A Felipe Romera la vida le ha ido sorprendiendo con la respuesta correcta. Este soriano de 68 años se apuntó a estudiar Ingeniería de Telecomunicaciones sin "mucha" vocación, siguiendo a un amigo de mayor edad con el deseo de irse a Madrid, y acertó. En el colegio mayor, ante su poco interés por el rugby, se centró en el cine y estuvo a punto de dejar su carrera técnica por dirigir películas. No llegó a desviarse de su camino, y le ha llevado lejos.
Estaba trabajando en Estocolmo cuando vio a la cajera del supermercado sonrosada tras haber estado de vacaciones en la Costa del Sol, y pensó que aquello debía ser el paraíso. Así que, cuando le llegó una oferta de trabajo al poco tiempo para trabajar en la ciudad andaluza, lo tuvo claro y la convirtió en su nuevo hogar. "No conocíamos Málaga, pero nunca nos arrepentimos", explica.
Llegó a finales de los años 70 y fue director en la fábrica de Fujitsu de la que luego surgieron muchos de los ingenieros que pusieron los cimientos del parque tecnológico de la ciudad. Cuando le propusieron dirigir el que se convertiría en el PTA, no lo tenía claro: "Me quise escapar, lo que pasa es que me salió mal. Confiaba en que los japoneses no me dejaran irme", sonríe.
El parque nació hace tres décadas con 8 empresas y 130 empleados, y algunas disputas en sus primeros años pusieron el cargo de Romera al borde del abismo. "El parque era más grande que la mar, y estaba vacío. Eran 180 hectáreas, un perímetro de 7 kilómetros, ¡y toda la I+D de Andalucía entraba en la parcela más pequeña del parque!", recuerda. El cúmulo de circunstancias vitales ha terminado siendo un éxito de constancia: el hoy llamado Málaga TechPark cuenta con unas 650 compañías y 25.000 trabajadores.
Romera fue este lunes el protagonista del XIII Encuentro Tecnológico de EL ESPAÑOL de Málaga, en el que ha repasado sin pelos en la lengua el pasado, presente y futuro de una institución clave en la economía de la ciudad. Esta es una transcripción de la conversación acortada, por motivos de claridad.
¿Cuál era la relación de la Málaga previa al parque con la tecnología?
Era como descender de la Champions a la regional más baja que puedas decir, ¡en Málaga no había nada! Luego sí que había, tenía fábricas de electrónica relevantes y un buen escenario respecto a la tecnología; pero cuando llegamos aquí no lo vimos. Nosotros venimos a trabajar a una nave en el polígono El Viso y no entendíamos cómo nos habíamos metido allí.
¿Y cuánto se parece el parque tecnológico de hoy a lo que empezasteis a imaginar en aquellos momentos?
Yo siempre vi el parque. No como es ahora, pero siempre lo vi. Estaba convencido de cosas que ahora son verdad, pero en aquel momento eran erróneas. Estaba convencido, por ejemplo, del proceso que creó el Silicon Valley en Estados Unidos, el cinturón solar o sun belt. Veía sus anuncios de surf e ingeniería y pensaba: "¡Si aquí tenemos lo mismo!". Yo analizaba el Valle de Santa Clara, donde está Silicon Valley, y decía: "Esto es igual que el valle del Guadalhorce, aquí va a pasar lo mismo".
Además, teníamos la Costa del Sol, y ya se venía mucha gente a retirarse a vivir. Dentro de mi inocencia, me gasté un dinero que no tenía en poner un anuncio en el Financial Times: "Tecnología, progreso y calidad de vida". Convencí al corresponsal en España del Financial Times para que nos hiciera un artículo, que si la Costa del Sol, que si el sun bealt... ¡A ver si viene alguien! Y lo escribió, pero aquí no vino nadie.
¿Esperaba lo de ahora? En esencia, tenía la idea de que se podía desarrollar lo que está pasando ahora. Me equivoqué en el tiempo y en las olas de innovación que se han generado desde aquel momento. Lo hemos pasado muy mal durante estos treinta años. Hubo un año que vendimos un camino como toda actividad comercial, años de sequía total.
Cuando empieza el parque, la oleada de innovación era la electrónica. Ahí estábamos relativamente bien, con las fábricas que teníamos y alguna multinacional que trajimos; pero el mercado mundial de fábricas de electrónica era muy pequeño. ¿Cómo íbamos a llenar el parque con ellas? Pues mal.
