
Siluetas del desfile primavera-verano 2025 de Hermès y del 'street style'. Getty Images
Camel, piel y transparencias: las tendencias de primavera-verano que querrás aprender (y llevar) desde ya mismo
Entre la vía práctica y la vía escapista, la moda abraza un maximalismo que se cuela incluso en los looks y las propuestas más clásicas.
Más información: Valentina Suárez-Zuloaga, directora creativa de MBFWM: “La meta es saber vender más y mejor lo que tenemos”
La moda no existe en el vacío, aunque a veces parezca ir a ritmos que (casi) nadie entiende. ¿Por qué si no íbamos a estar hablando de las primeras tendencias de primavera-verano 2025 en pleno invierno? Sencillo: las propuestas de las pasarelas ya llevan meses circulando por las redes sociales (se presentaron en septiembre de 2024).
El cambio climático, la globalización y el ritmo de producción de la industria de la moda han provocado que, aunque desfiles y prendas puedan seguir teniendo una división más o menos marcada por una cuestión de practicidad, muchos de los cortes, colores y estilos resultan curiosamente atemporales.
Pero no es el único motivo. Como un espejo de su tiempo, la moda recoge las inquietudes, deseos y tensiones que palpitan en la sociedad. Una que históricamente se ha plantado ante la realidad de dos maneras: o abrazándola o evitándola. Pragmatismo o escapismo.
El paisaje que las pasarelas han perfilado para la primavera-verano 2025 no es diferente. Mientras unas propuestas buscan refugio en la fantasía y el exceso, otras se anclan en una funcionalidad que, esta vez, trasciende lo básico. Porque en un mundo donde las tensiones globales y los desafíos cotidianos se entrelazan, parece que la huida creatividad, la nostalgia y la individualidad ganan la partida.
Entre lo práctico y lo evocador
Para quienes estén mínimamente al tanto de lo que sucede en el mundo de la moda, no será ningún secreto que desde hace años, el llamado lujo silencioso y sus distintas versiones –como la estética de la recesión– han ido cogiendo cada vez más fuerza.
Y ha sido gracias tanto a productos audiovisuales con calado en cultural (hola, Sucesión) como a tendencias en redes sociales (la oleada de estilismos old money en TikTok ha empezado a superarse, pero todavía da coletazos) y cambios económicos que han ido modificando en mayor o menor medida los hábitos de consumo globales.
Y así, sin prisa pero sin pausa, las piezas que consideramos básicas desde hace unos 10 años se entrelazaron con el concepto de las compras responsables y cierto minimalismo consciente. Es decir, que el discurso general intentaba convencer a un determinado segmento de la sociedad que invertir más presupuesto del habitual en una chaqueta negra aséptica era una buena idea porque puede ser versátil y durar toda la vida.

Desfile de Chloé y 'street style'. Getty Images
Y ese mensaje caló. Según un informe de McKinsey & Company de finales de 2024, el 71% de los consumidores europeos priorizan la calidad y la durabilidad sobre la cantidad, reflejando un giro hacia un consumo más reflexivo. Un ideal que, como era de esperar, está siendo capitalizado por diferentes empresas, tanto de lujo como de moda rápida.
Sin embargo, la espiral/el péndulo de las tendencias continúa. Y por eso después de varias temporadas con sobredosis de cortes asépticos, las piezas llamativas, los tejidos brillantes y los patrones grandilocuentes se hacen fuerte en las pasarelas, replicando esa ostentación nocturna que pudo verse en la Gran Depresión de los años 30: la teatralidad es una vía de escape como otra cualquiera. Y en esta ocasión, se materializan a través de la nostalgia, el romanticismo y la sensualidad.
Las tendencias escapistas
En un mundo volátil, incierto, complejo y ambiguo, la moda puede ser una manera de contrarrestar la presión constante. Pero no como una distracción pasajera (aunque ¿por qué no usarla de ese modo, si es lo que la mente necesita?) sino como una manera de "desahogo" y "expresión creativa".
Así lo perciben desde Zalando, que en su Trend Forecast de 2025 afirman que la generación Z va a plasmar su deseo de evasión a través de "la fascinación por épocas pasadas, con tendencias inspiradas en la época victoriana y arraigadas en el romanticismo y la narrativa fantástica".
Por ejemplo, el muy conocido Regencycore (esa estética que popularizó Los Bridgerton) sigue interesando a los consumidores, según los datos de Zalando. Tanto, que han detectado un aumento de interés de un 156% el año pasado, en línea con la predicción de tendencias de Pinterest para este año.
Destacan cómo el 'más es más' se está convirtiendo en una norma, reflejado en el aumento de búsquedas relacionadas con estilos maximalistas y retro, como la decoración Rococó. Pinterest destaca que esta tendencia es, ahora mismo, la norma, reflejado en el aumento de búsquedas relacionadas con estilos maximalistas y retro, como la decoración rococó y estilos tan opulentos como ultrafemeninos.

