¿Alguna vez has probado una paella multitudinaria que esté buena? Lo has visto cientos de veces en ferias, verbenas, fiestas de pueblo y comidas familiares. Un plato muy extendido en las grandes citas que, sin embargo, rara vez sale a gusto de todos. Salado, soso, poco hecho, quemado de más, con marisco de mala calidad, etc. No se suele encontrar el punto justo.
Ya lo decían las abuelas, “es imposible cocinar con cariño para tanta gente”. Sin embargo, todavía queda una salvación para aquellos que disfrutan de este gran plato de nuestra gastronomía nacional que tanto se puede disfrutar si está bien hecho.
José Miguel Fernández, más conocido como Paellero en Casa, es un cocinero de Marbella que prepara paellas a domicilio. Con una extensa carta de 17 tipos de arroces que van desde los 21 hasta los 36 euros por persona, depende de los comensales, José Miguel se ha hecho con un gran reconocimiento en la Costa del Sol, llegando a cocinar para figuras como Antonio Carmona, Ricardo Marín o el presidente de Senegal.
Paellero en Casa nació en 2008 cuando José Miguel, artista gráfico de oficio, tuvo que cerrar su empresa por la crisis que vivía España. En ese momento residía en Gandía y tuvo que volverse para Marbella y ponerse a trabajar en la hostelería para seguir pagando la hipoteca. “Pasé por todos lados. Repartí pescado, hice hamburguesas y cociné en restaurantes”, cuenta el emprendedor.
Fue entonces cuando decidió apostar por lo que le gustaba y comenzó este nuevo negocio. A pesar de no ser estrictamente cocinero, José Miguel admite que es una cosa que tiene de familia, ya que “mis padres siempre han sido muy cocinitas y me lo han inculcado en casa”. En un inicio, este compaginaba los diferentes trabajos que iba ocupando con su negocio de paellas a domicilio los fines de semanas. Actualmente “puedo vivir de ello al 100%”.
Paellero en Casa fue una de las empresas pioneras en Marbella en iniciar este modelo de negocio que tan de moda está los últimos años. José Miguel no contaba con una agenda de contactos, pero admite que el boca a boca ha sido la mejor de las publicidades. Normalmente trabaja solo y suele ocupar una medía de 70 comensales por cita, sin embargo, ha llegado a cocinar hasta para 220 personas en un evento de Ovo Clinic, una clínica de fertilidad de Marbella.
A pesar de esto, José Miguel asegura con sinceridad que no quiere crecer más. “A lo único aspiro es a disfrutar mi trabajo, vivir y ser feliz. Además, cuanto más se crece más difícil es mantener tu sello de identidad y esa sensación de que te estás comiendo un arroz hecho con cariño en casa”, confiesa el cocinero.
Su trabajo le gusta, y eso se nota en las publicaciones que sube a Instagram. Su sonrisa y buen semblante son una transparencia hacia una persona satisfecha de lo que hace. “No hay nada más gratificante que te feliciten por lo buena que está tu comida. Los clientes que tengo se portan super bien conmigo, sobre todo los extranjeros. Los españoles somos más ‘porculerillos’, pero en general son todos geniales”, cuenta entre risas José Miguel.
El secreto de las grandes paellas es que no sean tan grandes. Cuando una paella adquiere unas dimensiones considerables “es muy difícil controlar los puntos del arroz”. Por eso, la técnica de José Miguel consiste en llevar paelleras de no más de 20 personas. Si el evento tiene 60 comensales, el cocinero marbellí monta tres paelleras y las va cocinando simultáneamente. “Aunque es más laborioso, el arroz queda mejor. Cuando hay mucha cantidad en una paellera es imposible saber si el punto de arriba está igual de bien que el de abajo y viceversa”. Además de esto, recalca el cocinero, el buen fumet, el sofrito y los productos de calidad son otra de las claves del arroz.
Lo ha hecho tantas veces que mide las cantidades a ojo. No le hacen falta utensilios de medición. Los 16 años que lleva con su negocio le han valido para atesorar una valiosísima experiencia y un cajón de anécdotas que “valen oro”.
José Miguel admite que uno de los trabajos que más ilusión le hizo fue cuando cocinó para el presidente de Senegal y su familia en su paso por Marbella. El mandatario se alojaba en una villa de Puente Romano y quería probar la gastronomía nacional de una forma privada. “Imagínate lo que supuso eso para mí. Me cachearon de arriba abajo, me registraron la furgoneta y me hicieron una prueba de tóxicos. Un show. Tras probar la paella el presidente me pidió que me quedara con ellos para que yo personalmente les sirviera el arroz. Me trataron como uno más de la casa, fue un placer”, admite con ilusión.
Y es que José Miguel ya sabe después de tantos años qué es esto de compartir espacio e intimidades con figuras importantes. Cuando cocinó para la familia de Antonio Carmona en su cumpleaños, el cocinero marbellí fue invitado a pasar el día en la casa donde se celebró después de la jornada de trabajo. “Escuchar de forma íntima a gente como los Carmona y la Mari de Chambao en un ambiente distendido donde se sienten cómodos es una experiencia que no tiene precio”.
A pesar de todas estas vivencias y de ser un reputado cocinero en la provincia de Málaga, José Miguel es una persona humilde. Se le nota en el tono de voz y semblante a la hora de encarar la conversación. Un trabajador incansable y apasionado que disfruta cada día de lo que hace y que está agradecido por “poder vivir de lo que me gusta”.