Daniela Fejerman, directora y guionista: “Mis seis películas no sirven de nada a la hora de levantar un nuevo proyecto”
Charlamos con la guionista y realizadora sobre su última película, 'Alguien que cuide de mí', y sobre actrices, comedias, cuidados o cabezonerías.
9 octubre, 2023 03:45Daniela Fejerman (Buenos Aires, Argentina, 1964), licenciada en psicología, es directora de cine y guionista, pero también ha sido actriz y además ejerce la docencia. Desde que su primer guion, titulado Sé quien eres, se convirtiera en una película dirigida por Patricia Ferreira, han pasado 23 años, en los que Daniela ha desarrollado su profesión entregada a la pasión que la mueve y conmueve: el cine.
Acumula una carrera larga y ecléctica como guionista y realizadora. Dirigió su primer largometraje, A mí me gustan las mujeres, en el año 2002, junto a Inés París. Dio el salto a la dirección en solitario con un largo titulado 7 minutos en 2009, y seis años después consiguió dar a luz su película más personal y en parte biográfica, La adopción, que se estrenó en 2015.
En 2017, se atrevió con valentía a sacar adelante un proyecto de teatro que escribió y dirigió, Gente estúpida, y tras cinco años de arduo trabajo de escritura y búsqueda de financiación, regresó al cine con la comedia Mamá no enRedes, protagonizada por Malena Alterio y Eva Ugarte en 2022.
Apenas un año después, estrena su última y más reciente película, Alguien que cuide de mí, codirigida y coescrita junto a Elvira Lindo y protagonizada por tres mujeres extraordinarias, Emma Suárez, Aura Garrido y Magüi Mira, que dan vida a una madre, una hija y una abuela con un vínculo particular además del familiar: las tres son actrices.
Una comedia dramática con las emociones posadas a flor de piel, en la que el teatro queda entrelazado con la vida, con el amor, con los desequilibrios y las ilusiones o desilusiones de sus protagonistas, conformando diversas capas emocionales, y en la que sobrevuelan también otras cuestiones importantes, como el paso del tiempo, el fracaso, las relaciones intergeneracionales y la incidencia del VIH entre las mujeres.
Pregunta. Es usted una mujer de cine que habla de mujeres, no en todas, pero sí en la mayoría de sus películas. ¿Para ser entendida, para entender más y mejor a las mujeres, por y para visibilizarnos?
Respuesta. Es lo que me interesa, hacer historias con protagonistas femeninas, historias intergeneracionales que hablen de mujeres. También me interesa, y creo que esto ha sido producto del tiempo, hablar de las nuevas formas de plantearse la familia.
Conforme voy cumpliendo años, veo que las mujeres de mi generación están menos representadas, visibilizarnos es un empeño y es una lucha. La próxima película, que estoy escribiendo, tiene como protagonista a una mujer de cierta edad, con una madre mayor y con hijos que todavía no se han ido de casa.
Las nuevas directoras han puesto sobre la mesa el tema de la maternidad, pero están enfocadas en una maternidad muy temprana, como corresponde a sus experiencias vitales. Sin embargo, la maternidad es algo que dura toda la vida y hay muchas historias que contar.
Por ejemplo, historias de mujeres que atraviesan esa edad en la que comienzan a invisibilizarnos socialmente, políticamente, amorosamente…
Sí, digamos que esa etapa, por cuestión generacional, es dónde yo caigo ahora, y quiero que se visibilicen las temáticas, los intereses, las problemáticas de las mujeres… ¿cómo las llamamos? ¿Maduras?
En general me gustan las películas de personajes, de relaciones humanas. Fíjate, me da un poco de miedo que no me dejen contar muchas más cosas.
¡¿Por qué?!
He leído recientemente un estudio de CIMA (Asociación de mujeres cineastas y de medios audiovisuales) que decía que, la media de edad en la que los directores dejan de dirigir son los cincuenta y pico años, y las directoras, como en todo, lo dejan incluso antes.