Siluetas del desfile primavera-verano 2025 de Bottega Veneta, del 'street style' y del desfile primavera-verano 2025 de LOEWE. Getty Images
Aunque no hay corsés, los vestidos semitransparentes de flores de Loewe encapsulan bien esta idea: las estructuras voluminosas parecen mirar al pasado, mientras las zapatillas y los zapatos hablan el idioma del aquí y ahora. Pero no son las únicas flores que se han colado en las marcas de lujo.
Las de Miu Miu, bordadas con cuentas de colores sobre vestidos de algodón blanco, remiten a una inocencia no exenta de nostalgia (para quien tuvo una infancia feliz, la niñez es un refugio), mientras que las de Chloé, mezcladas con volantes, volúmenes y faldas asimétricas, recuerdan que el boho ha vuelto para quedare. Al menos, un par de temporadas.
El debut de Chemena Kamali al frente de la firma francesa fue uno de los más sonados el año pasado; los aplausos internacionales de la prensa especializada no se hicieron esperar. Y para su segundo desfile, el de primavera-verano 2025, la directora creativa sirvió lo que los comensales deseaban: más espíritu bohemio, fluido, relajado y sofisticado, esta vez sí cayendo en el (efectivo) cliché de las flores.
Pero no son las únicas coordenadas que pueden encontrarse en el estilo setentero 2.0. Los pliegues voluminosos y románticos (etiqueta que, según Tag-Walk, aplica a 641 looks de temporada) se entrelazan con tejidos translúcidos y colores suaves entre el que destaca el amarillo pastel, presente en 128 propuestas de primavera-verano 2025.

Las maneras de interpretar esta estética, englobada dentro de esta nueva oleada de maximalismo, pueden ser diversas, pero una tan efectista como efectiva es la de contrarrestar su suavidad con elementos contundentes. Es decir, que la pareja perfecta de las flores, es el asfalto. O al menos, los elementos con los que lo asociamos.
De ahí que desde Pinterest afirmen que "las generaciones Z y boomer traerán el moto boho". Es decir, que "combinarán ropa y accesorios de cuero negro con elementos bohemios, como faldas de encaje con vuelo y algunos flecos". Con dos grandes elementos fantasiosos hemos topado.
Los flecos, epítome del movimiento, se han colado en 348 looks de pasarela para demostrar que son algo más que cowboy. De hecho, la mayoría de ellos se han presentado en un formato fino propio de mantones tradicionales. Solo que aquí de tradición (más allá del recorrido histórico del elemento ornamental), hay poco.
Los de Calcaterra crean faldas abiertas que se colocan sobre pantalones, como sucede en Christian Dior. Los de Stella McCartney se llenan de brillo para crear un top triangular, los de Missoni y Ferragamo se enredan alrededor del cuerpo para dar lugar a vestidos a artísticos y los de Bottega Veneta, Valentino o Gucci se atienen a su función de adorno epatante. Casi como el encaje, que le anda cerca y aparece en mayor o menor medida en 394 estilismos.

