Una guarda bien dentro sus obsesiones y rituales. Como las preocupaciones. No es que estén bajo llave, pero sí que procuro guardarlas a buen recaudo y darles buen alimento. Por cierto, el alimentarse bien, hoy en día, depende mucho del código postal, pero de esto se habla poco y mal en las plazas públicas. No sé si debe a que lo orgánico se impone, o que los medios encuentran poca facturación en el asunto. Tampoco sé si esto da para un podcast. Quizá también se deba a que los niños obesos no votan, o, a que sus madres caminan por la vida demasiado exhaustas como para leerse programas electorales e ir un domingo a celebrar la fiesta de la democracia.
La pobreza cansa, la pobreza no gusta. La pobreza recuerda, con una insistencia feroz, demasiados lugares a los que muchos prometieron no volver y ese juramento implica un olvido pétreo. La pobreza te instala bloques de hormigón en los tobillos e impide que te salgas del camino trazado. Conciencia de dirección, podemos llamarlo. No ser nada al margen de tu entorno, si queremos ponernos un poco más estrictos con las asimetrías de este tiempo. A la pobreza, te acostumbras. Y cuando comes basura, te sientes basura. Y no me estoy refiriendo a las cantidades de microplásticos que vamos acumulando en nuestro organismo.
Hace algunas semanas, me tropecé con una noticia que me recordó, salvo por la catástrofe final, y cuando hablo de catástrofe me refiero a la cantidad de personas diagnosticadas erróneamente con enfermedades que siquiera padecían, al caso de Elisabeth Holmes, fundadora de Theranos, corporación dedicada a la tecnología de la salud, quien ingresó en una prisión federal del estado de Texas, en la primavera del año pasado. Esta noticia narraba el avance de una inteligencia artificial vinculada al sector de la medicina predictiva, que, a partir de una base de datos de más de seis millones de personas, es capaz de predecir si te vas a morir en los próximos cuatro años y su precisión se aproxima al 78%.
Esa economía de datos – que no base de datos, hablemos bien del tema-, con su algoritmo bien calentito, se ha estructurado a partir de información personal sobre el estilo de vida, educación, salud, ingresos, ocupación y alimentación de una serie de personas que forman parte de la población activa. Podríamos ser maliciosos y pensar sobre la posibilidad de haber ampliado esa horquilla a quien, por causas naturales, tienen más cerca la posibilidad de muerte, pero también podemos pensar que, precisamente, lo que busca esta medicina predictiva es anticipar los problemas de salud y mejorar la vida de las personas. Pensemos eso… Que se busca mejorar la vida de las personas y no hacer negocio con la vida de las personas.
Decía arriba que una guarda sus preocupaciones bien dentro. Ordenadas, estructuras y con las caras bien limpias. Nunca se sabe cuándo se han de sacar a pasearlas. A las preocupaciones, digo. Las obsesiones quizá sean más complicadas, son erráticas, indómitas. Se aprende a convivir con ellas. Como se aprende a convivir con un familiar molesto. Una de mis obsesiones más recientes consiste en dedicar tiempo a rechazar. Y leer. En cada intento por acumular, gestionar, incorporar, me da igual el infinitivo, mis datos, leo con calma y rechazo. La economía de la atención sabe bien de esto, de la rapidez del clic, del deseo por aceptar todo. ¿Cuántas noches dijimos que era la última? Pues algo así…
La medicina predictiva debe ocuparse del bienestar de los seres humanos. Debe procurar que nuestras vidas sean mejores. Recortar gastos, minimizar los costes, revisar la tendencia de los diagnósticos, … Esto ya comienza a hacerte torcer el gesto, ¿verdad? Tenemos frente a nosotros el sueño húmero de las grandes corporaciones tecnológicas que ven, en la enfermedad, un lucro seguro y constante. Datos íntimos de personas que se pueden utilizar para alterar esa posibilidad de futuro, para impedir que se acceda a un puesto de trabajo porque te vas a morir de cáncer en cuatro años. Para determinar lógicas relacionales. Afectos y cuidados. ¿Te quedarías con alguien que acabas de conocer, del que te has enamorado, pero que puede morir en unos meses? Jugar a ser dioses nos va a salir muy caro. Porque de esto va justamente el asunto: de lo caro que nos va a salir el futuro.