Lunes 8 de julio, el ministro Cuerpo, que no es lo mismo que el cuerpo del ministro, en el desayuno de Europa Press. Como corresponde a su oficio, versión optimista de la economía española.
Remarcó que el PIB crecerá un 2,5% en 2024 (yo venía anunciándolo desde enero) y que en 2023 se crearon 800.000 puestos de trabajo. Esperaba una reducción del déficit (debajo del 3%) y contener el porcentaje de la deuda pública sobre el PIB (aunque su valor absoluto no deja de crecer). Previó 95 millones de turistas para este año y un sector exterior en crecimiento positivo por la exportación (por ejemplo, aumento de las ventas de servicios no turísticos) y las inversiones extranjeras directas. Además, anunció que la inflación estaba camino de la contención (según su opinión).
Ante ello se preguntó ¿por qué hay sectores de la población que no ven esta realidad? Lo achacó a varios factores. Entre ellos:
- Cómo no (doctrina del Gobierno), a los medios de comunicación. Sólo los malos datos son noticia. Los comentaristas pesimistas dan la impresión de mayor inteligencia.
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Los precios asfixian a los ciudadanos. Aunque la inflación cede, los precios siguen altos. Eso encarece la cesta de la compra, la vivienda, …. Duele al bolsillo el ciudadano.
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El ruido de la discusión política (¡esa pesada oposición!).
Se le olvido decir que la clase media está acogotada por una política fiscal que no ha deflactado el IRPF. Tampoco recordó que la desigualdad entre mayores de 45 años y menores de 30 es cada vez mayor. Los primeros tienen rentas altas (pensiones, ahorros y salarios consolidados). Los segundos trabajos precarios, salarios bajos, a pesar de las subidas del SMI, y un contrato indefinido, o fijo discontinuo, que es un temporal disfrazado; no pueden ahorrar, ni emanciparse.
En el problema de la vivienda, sus medidas respecto a aumentar la oferta, la verdadera causa, se quedaron cortas. Parecía que la Sareb iba a ser la solución, cuando son los constructores privados la clave porque de 80.000 viviendas año hay que pasar a 120.000 como mínimo.
Anunció un cuadro macroeconómico en quince días ¿seguro que el Gobierno tiene los votos para el presupuesto de 2025, con Illa en el alero? A saber.
Sobre la reducción de la jornada insinuó que el Gobierno quiere el acuerdo de la CEOPE-Cepyme, por mucho que amenace la ministra Díaz. De hecho, la reunión de la comisión tripartita (sindicatos, patronal, ministra) de esa misma mañana acabó en nueva convocatoria para la siguiente semana.
El nombramiento del Gobernador del BdE parecía estar pactado con el PP. Ya se ha convocado la Comisión de Economía del Congreso. Aunque no se quiso mojar, el ministro dio la impresión de que se intentarían pactar también, a su tiempo, los nombramientos de la CNMV, CNMC, …
Tampoco recordó que la desigualdad entre mayores de 45 años y menores de 30 es cada vez mayor
Respecto a Telefónica se mostró receptivo a que la SEPI pidiera su segundo asiento en el Consejo. Las puertas giratorias de este gobierno son más bien “puertas abiertas” para entrar en las “empresas estratégicas” con toda clase de peones.
En Talgo vería posible la entrada del grupo húngaro, siempre que fuera acompañado de un patriota español. Supongo que bien visto por el Gobierno. Otra puerta …
En la fusión BBVA-Sabadell el ministro ratificó el argumento del Gobierno: la reducción de competencia bancaria dificultaría la retribución de los depósitos. Retribución que no sube en España, al revés que en otros bancos europeos. Así que la culpa de la “no fusión” es de la “avaricia de los banqueros”. No lo dijo así. Pero se le entendió eso. Por tanto, el impuesto extraordinario de este sector y el eléctrico seguirá.
¿Y Grifols? Esa misma mañana se anunciaba la intención de la familia propietaria, junto al fondo Brookfield, de excluir la compañía de la bolsa. El ministro alabó al sector farmacéutico como referente en España. Grifols sacó su sede del país y no fue atacada por los patriotas económicos del Gobierno, como ocurrió con Ferrovial. El lector saque sus conclusiones.
Todo esto y algo más es lo que dijo, o se le entendió, al ministro. Aunque algunas de estas conclusiones, probablemente, no le haya gustado que se las adivinásemos.
** J. R. Pin Arboledas es profesor del IESE.