Lo miro con preocupación, pero si tengo que pelearme el doble, pelearé. Esa es la parte desagradable de este trabajo, que no es solamente creativo. También está la parte de llamar a las puertas, convencer, buscar.
¿Qué tipo de cine le gusta ver? ¿Cuáles son sus referentes?
Soy muy ecléctica. He hecho mucha comedia y, por lo tanto, he bebido de directores de comedias clásicas o nuevas comedias, desde Lubitsch a Billy Wilder hasta Woody Allen.
Me gusta el cine europeo, por ejemplo, el cine francés; cuando hice mi primera película tenía como inspiración las películas de la directora Agnès Jaoui, que siguió siendo una inspiración durante mucho tiempo. Posiblemente, ahora, a quien tengo como referente del cine francés es Mia Hansen-Love, que también me encanta.
Ese tipo de películas centradas en personajes, de mujeres que pertenecen a tradiciones más o menos intelectuales, aquí, en España, son difíciles de contar, pero a mí me interesan mucho.
También me gusta el cine independiente americano, y últimamente estoy viendo películas de cine belga que me apasionan, y por supuesto me gustan las nuevas directoras españolas.
¿Cómo modifica o influye en su cine el hecho de que usted sea también psicóloga?
Hasta hace poco, siempre había dicho que la psicología no me había servido de mucho. Pero, claro, yo soy hija de psicoanalista, llegué a España de niña, y estudié psicología en la Complutense, aunque en unos años en los que la carrera era muy deficitaria, un momento de conductismo salvaje, no existía ni el inconsciente, ni la psicología dinámica ni nada.
Con el tiempo me he dado cuenta de que el interés, las lecturas, la formación que tuve, sí están ahí, es decir, ya no reniego, veo que hay puentes entre la psicología y mi cine.
¿Con qué mirada y expectativa está recibiendo, usted que lleva en la industria muchos años, a la nueva generación de cineastas que actualmente están promocionando el cine escrito y hecho por mujeres? ¿Realmente ha habido un cambio que ha llegado para quedarse?
Claramente hay un cambio. Siento que el momento actual es el fruto del trabajo anterior de reivindicación, que venimos haciendo desde hace muchos años, desde la Asociación de Mujeres Cineastas, porque la presencia de cuotas que facilitan que haya mujeres directoras haciendo películas, es una reivindicación peleada hace tiempo por CIMA, y que ahora, por fin, está dando frutos.
Además de eso, creo que tienen universos interesantísimos de los que hablan, y no solamente sobre la maternidad sino de muchas otras cosas, con una mirada que es autoral, pero que no es ensimismada, es abierta y fresca, lo cual me parece muy bonito.
Frecuentemente sus guiones transitan un lenguaje, o tono, de comedia, ¿cómo cree que nace en usted, y porqué, la empatía o preferencia por este género?
Creo que es una cuestión de afinidad con el género. Excepto en determinadas ocasiones en las que no me parece apropiado, la mirada hacia los temas importantes desde el humor añade ironía, mejora su comprensión y nos permite reírnos de aquello que nos preocupa, lo cual está muy bien.
Sin embargo, la película más personal que he hecho, La adopción, es absolutamente seria, solo tiene un par de desahogos, para que no fuera demasiado asfixiante. Por otra parte, creo que cada vez me identifico más y me voy inclinando cada vez más hacia la comedia dramática, que es como la vida, y no tanto hacia la comedia pura.
¿Cómo y por qué deciden Elvira Lindo y usted dirigir a cuatro manos el largo Alguien que cuide de mí?
Elvira conocía mi trabajo, pero realmente no nos conocíamos mucho. Ella me llamó porque tenía un relato y quería una mirada femenina, así que, pensó que yo lo podría dirigir. Yo me puse muy contenta de que Elvira Lindo, a la que admiro mucho, llamara a mi puerta, y empecé a trabajar en un guion que partía del relato de Elvira, donde ya estaba la historia que se cuenta en la película, el germen temático y argumental de la historia, los personajes…es decir, la película ya estaba en ese relato de Elvira.