El surgimiento de Internet nos dio el gran salto. Había una receta que decía que, para hacer un parque, había que poner mucha fibra óptica. Nosotros nos hinchamos, pusimos cientos de kilómetros de fibra óptica, y así podíamos tener Internet a cien megabits. Eso nos dio un empujón tremendo, que hizo del 1999 a 2007 el parque se llenara. El parque que tenemos ahora es prácticamente el parque de aquella época. Había momentos con 50 grúas al mismo tiempo. Aquello era la ciudad de los prodigios.
En 2007, se nos cae el parque. La crisis financiera fue tremenda, perdimos 3.000 empleos y no sé cuántas empresas. Pero las grandes compañías vieron que tenían que aumentar la productividad, lo que pasaba por lo que ahora se llama digitalización. Algunas empresas, como Oracle, decidieron traer clientes a un sitio barato; se formó una nueva ola y creamos unos 5.000 empleos. El parque creció poco, pero creció.
En el 2015 o 2016 cambió otra vez todo. Las tecnologías digitales se empiezan a desarrollar y ahí sí hay mercado, no como en la electrónica. Todas las empresas grandes necesitan integrar la reconversión de la digitalización, fundamentalmente, la inteligencia artificial. Empieza el parque a crecer, a transformar su fisionomía y a jugar con un mercado nuevo.
Pero llega el Covid, y da un salto exponencial al proceso del parque. En marzo de 2020, nos mandan a todos a casa y el parque se vacía. Eso crea un proceso de teletrabajo que cambia todo y que da fuerza al trabajador. También creamos un club de ejecutivos del parque, Málaga TechPark Execs. En el fondo, lo que siempre me ha preocupado es crear un ecosistema virtuoso de innovación, y eso se basa en la cooperación. Luego, con los fondos Next Generation, surgieron muchos proyectos y nos faltaba un instrumento para desarrollarlos, y surgió el Instituto Ricardo Valle. Este es el camino del nuevo parque tecnológico.
Tenemos dos vectores de trabajo: uno, crear más espacio para que venga más gente; otro, vertebrar el ecosistema de innovación local. El parque ya no es solo el parque, son todas las empresas de Málaga, la costa y toda España que quieran participar en ese escenario intangible para desarrollar una economía mucho más apta que la que tenemos. ¡Y, con esto, te he contado todo!
¿Ha cambiado mucho la propuesta de valor del parque? Entiendo que, cuando el ecosistema tecnológico de Málaga no tenía tanta tracción, se tiraba más de que aquí los sueldos son más bajos o que hay mucha calidad de vida.
Málaga siempre ha sido barata comparado con Madrid, Barcelona, Europa y no te quiero contar con Estados Unidos. Aquí se vive mejor con menos dinero, y eso vale mucho. Pero, siendo barata, antes no venía nadie; porque no había ecosistema. Si quieres montar una empresa de mil trabajadores de desarrollo de software, vas a un sitio en el que haya por lo menos diez mil.
Una crítica eterna en los periódicos es lo poco que se paga en el parque, pero los sueldos más altos de Málaga están ahí. Cuando un teleco empieza de prácticas, no gana mucho; pero el tema es su capacidad de evolución a lo largo del tiempo. Ahora, hay una especie de burbuja de sueldos, y está fantástico. De todas formas, aquí es mucho más sencillo encontrar gente que en Madrid, y el porcentaje de rotación es mucho más pequeño.
Otro tema del que se ha hablado mucho en los periódicos es el de la movilidad.
Yo sufro mucho con eso. Llevo años con lo mismo y nunca me han hecho caso. Cuando llegó el PP a la Junta, me hicieron un poco de caso, pero no suficiente. El problema es que solo tenemos una línea de autobús, el 25. El 19 también, pero es igual que el 25 con un poquito más de rodeo. La gente vive en muchos sitios, que lleguen al parque el Metro y el Cercanías es fundamental. Yo ya me río, porque es lo mismo de siempre, ¡no lo consigo!
¿Por qué es necesario el Metro y el Cercanías y todo? Hablamos de movilidad sostenible. El 59% de la gente vive en la ciudad; un 8 %, fuera de la provincia; un 7% de ellos en Andalucía, fundamentalmente en Cádiz y Granada, y un 1% fuera de Andalucía, principalmente, Madrid. Además, el parque lo estamos diseñando para 50.000 empleados y estoy convencido que, con un mercado como el digital, se va a llenar. Pero tendrás que poner un sistema de comunicación para que los que viven en Alhaurín, los que viven en Marbella, no vengan todos en coche. Aunque sean eléctricos: si metes 20.000 coches, para cargarlos necesitas una central nuclear.
