El cuarto partido de las semifinales de la ACB disputado en el Martín Carpena y en el que el FC Barcelona se llevó la victoria y el pase a la final fue el punto y final de una temporada sobresaliente del Unicaja, coronada con un título, una soberbia Copa del Rey en Badalona, mirando a la cara a uno de los gigantes del baloncesto europeo como el Barcelona. Todos los objetivos se han cumplido.
Viniendo de dónde venía Unicaja, el club se había puesto el reto, expresado públicamente por el presidente Antonio Jesús López Nieto, de volver a disputar la Copa del Rey y el playoff por el título, lugares que el equipo cajista había abandonado. Además, la BCL estaba entre ceja y ceja como el camino más corto para levantar un título, aunque se escapó al final.
Para cumplirlos, se mantuvo en el puesto a Ibon Navarro, se le dio la vuelta como un calcentín a la plantilla para adaptarla a las necesidades del entrenador vitoriano, solo se quedaron Alberto Díaz, Brizuela y Barreiro, y se consiguió una invitación para la previa del BCL.
Más temprano que nunca, el calendario echó a andar en Los Guindos y Unicaja se clasificó para la fase de grupos de la competición europea delante de su público. No era complicado, pero había que cumplir, y se cumplió.
Salvado ese escollo, el curso empezó con una derrota que sirvió de aviso en Vitoria contra Baskonia. Un espejismo, el Unicaja empezó a mostrar de lo que era capaz y más pronto de lo esperado y tuvo una fase de grupos casi inmaculada de la BCL, solo una derrota cuando ya era primero.
El siguiente reto era la clasificación para la Copa de Badalona. Lo consiguió sin problemas y el sorteo no fue halagüeño. En el camino, Barcelona y Real Madrid. Pero Ibon tenía un plan. Fue mejor que los dos gigantes del baloncesto español y europeo y en la final contra Lenovo Tenerife solo hizo certificar una semana brillante para la historia de un club que celebraba su 30 aniversario. El Unicaja se trajo la Copa del Rey a Málaga en el mes de febrero, el quinto título de su historia. No entraba en los planes de nadie. Ni falta que hacía.
Lo siguiente fue el Top 16 de la BCL. Desde las oficinas del club se trabajaba para que la Final Four se disputase en Málaga. Y en paralelo, Unicaja fue ganando y ganando en Europa, hasta colarse en la cita tras dejar en el camino al UCAM Murcia en los cuartos de final. Dos partidos le bastaron.
La FIBA anunció que la final sería en el Martín Carpena de Málaga. Esa ha sido la única mácula del Unicaja en todo el año. En las semifinales, el Bonn alemán apeó a los de Ibon Navarro de la final, que también cayeron en el tercer y cuarto puesto contra Lenovo Tenerife. El título no era una obligación. Estar sí. Y se estuvo.
Entre tanto, Unicaja se había clasificado para los playoff y hasta el último partido peleó por ser cuarto con el Lenovo Tenerife. No lo consiguió pero no le hizo falta. El último objetivo de la temporada estaba cumplido. Pero el equipo cajista estaba para mucho más. En dos partidos, partidazos, pasaportó a los canarios y se citó con el Barcelona en la semifinal. La llevó hasta el cuarto partido tras ganar uno en el Palau. En Málaga, no pudo con el todopoderoso equipo blaugrana. Pero como reconoció Ibon Navarro tras la eliminación, el Unicaja iba a por la Liga. Lo tenía clarísimo el vitoriano. Ese era su verdadero plan.
De no pelear por nada, a pelear por todo. Esa ha sido la transformación del Unicaja en estos doce meses. Que empiece el baile.