El funcionario que plantó cara a Jesús Gil en Marbella: “A ese comunista le voy a cortar el cuello”
Moreno Brenes, entonces secretario municipal, relata su enfrentamiento: "¿Tienes familia? Pues ten cuidado", le dijo el que fuera alcalde.
28 agosto, 2022 05:00Noticias relacionadas
"El hombre del saco, Frankenstein, la bruja mala, Drácula, el lobo… Reconócelo: cuánto mejor es el malo, mejor es la película". La frase pertenece a uno de los anuncios más míticos de la televisión deportiva. A esta lista de grandes villanos de la historia, podría sumarse un nombre propio: Jesús Gil. Con una salvedad, y es que en este caso estamos hablando de un personaje real, de carne y hueso.
Poca presentación requiere quien fuera alcalde de Marbella (1991-2002) y presidente del Atlético de Madrid (1987-2003). Llegados a este punto de la narración, no es necesario jurar que todo esto ocurrió. Clima de impunidad, chivatos, amabilidad mediática... La espiral del silencio absorbió a un pueblo que vio en el empresario soriano un pope costasoleño.
Sin embargo, el municipio malagueño también tuvo su particular Galia. Entre las personas que se enfrentaron al regidor, se encontraba Pedro Moreno Brenes (1964), secretario de la administración local y figura clave en la política de la ciudad. En conversación con EL ESPAÑOL de Málaga, recuerda cómo fue su relación con El pionero.
Viajemos hasta Marbella. En 1990 llega como secretario municipal; un año después, Jesús Gil es elegido alcalde. ¿Cómo es el primer encuentro con él?
No se lo va a creer, pero físicamente no hubo nunca ningún encuentro porque no iba por el Ayuntamiento. Mire la prensa de la época y lo verá. Quizá alguna vez pasaba por allí, aunque conmigo no coincidió. Él tenía el Club Financiero (su inmobiliaria) y quería hacer las juntas de gobierno del Ayuntamiento allí, así que le dije que por ahí se iba a Pekín… Quiso, y adjudicó, el servicio de aguas de Marbella, miles de millones de pesetas, a un contratista. Le dije que era ilegal. Quería que los expedientes originales del Ayuntamiento fueran también Club Financiero. En una semana, me dio tiempo a hacer muchos informes contrarios hasta que se hartó y me llamó.
Creo que fue un miércoles, porque estábamos a mitad de la semana, y me dijo que le estaba parando el Ayuntamiento, que yo era de su equipo. Le respondí que no, que soy funcionario del Estado nombrado por el ministerio tras unas oposiciones y que mi obligación era controlar que se hicieran las cosas conforme a derecho. Se puso a decir barbaridades, irreproducibles, y me pidió que me diera de baja, a lo que contesté que no, que no estaba enfermo y no lo iba a hacer. Esto fue muy bestia, pero lo veo como una anécdota. El problema llegó cuando me dijo: “¿Tienes familia? Pues ten cuidado”. Le respondí que hasta el Padrino era más elegante y le colgué.
Al día siguiente firmó un decreto mandándome de vacaciones forzosas, alegando que yo estaba muy cansado. Me quitó de en medio. Se inventó eso y me tuvo durante un tiempo fuera, hasta que concursé a otra plaza. ¿Por qué pasó? Ahora se habla de Gil y todo el mundo piensa en un chorizo. A principio de los 90 no era así: la prensa, salvando honrosas excepciones, le siguió el juego.
¿Similar a lo que ha ocurrido con Pujol en Cataluña, al que veían como una figura casi paternal?
Pujol también era un chorizo, pero más elegante. Quizá hay algo de similitud en el sentido moral, pero con una diferencia: lo de Pujol lo estamos sabiendo ahora. Lo de Gil era evidente. Venía de un indulto de Franco porque murieron 50 personas en Los Ángeles de San Rafael. A Gil, en 1994, lo indulta el PSOE, y el argumento que dan es que no sabían quién era. Hay que tener poca vergüenza para afirmar eso.
El ministerio tampoco hizo nada por defenderme. Los únicos que dieron la cara fueron el gobernador civil y la Abogacía del Estado en Málaga. ¡Y me habían quitado de en medio! ¿Había aires de rechazo a Gil? Lo más que se decía era que era un poco bruto, pero que tenía limpia Marbella, que era simpático y que el Atlético de Madrid estaba muy bien. Había un ambiente de impunidad al que se le metió mano muy tardíamente. Todos le reían las gracias. De mí dijo en la tele: “ A ese comunista le voy a cortar el cuello”. Y eso está judicializado porque lo denuncié.
¿Por qué no le plantaban cara?
No había voluntad. Habría que hacer una tesis interdisciplinar en el caso de Gil y Marbella: periodismo, criminología, derecho penal y antropología. Pero el término que he acuñado, y que mejor lo define, es masoquismo colectivo. El tío te robaba, te lo decía y tú lo jaleabas.
¿Como lo que se decía de Somoza, que era un hijo de…, pero era nuestro hijo de…?
Sí, pero lo de Somoza lo decían los americanos sacando beneficio de él. Aquí lo decían los que lo sufrían. El saqueo de Marbella fue brutal. ¿Se callaban porque lo querían mucho? Habrá de todo, porque enchufó a muchísima gente. Pero es obvio que una parte aplaudía al que le ponía el pie en el cuello.
¿Gil provocó una situación de degradación moral en Marbella?
Marbella tenía sus cosas antes de Gil. Había cierto grado de frivolidad. Ojo, es una ciudad a la que tengo un enorme cariño en términos sentimentales. Pero lo que es obvio, es obvio. A este sujeto lo votaron sistemáticamente. El ambiente ya era discutible, pero él lo llevó a su máxima expresión tras ganar, pasándose la ley por el forro. Había factores que contribuyeron a su apoyo: el primero, el respaldo. También estaban los grupos de apoyo: chivatos que iban poniendo la oreja a ver quién hablaba mal del alcalde. La prensa dio cobertura a Jesús Gil. ¿Hubo reacción? Sí, pero fue muy reducida. A nivel funcionarial, prácticamente, me quedé solo. A nivel judicial, tardó mucho en llegar. A nivel social, algunas asociaciones vecinales.
¿Tiene la sensación de haber sido el constante David de la historia, que se enfrenta a Goliat permanentemente? Salvando las distancias, recientemente le ha plantado cara a Braulio Medel (expresidente de la Fundación Unicaja), el banquero intocable, como muchos le definen.
Lo de Medel lo llevo diciendo desde hace mucho tiempo. Con Gil pasó lo mismo cuando intervinieron el Ayuntamiento, que de pronto empezaron a salir antigilistas. Pues eso ha ocurrido con Medel. ¿Dónde estaban antes? En Marbella hubo masoquismo colectivo, pero no sería justo que fuera un estigma para toda la población.