"La Málaga global ya existe, pero nadie la ve. ¡Los políticos la tienen que ver!"
El parque está en un sitio que es el centro de lo que algunos llamamos la ciudad global. Si tú pinchas en el parque con un compás y haces un círculo isócrono de 45-50 minutos, te coge desde Estepona hasta Nerja y hasta Antequera casi. Es el sitio más accesible para llegar al trabajo, cuando antes era imposible. Esto se va a ver pronto. Y si no está suficientemente conectado de forma sostenible, pues vamos a meter más coches. Nosotros tenemos a la mitad del parque en teletrabajo y no tenemos aparcamiento.
Con esa concepción metropolitana de Málaga, ¿mejor entonces el Cercanías que el Metro?
¡Todo, todo, todo! La solución de movilidad nunca es única. En Alemania y en muchos países, cuando hacen un desarrollo industrial, lo primero que te ponen es el tren aunque no vaya nadie. El parque representa aproximadamente el 22% del PIB y el empleo de la ciudad Málaga, entre directo e indirecto, y parece que lo estamos castigando.
Otra cosa es que seamos pobres —yo ahí no me meto— y no tengamos dinero para todo. Pero yo soy muy beligerante con la movilidad, y ahora más porque tiene que ser sostenible. A todos se nos va por la boca la sostenibilidad; pero, ¿qué hacemos? La gente vive desparramada y la tienes que llevar a la ciudad o al parque. Es mucho más fácil llevarla al parque desde la provincia que a la ciudad.
Estamos planteando un esquema de la Málaga global, que ya existe pero nadie la ve. ¡Los políticos la tienen que ver! No es fácil, porque cada pueblo dirá lo que quiera, no sé lo que dicen ni el Ayuntamiento ni la Junta...
¿Y cuando ve a tecnológicas que se quejan de que no encuentran oficinas en la ciudad, no piensa a veces: "Jolín, veníos al parque"?
Todas las tecnológicas saben que tienen el parque, pero quieren estar en la ciudad. No sé dónde se meten en la ciudad, pero se meten. Es fantástico. Nunca voy a decir que hay una disputa entre el parque y la ciudad. Lo que sí quiero es que las tecnológicas de la ciudad sean parte del ecosistema del parque. ¡Si en la ciudad van a tener los mismos problemas que en el parque! Habrá que resolver todos los problemas de movilidad de la Málaga global.
Os sorprenderíais de ver qué está pasando en Marbella o en Fuengirola, donde hay más de 3.000 finlandeses trabajando en empresas de distinta condición. No se ven, pero están ahí. Todas esas empresas deben configurar el ecosistema del parque, que es una buena marca de referencia. Que cada uno esté donde quiera; pero, a la hora de vertebrar un ecosistema de innovación, yo lo veo en la provincia. Vodafone o Google están en el club, ¿qué más me da que estén en la ciudad?
¿Cómo podemos concretar los puentes entre ya no solo la ciudad y el parque, sino el ecosistema local y la comunidad internacional presente en la Costa del Sol?
Eso no lo hemos hecho todavía. En Marbella hay un grupo de inversores espectacular y no tenemos ninguna relación, ¡hay que meterlos! Es un desarrollo más empresarial, no del parque. Nosotros podemos ser un poco muñidores, los que animemos o pongamos puentes con el mundo político.
Esto es un poco como los bares. ¿Dónde se pone un bar? Donde hay otro. Si ven un ecosistema donde les reciben con los brazos abiertos y pueden sacar valor —esto es para ganar dinero—, entran. Eso es un ecosistema virtuoso y es mi objetivo en los próximos años. Yo veo el parque mucho más vertebrado, y nos falta camino por hacer. Estamos en mantillas. El Instituto Ricardo Valle se creó el año pasado. Vamos a dar muchas sorpresas con la microelectrónica, no digo más. La ambición es ser referencia española y europea.
A Marbella se puede ir: todos los días, no; pero de vez en cuando. Son ecosistemas que los tenemos que vertebrar.
Si las empresas dicen que Málaga es un 'hub' global, están creando un estado de ánimo para que lo sea. Y acabará siéndolo
Ya vas dibujando un poco cómo quieres que sea el parque en su 40º aniversario: más conectado, con la movilidad algo más solucionada, ese objetivo de los 50.000...