Siluetas del 'street style' y del desfile primavera-verano 2025 de Ferragamo. Getty Images
La exuberancia de la tela poco tiene que ver con ese minimalismo práctico que había dominado hasta ahora y, sin embargo, puede aliarse con él, como sucede con el top de encaje y el traje de chaqueta de Chloé o de Stella McCartney, o con la falda y la blazer marrón de Fendi y de Michael Kors.
Looks prácticos, por eso de que pueden encajar mejor en una rutina media, pero excepcionales si se tiene en cuenta que el encaje aparece en piezas que se mueven entre lo ochentero (los estilismos con minifaldas y chaquetas de colores de Saint Laurent resultan impactantes), lo conceptual (como los vestidos de Yohji Yamamoto) y lo lencero. Y esta vocación boudoir resulta más que llamativa en este contexto.
Desde la propuesta más retro de Valentino (con Alessandro Michele al frente, no podía ser de otro modo) hasta las más sensuales de Balenciaga, Gucci o Nina Ricci, todo aquello que conecte con la estética de tocador parece interesar al público: Zalando reporta un aumento del 140% en las búsquedas de lencería de encaje. Y aunque los detalles del tejido intrincado son uno de los pilares de este estilo, los acabados satinados de los sempiternos vestidos lenceros adoptan líneas tan distintas como las vistas en Dries Van Noten, Simone Rocha o Victoria Beckham.
Igual que las transparencias, que cuajan en más de 1.200 looks de primavera-verano 2025. Poco importa el formato, mientras algunas partes de cuerpo puedan intuirse a través de la tela, recordando que en la actualidad, la división entre lo público y lo privado cada vez es más difusa.
Las tendencias prácticas
Quizás no sea poéticamente justo decir que un traje de chaqueta es menos evocador que un vestido de encaje con una bata lencera a juego como las que asomaron por Valentino (la estética es algo personal), pero sí es acertado afirmar que es más común ver el primero que lo segundo.
El histórico uniforme burgués que ha permanecido siglos imperturbable y se ha erigido como sinónimo del poder tradicional, es más normativo que el segundo look. ¿Lo curioso? Que incluso él, junto con camisas blancas, rebecas y pantalones anchos, sucumben a cierto exceso en sus patrones. Son tendencias (más) prácticas, pero no aburridas.
Las prendas de inspiración masculina, como los trajes sastre de cortes relajados, las camisas oversize y los chalecos, toman un nuevo protagonismo después de una temporada en la que la etiqueta ladylike parecía imbatible.
Por ejemplo, Zalando reporta un aumento del 86% en las búsquedas de blazers cruzados y un 70% en sastrería tradicional, ya que "los trajes clásicos actúan como un poderoso símbolo de reconexión y ofrecen una sensación de control en medio del caos", mientras que en Tag-Walk, los looks que se consideran masculinos rozan los 400.
Y ahí hay, cómo no, blazers, camisas y pantalones, solo que adquieren unas dimensiones que hablan más de diversión que de contención; para muestra, los de Bottega Veneta y los de Saint Laurent, inspirados en la figura del propio Yves.
No es extraño que esos elementos continúen transformándose: al fin y al cabo, son muchos los años en los que se ha cultivado la idea de versatilidad, calidad y durabilidad como un todo. La cuestión es que los patrones se renuevan (la chaqueta verde de Dries Van Noten o los pantalones grises con pliegues de Calcaterra son un buen ejemplo de ello), especialmente a través de otra de las grandes tendencias de la temporada.
Las líneas asimétricas, que tanto en partes superiores como inferiores (las faldas de Acne Studios y Chloé abanderan la tendencia, con permiso de los escultóricos vestidos de Alaïa y los pantalones de una pernera de Bottega Veneta), llenan 829 looks de temporada.
Algo parecido sucede con el estampado de rayas: es un clásico, solo que uno que puede aparecer en formato tradicional, como en el body de Christian Dior o los trajes de raya diplomática de Stella McCartney, o en formato multicolor, como pasa en Bottega Veneta, Ulla Johnson, Prada y Louis Vuitton, cuyas chaquetas con mangas abullonadas competían por la atención con los pantalones pirata a rayas. Vaya, que el muy viral término demure, aquí no aplica.

Siluetas del desfile de Max Mara. Getty Images
Donde sí podría encajar es en la propuesta, también a rayas, de Max Mara: es una de las firmas que abandera el lujo silencioso y práctico que se tiñe una y otra vez en tonos tierra y marrones, muy presentes un año más en las pasarelas (y probablemente, junto con el burdeos y el rojo cereza, en las tiendas).
La moda, en su esencia más pura, sigue siendo un diálogo constante entre la creatividad y la realidad. La temporada primavera-verano 2025 nos demuestra que no es necesario elegir entre lo práctico y lo evocador; ambos mundos pueden coexistir y complementarse.
En un contexto de desafíos globales, las propuestas para esta temporada son una invitación a explorar quiénes somos y a proyectar quiénes queremos ser, ya sea a través de piezas que reflejen funcionalidad y sencillez o de estilismos que nos transporten a universos imaginados. Porque, al final, vestirnos es mucho más que cubrirnos: es un acto de expresión, resistencia y, sobre todo, libertad.