Para aquellas que pasean de noche, llave en mano, en estado de alerta y mirando a su alrededor. Para aquellas que se despiden de sus amigas con un "avísame cuando llegues a casa", pero también para todas esas mujeres que disfrutan paseando, recorriendo las calles, conociendo su historia.
¿Desde cuándo el simple hecho de pasear, libres, sin miedo, se ha convertido en una forma de empoderamiento, de hacer la revolución? Es precisamente este arte del andar el que toman como medio de divulgación histórica el proyecto cultural y educativo de investigación con perspectiva feminista Hestóricas.
Su objetivo principal es visibilizar y valorar la aportación histórica de las mujeres en la sociedad y reflexionar sobre la “ausencia” de éstas desde una perspectiva feminista. "Realizamos itinerarios culturales en Madrid y Granada y desarrollamos proyectos con organizaciones e instituciones en distintos municipios del país. También desarrollamos varias líneas de trabajo: divulgación, mediación cultural, proyectos de recuperación de la historia local de las mujeres, formación en historia de las mujeres, género y gestión cultural inclusiva", me cuenta Sara López, una de sus fundadoras.
Porque andando se hace camino pero también se puede cambiar el mundo. Con los monumentos, placas conmemorativas y edificios que conforman las ciudades y los pueblos, y que, "curiosamente" pocas veces hablan de la mujer, se conforma la cultura de un lugar. ¿Por qué no recorrer las calles para descubrir a esa otra mitad ocultada y su contribución? López nos cuenta en qué consiste su último proyecto con la Casa Encendida.
¿Cómo surge la idea de los paseos temáticos feministas?
Surge porque no nos sentíamos identificadas con la historia que nos habían contado, ni con la oferta cultural que repetía unos discursos en los que las mujeres estaban representadas de modo plano y nada diversas, ni generadoras de cambios.
Nosotras nos preguntamos sobre el hecho de que si las mujeres habían habitado las ciudades, barrios y pueblos igual que los hombres, por qué no aparecen en los nombres de sus calles, en las esculturas, en las placas conmemorativas... El espacio urbano no recuerda su historia.
¿Qué podrán descubrir los que acudan a la cita del próximo sábado 12 de junio?
La propuesta que presenta la Casa Encendida con este recorrido urbano es la de visibilizar a las mujeres que han rodeado y rodean este espacio cultural del barrio de Embajadores. Analizaremos qué relación tuvieron las mujeres con el Monte de Piedad, que es el origen de la institución, pero también hablaremos sobre mujeres emprendedoras en las industrias culturales en la zona. Además, reivindicaremos a colectivos y vecinas que desde el activismo trabajan por hacer un barrio mejor y más habitable.
Por supuesto, nos alejaremos de los siglos XX y XXI para compartir la relación de las mujeres con las instituciones educativas, de beneficencia o el mundo laboral de Embajadores.
Precisamente sobre pasear se ha reflexionado mucho en los últimos años: el poder pasear solas o de noche es un reto para nosotras. ¿De qué forma puede el paseo empoderarnos?
Lo que se pretende con los paseos no es solo que las personas participantes se apropien de la historia de las mujeres como un patrimonio colectivo, sino que también lo hagan del espacio público. Siempre se ha hablado de ese “espacio público” y se ha relacionado con una “esfera históricamente de los hombres” y el problema es que si no encontramos representación del paso histórico de las mujeres en las calles ese concepto va a perpetuarse.
Queremos reivindicar que esas calles también son de las mujeres, que ellas siempre las han habitado y por las que todo el mundo debe transitar seguro y sin miedo. Y creemos que esa reapropiación podemos conseguirla a través de grupos de personas que conversan sobre la historia de las mujeres en las calles de nuestras ciudades, barrios y pueblos.
En vuestra página web tenéis un proyecto de recuperación de la historia local de las mujeres. ¿En qué consiste? ¿Por qué es tan importante escuchar a nuestras vecinas, abuelas, tías y madres?
Consiste en reivindicar a las mujeres de nuestros barrios y pueblos como agentes históricos y generadoras de cambio. Desmarcarse de esa historia de los grandes hechos y batallas para centrarnos en la historia cotidiana que está llena de resistencias y de cuidados. En el fondo sin ellas no podemos hablar de una historia completa.
La Guerra Civil y la dictadura franquista es una etapa que tenemos muy reciente y en su estudio posterior se ha vuelto a poner el foco en el hombre y no en figuras femeninas que sufrieron sus consecuencias de la misma o incluso peor forma. ¿De qué manera podemos recuperar esta mirada de género en una época tan polémica?
Es necesario revisar contenidos desde los feminismos e incluir relatos invisibilizados por motivos de género, ideología y diversidad sexual en la historia hegemónica, valorando la aportación de la historia de las mujeres durante la Guerra Civil y la dictadura franquista.
