Cada día, el Hospital Regional de Málaga realiza una trombectomía a un paciente de ictus. Estos son cada vez más jóvenes, algo que no ocurría con tanta frecuencia hace una década. Pedro Serrano, jefe del Servicio de Neurología de este centro, cree que este crecimiento se debe a los malos hábitos, como el consumo de drogas y al abandono del control de los factores de riesgo como la hipertensión arterial, la obesidad o la diabetes por distintos motivos.
Así, opina que España goza de una buena -aunque mejorable- infraestructura de tratamiento del ictus equiparable a la del resto de los países europeos. Gracias a esas trombectomías que llegaron, por cierto, gracias al código ictus, en muchos casos, salvan vidas y palian secuelas. Hablamos con él para conocer un poco más de esta enfermedad cerebrovascular en el Día Mundial del Ictus:
Mucha gente conoce lo que es un ictus, pero no saben definirlo. ¿Cómo lo haría usted? Hay quien tiene dudas de si un ictus es un derrame cerebral o si se trata de dos cosas diferentes
Tanto el ictus hemorrágico (derrame) como el isquémico son dos tipos diferentes de ictus. Lo que pasa es que el más común es el segundo, el isquémico, que hace referencia a una pérdida momentánea de aporte sanguíneo a una zona determinada el cerebro. Esto puede ocurrir por varias razones: porque la arteria se obstruya, porque exista una arteriosclerosis que provoca que la arteria se estreche cada vez más hasta taponarse o bien porque se produzca una embolia, que es cuando hay un material trombótico que normalmente parte del corazón y que viaja por el torrente sanguíneo hasta que llega al sitio en el que el tamaño de la arteria ya es tan pequeño que se genera un tapón. Esos son los motivos principalmente en el caso de los ictus isquémicos.
Respecto a los hemorrágicos, estos son todo lo contrario, es decir, se rompe la pared de la arteria y la sangre sale. Sin embargo, las manifestaciones clínicas son parecidas porque derivan de la zona del cerebro en la que se producen. En ambas apreciamos una pérdida de la función que corresponde a esa parte del cerebro. Si afecta en una zona del cerebro que controla el movimiento del lado contrario del cuerpo se aprecia una falta de movilidad en manos y piernas o en la cara, habitualmente. También puede manifestarse en una pérdida de sensibilidad, en el caso de que afecte a vías sensitivas. O bien si se asienta en la zona donde se controla la interpretación de la visión, se produce una pérdida de visión. Las manifestaciones son diversas porque depende siempre de la zona donde se produzca el ictus. Todas tienen en común lo súbito, un déficit que se produce de un momento a otro. La persona está bien y en un momento todos estos síntomas se instauran de manera aguda muy rápido.
¿Cómo se debe actuar ante un ictus? Cuando se sufre, ¿el paciente suele reconocer que es un ictus lo que está sufriendo?
El que padece un ictus, pocas dudas le quedan. Hay ictus más difíciles de reconocer, pero habitualmente, si uno pierde movilidad en un lado del cuerpo o de repente no puede hablar bien o no entiende lo que la gente le dice, evidentemente, sabe que algo le está pasando. En ese momento, el reloj se pone en marcha. Es fundamental para lograr el éxito es que los equipos sanitarios actúen cuanto antes. ¿Qué quiero decir con esto? Que lo que nunca se debe hacer jamás es quedarse en casa esperando a que el dolor pase. La mayoría de las veces no se va a pasar y esta decisión solo hace que se pase lo que nosotros llamamos como la ventana terapéutica, que es muy corta y es en la que se puede actuar correctamente.
El consejo es que se llame al 061 o dirigirse al centro de salud más cercano para que se ponga en marcha el código ictus, un protocolo de actuación multidisciplinar donde hay muchos colectivos implicados y que funciona de manera automática que hace que el paciente termine donde tiene que terminar, porque no todos los ictus necesitan los mismos tratamientos, hay que enfocarlo en función del tipo.
"El reloj se pone en marcha", dice. ¿Qué secuelas quedan si no se actúa rápido?
Cuanto antes se haga, las secuelas son menores. El panorama que vemos en la planta de Neurología ha variado totalmente. En el Regional desde finales de 2017 gracias al código ictus realizamos un tratamiento en el que las secuelas que quedan en el paciente son mínimas si se coge a tiempo, la trombectomía. Hoy en día te puedo decir que practicamos una a diario en nuestro hospital.