Tuvimos un periodo largo de escritura del guion durante confinamiento, con encuentros a través de videollamadas. Cuando salimos a la calle a buscar los escenarios de la peli, yo veía que Elvira estaba implicadísima, pensando en localizaciones, proponiendo algunos actores, dando miles de ideas, metida en el proyecto como mucho más que una guionista.
Entonces la invité a acompañarme en la dirección. Al inicio se resistió un poco, pero cuando aceptó se metió a fondo. En algún momento me dijo: ¿dónde me has metido? Porque esto son meses y meses de dedicación intensiva.
¿Encontraron el justo equilibrio en esta bicefalia profesional? ¿Las tareas estaban compartidas o divididas?
Estaban bastante compartidas, aunque hubo momentos, durante la preparación, no en el rodaje, donde nos dividíamos las tareas porque nos faltaba tiempo.
Sinceramente, creo que, para ser dos personas sin experiencia previa en trabajos en colaboración, demasiado bien fue. Yo sentía que estábamos volcadas en contar la misma historia. Por supuesto, tuvimos nuestros momentos de tensión, porque un rodaje es muy tenso. Yo tengo más experiencia en rodaje, pero ella estaba siempre a mi lado y no quería que se escapara nada, estaba con todas las antenas puestas, absolutamente partícipe.
También ocurrió que, al estar rodando en Pamplona, vivíamos una especie de retiro y después de rodar íbamos juntas a cenar, seguíamos hablando de todo. Ser dos era estupendo para reflexionar o para buscar soluciones para el rodaje del día siguiente. Ha sido muy buena experiencia.
Las protagonistas de su película son tres mujeres de tres generaciones, que interpretan a tres actrices. ¿Es determinante que sean actrices o hubiera dado igual que fueran tres mujeres compartiendo cualquier otra profesión? Por ejemplo, para explicar los egos, el éxito, el fracaso, la pasión, la inseguridad que atraviesa sus historias.
Pienso que el hecho de que sean actrices hace que esos conflictos se evidencien, nos permitía incidir en ellos, en los celos, por ejemplo, al mostrar a una madre actriz que está celosa del éxito de su hija actriz porque ella misma está oscurecida en la profesión. O el componente de la inseguridad o la vanidad, que están muy presentes en la película.
Pero, quizá, aunque de manera menos evidente, podría extrapolarse a una familia en la que todas se dedican a lo mismo. También nos permitía establecer el paralelismo entre la historia real y la obra de teatro que está ensayando la más joven de las actrices, lo cual nos sumaba capas e introduce un elemento precioso.
El hecho de que esa obra de teatro sea precisamente La gaviota de Chèjov, ¿es una propuesta que ya estaba en el cuento de Elvira Lindo, o es una elección posterior?
Es algo que buscamos más tarde, argumentalmente sí estaba una obra de teatro en el relato de Elvira, pero la obra en concreto la elegimos después. La gaviota nos pareció perfecta porque habla del mundo de la interpretación, porque también son actrices las protagonistas.
Además, más tarde nos fuimos dando cuenta de que La gaviota iluminaba nuestra propia historia. En la escena de la película en la que el personaje del director de teatro cuenta a los actores de su compañía, de qué trata La gaviota, él habla del paso del tiempo, del resentimiento del que pierde la juventud y de la vanidad. Es como si estuviera definiendo nuestra película.
Además, en Alguien que cuide de mí se utilizan materiales, como las fotos o grabaciones de los propios actores en su vida real, su pasado, que al ser mostradas en el film se imbrican en la ficción.
Así es, utilizamos materiales de los propios actores, por ejemplo, la grabación de Pedro Mari Sánchez, que interpretó La gaviota cuando era joven. Impresiona, porque no es lo mismo hablar de la juventud, que ver realmente a Pedro Mari con 20 años, que era una belleza, un efebo.
