Lobato apelará a la militancia cuando se desvelen sus whatsapp como hizo Sánchez cuando le tumbó el aparato
- El líder de los socialistas madrileños confía en la fuerza de las bases, mientras que los grandes alcaldes le empiezan a dejar solo.
- Más información: Juan Lobato no dimite y planta cara a Sánchez: "Si lo que se me dijo en los whatsapps no fuera cierto, sería bastante grave"
Juan Lobato quiere seguir adelante con su órdago a Moncloa y confía en que sean los militantes quiénes le mantengan en la secretaría general del PSOE madrileño. El exalcalde de Soto del Real espera correr la misma suerte que Pedro Sánchez en las Primarias contra Susana Díaz de 2017 y convertirse en el "hombre frente al aparato".
Un movimiento que lleva trabajando casi un año y medio con reuniones con todas las agrupaciones y que pretende escenificar en Sevilla. Y es que, el secretario general de los socialistas madrileños está dispuesto a acudir al Congreso Federal de Sevilla pese a ser consciente de que muchas voces internas en su partido (incluso en su propia delegación) no quieren que esté allí.
Lo que pretende conseguir Lobato es marcar un claro perfil de 'díscolo' y, aunque sea con fotografías marcando su soledad dentro de este Congreso nacional, dejar claro a los militantes (que son, al fin de cuentas, los que votan dentro de las elecciones a secretario general) que es la voz contraria a la maquinaria del partido.
La citación que tiene en el Tribunal Supremo a las 10 de la mañana el próximo viernes no cambia la estrategia de Lobato de continuar con su agenda y bajar a Sevilla, aunque muchos no se lo recomienden. En esta cita en dará constancia de los whatsapps que registró ante notario y en los que la mano derecha de Óscar López, Pilar Sánchez Acera, le proporcionaba, supuestamente, una información confidencial relativa al proceso judicial en el que está inmerso Alberto González Amador, novio de Isabel Díaz Ayuso.
La situación no será nada cómoda para Lobato y sus afines. Su entrada al Congreso se mirará con lupa y, según ha podido saber Madrid Total, muchos de los miembros de su Ejecutiva no acudirán a apoyarle en esa entrada.
De hecho, grandes nombres como Sara Hernández, alcaldesa de Getafe, o Javier Ayala, alcalde de Fuenlabrada, no irán ni siquiera a la cena que el PSOE de Madrid ha organizado ese mismo viernes y en el que pretenden unificar a la delegación de Madrid.
Es por eso que muchos afines a Lobato, aunque próximos a sus ideas de seguir adelante, no quieren dar por sentado que bajen a Sevilla. Pese a que a primera hora de la mañana, estaban más que seguros de que iban a acudir, conforme pasaban las horas los ánimos se iban desdibujando. Personas muy próximas al secretario general madrileño le pedían "cabeza".
A lo Pedro Sánchez
Su soledad en Sevilla se sumará, además, a la actitud mostrada durante la rueda de prensa de este martes. Allí ha cargado directamente contra Moncloa sembrando la duda sobre si los correos electrónicos que le enviaron aquel miércoles de marzo provenían de medios de comunicación, como afirmó en un primer momento, o de la propia Fiscalía que está siendo investigada.
De esta forma, 'arma' su perfil de contrario al aparato. Una estrategia similar a la llevada a cabo por Pedro Sánchez cuando se fue del partido en 2016 para volver a presentarse a unas Primarias en 2017 y ganarse el apoyo de los militantes. La "diferencia" entre Lobato y Sánchez -insisten muchos los próximos al dirigente madrileño-, es que este último no se ha ido del partido. Pero bien es cierto que no le dan las fechas.
Y es que, todo el lío dentro del PSM ocurre a las puertas de un congreso regional por el que los socialistas madrileños deben elegir a su próximo líder. Muchos creían que, este martes, Lobato iba a tomar la puerta e irse, dejando al 'mirlo blanco' de Ferraz la elección en bandeja. Pero Lobato ha decidido resistir.
Lo hace consciente de que no tiene los apoyos de gran parte de su Ejecutiva. Sabiendo que los grandes alcaldes no están de su lado y que, incluso, íntimos amigos le han pedido que se aparte. Pero el exalcalde de Soto del Real cree que, todavía, puede ganarse a la militancia.
En los pasillos de la Asamblea de Madrid le acusan de querer "dinamitar el partido" desde dentro, de ser "egoísta" y de haber "vendido" a una compañera (en referencia a Sánchez Acera, la persona con la que se intercambiaba los mensajes que han quedado registrados en la notaría).
La estrategia de Lobato y sus más próximos se lleva fraguando un tiempo. El socialista ha recorrido todas las pequeñas agrupaciones. Pueblo a pueblo. Reuniéndose con los afiliados y escuchando las exigencias de quiénes, por regla general, quedan fuera de los focos mediáticos.
Además, y como ha publicado este diario, Lobato ha ido ampliando su presencia en medios de comunicación donde suele ser tertuliano habitual ganando visibilidad ante la ciudadanía. Del mismo modo, este verano Lobato sacó su propia revista para los militantes al más puro estilo de la que tiene el PSOE nacional, El Socialista. Algo que no tienen en otras delegaciones.
El Congreso de Sevilla es el punto de partida para una semana crítica para Juan Lobato en la que se debería de ver apoyado por mucha más gente de la que va a visibilizar. La de Madrid es la segunda delegación más grande dentro de las familias socialistas en España y que su secretario general no aparezca respaldado no es una buena imagen.
Aun así, desde Ferraz insisten que Lobato no tiene voz ni puesto en ninguno de los eventos o mesas coordinados durante el Congreso. ¿Esto qué quiere decir? Que no habrá una imagen suya más allá de la que busquen desde su propio equipo.
Nombres muy fuertes del PSOE madrileño, como Noelia Posse, Pilar Sánchez Acera o incluso Óscar López, ni siquiera acuden al Congreso de Sevilla bajo el paraguas de la delegación madrileña; sino de la nacional. Todo eso, pese a que todos son militantes del PSM.
Ignorar su presencia por parte de Ferraz y que bajar a Sevilla sea más perjudicial para Lobato que beneficioso es una opción más que plausible y que contemplan sus críticos. Es por eso que nadie quiere mover ficha e insisten: "Hay que esperar al viernes".