Esta trombectomía deja muchas menos secuelas en el paciente e incluso salva de la muerte a muchos de ellos.
Aunque sean ligeras, ¿qué secuelas se quedan?
Motoras, del lenguaje y también cognitivas, que no se suelen tener tanto en cuenta pese a que dependen claramente del cerebro.
¿Cómo está la incidencia en Málaga? Según los datos que maneja la Sociedad Española de Neurología (SEN), cada año entre 110.000 y 120.000 personas sufren un ictus en nuestro país. ¿Cómo están las cosas a nivel local?
No hay estudios específicos de la provincia de Málaga. Los estudios a nivel nacional derivan de la extrapolación de las cifras que se consideran en toda España. Se hizo un estudio epidemiológico hace unos años en Andalucía y creo recordar que tras un cálculo que hice de ese estudio nos correspondían entre 5.000 y 6.000 ictus al año en Málaga. Igualmente tendría que consultarlo de nuevo, pero aproximadamente.
Parece que ese número va creciendo cada año que pasa. ¿Hay un motivo en concreto? ¿Cree que puede derivar de un abandono del control de los factores de riesgo durante la pandemia más allá de que de por sí nuestros hábitos son cada vez peores?
Sin duda. Las dos cosas influyen. Por un lado, el aumento de consumo de sustancias tóxicas en la última década, no solo de alcohol, sino también de algunos tipos de drogas como la cocaína y alguna otra droga son factores predisponentes a la aparición de ictus, además en gente joven, algo a lo que no estábamos nada acostumbrados. Esto es muy llamativo y creo que tiene que ver con ello.
Luego también tienes toda la razón con el tema de la pérdida de la planificación de la medicina preventiva que incidía sobre todo en los factores de riesgo más importantes en el ictus: la hipertensión arterial, la diabetes, la hipercolerestorlemia... Si en los últimos años se han descuidado por razones múltiples, sin duda tiene su consecuencia ahora.
Es decir, ¿todos los ictus se podrían prevenir?
Todos se pueden prevenir y la primera parte de la prevención es la identificación de los factores de riesgo. No se puede tratar igual a una persona que padece diabetes, que sea fumadora y además tenga hipertensión arterial. Las posibilidades de que a lo largo de su vida desarrolle un ictus son muy altas, por ello habría que hacer un plan de recomendaciones a esta persona para que cambie su estilo de vida para corregir los factores de riesgo. Sobre los que son modificables, siempre se debe actuar.
Vi que en vuestra unidad se puso en marcha el Proyecto Flecha, para que todos los facultativos conozcan de una manera sencilla el tipo de ictus del paciente. ¿Qué tal está yendo su uso?
Muy bien. Es un proyecto de la Enfermería de la Unidad de Ictus del Regional que trata de simplificar al máximo y ganar tiempo en la asistencia médica a ictus durante el periodo de ingreso hospitalario. Es un código de colores y flechas que indican simplemente con mirarlo la característica del ictus que se está atendiendo. Evita errores y agiliza los procedimientos. Es un beneficio máximo porque el tiempo es muy importante en esto. Es un proyecto que surgió del trabajo diario de los profesionales de enfermería de la unidad que ya se ha exportado a muchos sitios de toda España.
¿Cree que tenemos en Málaga una buena infraestructura para prevenir o, en su caso, tratar ictus con total eficiencia? ¿O siempre se puede mejorar?
La infraestructura es mejorable siempre. A ver, si nos comparamos con lo que pasaba hace cinco o seis años hemos mejorado de manera espectacular, eso es cierto. Tenemos que tener en cuenta que en España tenemos una infraestructura del tratamiento del ictus bastante buena y equiparable con el resto de Europa.
Podemos mejorar, sin duda. Trabajamos a diario para hacerlo. Recientemente hemos inaugurado la Unidad de Ictus del Hospital Clínico Virgen de la Victoria y el número de camas en la Unidad de Ictus en Málaga ha ascendido a 15. Nos falta todavía un poquito para conseguir esa cama por cada cien mil habitantes que se recomienda en los estándares internacionales. En ese sentido, podemos decir que estamos en una situación aceptable, pero no podemos ser complacientes, hay que seguir trabajando y mejorando.
Ahora también hay alguna iniciativa de organización de código ictus a nivel de medicina privada, algo que es muy importante porque hay un estrato de la población que es asistida en hospitales privados y creo que es fundamental que en estos centros también esté organizado el código ictus.