También hemos utilizado intencionadamente habilidades de los actores, como por ejemplo el talento de Víctor Clavijo, que toca el piano, algo que desde el inicio incorporamos en guion.
El ser permeable a lo que va ocurriendo, a los materiales humanos o propuestas creativas que van a pareciendo, ¿es algo que ha ido aprendiendo e incorporando con el tiempo? ¿Es su modo habitual de trabajar?
En el caso concreto de Alguien que cuide de mí era muy fácil tomar cosas de los actores porque sus personajes son actores, pero no improvisábamos, fuimos incorporando elementos ya en el trabajo previo.
En general, yo siempre le doy mucho peso al trabajo con los actores y permito que en ensayos se aporten cosas, se cambien, se improvise. El actor es un creador y hay que darle ese espacio. Tener buenos actores es un alimento para las historias. Nunca voy con una idea rígida, ni siquiera de la puesta en escena.
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En la actualidad, en la industria cinematográfica que tenemos en España, ¿es complicado conseguir sacar adelante una película y además que tenga cierto impacto o visibilidad?
Hacer cine, hoy en día, es una cosa bastante complicada, sí. No creo que mi caso sea excepcional, aunque hay situaciones distintas. En mi caso, la experiencia, las seis películas que llevo detrás, no me sirven de nada a la hora de levantar un nuevo proyecto, es decir, partes siempre desde cero.
Cada vez es más complicado escribir con un contrato de desarrollo, y escribir es algo que lleva mucho tiempo.
¿Qué está escribiendo ahora, con o sin contrato de desarrollo?
Estoy escribiendo un guion con un coguionista argentino estupendo, los dos poniendo todo nuestro tiempo y esfuerzo para tener una versión que nos guste, y poder empezar a moverlo. Tengo otro guion de largometraje, que anteriormente fue un proyecto de serie que no salió, que estamos intentando que lo dirija otra persona para que poder sacarlo adelante.
Además, tengo otro proyecto de serie que estamos empezando a mover con un capítulo piloto, porque vimos que el guion, sin tener rodado un piloto, era muy complicado de sacar. Y tengo otro proyecto, más personal, que estoy haciendo yo sola, conmigo misma.
Mucho tiempo dedicado a proyectos en diversas fases de desarrollo, que ¿es un tiempo no remunerado?
Exacto, pero todo esto lo complemento con la docencia. Además, son períodos prolongados porque mi media de tiempo entre una película y otra son cuatro o cinco años.
A esto se suma que el cine en salas es algo que está en vías de extinción, salvo para casos concretos que son 'fenómenos' o algunas películas que ganan un premio en un Festival y entran en la cartelera en Madrid. El resto de películas lo tiene muy complicado en salas.
Sobre todo, durante y después de la pandemia, ¿la mayoría de gente ve cine en las plataformas?
Sí, en la pandemia todos nos hicimos con diversas plataformas y con alguna de ellas nos hemos quedado. Es algo que también comentan los exhibidores, la asistencia a salas estaba baja desde antes, pero después de la pandemia hay un público adulto que ya no ha vuelto a las salas, o que vuelve con cuentagotas, y eso es difícil de revertir.
Está claro que usted, con cuatro proyectos actualmente sobre la mesa, es una luchadora, ¿no ha perdido ganas ni entusiasmo?
Soy muy cabezota y creo que, en gran parte, poder hacer cine es cuestión de insistencia.
¿Quién cuida de usted y usted a quien cuida?
De mí cuidan unas pocas amigas, mi pareja, y en cierta manera, mi hijo. Yo cuido, sobre todo, de él, de mi hijo adolescente, que al ser adoptado tiene algunas particularidades que requieren estar y requieren trabajo, hay que acompañarle mucho, que es lo que intentamos, su padre y yo, hacer siempre.