El éxito está en la Málaga global. Si alguien se cree que el parque es el centro de un isocrono de 45 minutos en el que estamos todos relacionados, hemos triunfado. La conectividad entre las empresas es la clave. Nosotros tenemos espacios, 150.000 metros cuadrados de oficinas. Nadie tiene tanto como nosotros, ahí podemos meter 50.000 personas. ¿Van a venir? Sin duda. ¿Cuándo? No lo sé. Lo más difícil en la vida es pasar de cero a uno, es un salto infinito. Pero de 25.000 a 50.000... ¡es una multiplicación por dos! ¡Eso está tirado! Hemos conseguido lo más difícil, que Málaga sea una referencia.
Cuando se inauguró Capgemini aquí, vino su jefe de ciberseguridad y dijo: "Hemos venido aquí porque Málaga es un hub global de ciberseguridad". Y yo me reía y decía: "Hombre..." Luego lo pensé: si este hombre dice esto, está creando un estado de ánimo para que lo sea. Y acabará siéndolo. Los prescriptores son esta gente, no soy yo. Google ha sido un gran prescriptor, Telefónica ha sido un gran prescriptor, Capgemini ha sido un gran prescriptor. ¡Lo venden ellos! Hemos triunfado.
Y a la Universidad, afortunadamente, la tenemos en el centro. Está jugando a todo, como nunca pensé yo que una Universidad pudiera colaborar con el entorno económico. Tenemos un vicerrector, Javi López, que se pasa el día trabajando por este ecosistema. Es lo que todo el mundo quiere desear y no lo consigue, aquí lo tenemos. Diez años son muchos años. Yo creo que los próximos dos años nos van a ir bien. El tercero, ya veremos. Yo creo que si la tecnología digital sigue, esto está hecho.
A mí sí me preocupa mucho cuánta gente cabe en Málaga. Lo bueno es que es una ciudad media donde vivimos todos bastante bien. Aquí tenemos la suerte de que esto no es ni Madrid ni Barcelona, grandes áreas metropolitanas infinitas. Yo quiero a Málaga capital desarrollándose, las ciudades de la Costa del Sol desarrollándose, las del Valle del Guadalhorce desarrollándose, dejando un gran espacio natural. Nos falta el agua.
Siento que la atracción de empresas se ha construido a veces en torno a ese estado de ánimo que comentabas de Capgemini, ese relato voluntarioso de ser ya ese hub global. Tú has dicho alguna vez que Málaga se tiene que quitar la etiqueta de Silicon Valley.
Málaga no es un Silicon Valley. Tiene que ver en cómo el desarrollo económico se puede crear a través del desarrollo tecnológico, y podemos crecer un montón. Si tú analizas las profesiones donde nuestra juventud puede ganar más dinero, siempre son tecnológicas o digitales. Muchos malagueños están en paro por una distorsión en lo que tienen que estudiar, hay que formarse en inglés y en programación, ¡que es bastante sencillo! Sobre todo, si se estudia desde el colegio. Así, puedes ofrecer a tus malagueños —no a los que vienen de fuera— un nivel económico muy bueno para que se sientan más contentos.
La referencia de Málaga como elemento de valor en el mundo se basa en dos hechos: el caso de Google y el de Vodafone. El caso de Google es una startup del parque, la de Bernardo Quintero [Virustotal], que dijo que no se iba a Estados Unidos. El parque se ha desarrollado en base a sus empresas.
Aquí se habla mucho de las startups de Málaga: son la de Bernardo, que ya es Google; la de Joaquín Cuenca [Freepik], que es fantástico; los del fútbol [BeSoccer], que son también fantásticos, y lo de Luis Hernández [Uptodown]. El parque ha desarrollado los Ingenia, Optimi, Novasoft... que han permitido que grandes empresas globales vengan al parque. Son startups que dan valor.
En Málaga ya no se desarrollan startups de esas características, y me tiene preocupado. Han crecido sin financiación, sin rondas de inversión ni nada, y que han sido compradas por una multinacional o siguen como startups. Ahora no son así, y nunca ha habido más oportunidades para desarrollarlas como ahora. Está La Farola, la Universidad, el parque, la Junta de Andalucía, ahora los de Giants... Yo no sé decir cuál es la startup de referencia del año pasado en Málaga. Alguna habrá, pero no lo sé decir y es un error.
Es uno de los retos más interesantes que tenemos: ¿dónde están las startups malagueñas buenas? Habrá 500, pero ¿quién me puede decir a mí tres startups de Málaga buenas, buenas? Luego van por ahí y ganan premios, y yo digo: "¿A estos quién los conoce?" Haberlas haylas, pero no se les ve. Tienen que interactuar, una startup no es un elemento aislado. A ver si el Instituto Ricardo Valle es capaz de interactuar con ellas. Yo tengo mucha fe en eso.