.
***Enrique Dans es Profesor de Innovación en IE University.