La represión y la violencia que se ejerce sobre las mujeres a nivel histórico suele dejar menos restos documentales a los que poder acudir en las investigaciones, por eso es tan importante escuchar y recoger los testimonios de las que lo han vivido. Las investigaciones que se están realizando sobre la situación de las mujeres durante la Guerra Civil y la dictadura franquista son de lo más interesante y es terrible que no tengan reflejo en los medios generalistas o en los currículums escolares.
La represión sobre los cuerpos femeninos es uno de los ejes del proyecto, ¿por qué habéis querido poner el foco en esto?
Porque, como apunta la historiadora Aurora Morcillo, las mujeres fueron convertidas en las depositarias de un objetivo nacional: la reproducción del régimen en su doble sentido biológico e ideológico. Los medios usados por el franquismo para nacionalizar los cuerpos de las mujeres y someterlos a sus intereses impregnaban la vida de ellas y cualquier expresión fuera de los límites impuestos suponía una transgresión.
Gracias al movimiento feminista y la creación de redes de mujeres se está dando reconocimiento a muchas figuras ocultas por el patriarcado y en todos los ámbitos. ¿Cuál es el mayor reto a la hora de recuperarlas?
El trabajo de Herstóricas se puede realizar gracias a investigadoras e historiadoras que desde el ámbito académico, universitario y activista llevan trabajando por el estudio de la historia de las mujeres desde hace más de 40 años. La recuperación de la historia de las mujeres está llena de lecturas y relecturas entre líneas, nuevos enfoques y nuevas preguntas.
Quizás una de las dificultades es la falta de financiación y de apoyos institucionales, ya no solo para su estudio, sino también para su divulgación. Uno de los mayores retos es ese apoyo, que debería ser transversal, para que nos alejemos de ese imaginario colectivo de que la historia de las mujeres es algo parcial, sino que se vea cómo aportación fundamental a una historia global.
¿Qué figuras de la historia crees que merecen un mayor reconocimiento del que tienen en la actualidad?
Todas aquellas personas que desde lo colectivo y con contextos nada favorables han generado espacios donde trabajar con un mundo más igualitario. Aquellas personas que han acogido a otras y les han intentado hacer la vida más sencilla a través de la ayuda mutua y cooperación. Aquellas que, en contextos represivos y desde lo cotidiano, han plantado cara con sus resistencias del día a día al poder hegemónico.
Tenemos muy reciente el caso de Fumiko con Antonio de Felipe, ¿hay todavía muchas autorías atribuidas a hombres que en realidad pertenecen a mujeres? ¿Qué podemos hacer para sacarlas a luz?
La historia del arte, de la literatura y hasta de la ciencia están llenas de atribuciones que ignoran las aportaciones de las mujeres. ¿Qué hay detrás de la palabra “musa? Asistentes, ayudantes, creativas, artistas… mujeres que trabajaron en talleres o laboratorios en un segundo plano porque los contextos históricos patriarcales no les permitían tomar el papel de sujetos creadores de primer orden. Hermanas, hijas, esposas que han quedado ocultas bajo las firmas de hermanos, padres y maridos.
Ya tenemos a nuestras espaldas más de 40 años de revisión histórica realizada por historiadoras que están reivindicando a muchas mujeres y el papel fundamental que jugaron en el arte.
Mostrar referentes femeninos "positivos y diversos" es uno de vuestros objetivos, ¿es más complicada la tarea de recuperación cuando hablamos de mujeres que no sean blancas, cis y hetero?
Sí, las diversidades están muchísimo más invisibilizadas. Todavía queda mucho por hacer, porque seguimos viviendo en una sociedad machista, clasista, racista y capacitista. Hay que cambiar los discursos y para ello se necesita que las revisiones históricas sean integradoras e inclusivas. Esto es algo fundamental para que todo el mundo pueda reapropiarse de la historia.
Trabajar la historia desde los feminismos no consiste en quitar a unos y poner a otras, como muchas veces se pretende tergiversar desde posiciones desinformadas. Se trata de hablar por fin de esas personas las que se ha ignorado y de analizar sus relatos desde distintas miradas. Se trata de ampliar y democratizar lo que desde las posiciones de privilegios han mantenido como “lo importante” ignorando otras muchas realidades también fundamentales.
¿Qué podemos hacer las mujeres para cambiar la historia?
Las mujeres ya han cambiado la historia a lo largo de los siglos desde espacios de lo más diversos. Que no se haya valorado desde la historiografía tradicional y no haya calado en el imaginario colectivo es otro tema. Por poner un ejemplo, partiendo desde lo doméstico también se contribuye a los cambios, es más, es la base de todo, sin los cuidados no se habría logrado nada. El punto está en qué podemos hacer todas y todos, como ciudadanía, para contar la historia de una manera más plural e inclusiva. Porque la historia de las mujeres no es solo cosa de mujeres, es patrimonio colectivo y así es como debe de entenderse.