Ha pasado ya una semana desde que la Policía Nacional encontró el cadáver de Paula en el interior del apartamento que compartía en La Carihuela con Marco, su presunto asesino, pero Vicky, su jefa en el restaurante La Tómbola, y el resto de sus compañeros, aún siguen anclados a aquella mañana del 17 de mayo que no val a olvidar nunca.
"Si no llora uno, llora el otro", cuenta con indignación la responsable del establecimiento sobre la nueva rutina de sus empleados. Su equipo recuerda a Paula en cada momento. De hecho, han tomado como costumbre brindar por ella cuando acaban la jornada laboral y todos cenan de pie alrededor de la barra. Es una forma de tenerla más cerca y recordarla, como si aún fuera parte del equipo.
"No nos la sacamos de nuestras cabezas. Vas a cualquier sitio y sientes que ella está con nosotros", insiste. Vicky quiere imaginar que poco a poco el ánimo del equipo irá mejorando porque el tiempo todo lo cura, pero reconoce que tampoco es capaz de borrar de su mente el rostro del "monstruo" de Marco. Así, confirma a este periódico que él robó de su local el cuchillo con el que el italiano, de 45 años, presuntamente apuñaló a Paula por la espalda.
Dándole vueltas a la cabeza, Vicky se ha dado cuenta de la soledad de Paula y lamenta no haber podido mediar en ella cuando ella vivía. "El día antes de morir me dijo que a ella no le gustaba descansar, que le encantaba estar en el restaurante con nosotros", explica con angustia. La propia Vicky fue el paño de lágrimas de Paula. Fue una de las que más le insistió en el restaurante en la importancia que tenía una denuncia a Marco, pero Paula nunca lo hizo, no quería llamar la atención de Asuntos Sociales con el fin de que le devolvieran a sus hijos.
Sibora
A Vicky le han llegado las imágenes de las amigas de Sibora manifestándose por las calles de Nettuno, con decenas de carteles donde piden "justicia y verdad", pero también recuerdan a la joven malagueña asesinada. "Es muy bonito, pero la realidad es que en nuestro día a día hay un vacío enorme que no se reparara...Pero es muy bonito igualmente", confiesa.
Se le eriza la piel al pensar que sus hijos compartieron mesa con "un psicópata como los de las películas", después de conocer lo que hizo con su amiga, pero también con lo que ha dicho que hizo con la joven Sibora, que apenas tenía 22 años cuando la tierra se la tragó en 2014. Marco fue el último que la vio con vida.
Las similitudes entre Paula y Sibora eran muchas. Ambas se llevaban bastante edad con Marco, se dedicaban al mundo de la hostelería, y lo más importante: habían decidido romper con él antes de desaparecer, en el caso de Sibora, y de morir a puñaladas, en el de Paula.
Paula había expresado a Marco que quería romper la relación, pero él no lo soportaba y no paraba de acercarse a ella, llegando incluso a pedir a unos taxistas información sobre ella para averiguar dónde estaba el día antes de presuntamente matarla.
De hecho, Marco protagonizó un episodio de violencia, fruto de un ataque de celos, en el local donde ambos trabajaban, rompiendo la puerta del baño de empleados. Según las fuentes, lo hizo porque decía que ella mantenía relaciones sexuales con sus compañeros allí. Por este motivo, él, que trabajaba en el mismo restaurante, fue inmediatamente despedido. Finalmente, fue repescado como pizzero en el Bar América, donde le dieron una segunda oportunidad. De allí fue también despedido el sábado previo al asesinato de Paula. Marco no se comportaba adecuadamente y según los trabajadores, llegó a ausentarse tres días de su puesto de trabajo.
En octubre de 2013, Sibora volvió a Italia diciendo que no quería volver con Marco, pero finalmente retomaron la relación y ella volvió aproximadamente en marzo a España, aunque su familia no recuerda con exactitud la fecha. En julio, ella desaparecía para siempre sin dejar rastro ni avisar a su familia, que en principio llegó a creer que podía tratarse de una desaparición voluntaria, pues Sibora le dijo a su madre que para dejar a Marco ella "iba a tener que desaparecer". Con el paso del tiempo, se dieron cuenta que no podía ser así, puesto que creen que ella les habría contactado de cualquier forma.
La Policía Nacional se encuentra investigando la vivienda que ella compartió durante tres años con Marco en Torremolinos, por orden del Juzgado de Instrucción número 3 del municipio. Lo hacen después de que Marco diera a entender en los pasillos de comisaría, y ante presencia policial, que había matado a Sibora y que posteriormente la había enterrado en las paredes de la casa, un dúplex situado en la calle García de la Serna del municipio malagueño. Nunca lo ha ratificado frente al juez ni ante su abogada.
Los investigadores tratan de averiguar ahora, después de haber inspeccionado la vivienda en varias ocasiones sin hallar restos óseos, si Marco pudo utilizar ácido para deshacerse del cuerpo, como también supuestamente comentó, tal y como ha informado el delegado de Gobierno de España en Andalucía, Pedro Fernández. La familia de Sibora, mientras tanto, a más de 2.300 kilómetros por carretera, espera recibir pronto una llamada que la pesadilla se ha acabado.
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