La corredora en silla Carmen Giménez con sus hijas Ana y Valentina

La corredora en silla Carmen Giménez con sus hijas Ana y Valentina Cedida

Protagonistas

La atleta en silla Carmen Giménez y su 'segunda' vida tras la violencia machista: "Quiero que mis hijas sientan seguridad en el amor"

Tras sufrir una agresión de violencia machista por parte de su ex pareja que le provocó una lesión medular, esta mujer confió en la fuerza del amor para volver a nacer. Hoy, su lucha, cobra más sentido que nunca ante un verano trágico de víctimas. 

18 julio, 2024 01:38

Cuando alguien pone el nombre de Carmen Giménez en cualquier buscador de internet, de inmediato aparecen centenares de resultados. Es sorprendente cómo todos hablan de la historia de violencia machista que le tocó vivir, "me tiró desde un tercer piso, en el año 2010". Aquella caída cambio su vida y la convirtió en una sobreviviente de esta lacra de la sociedad que el pasado fin de semana de julio llegó a cobrarse 5 vidas en cuestión de 48 horas.

"Esa caída provoca que se rompa la médula ósea, la dorsal 10. Al romperse, se corta la médula y pierdo la movilidad y la sensibilidad desde el ombligo", explica Carmen sobre su lesión, pero ella es mucho más. Es madre, es atleta… y por eso quisimos descubrir su brillante corazón con mucho que enseñar a esta sociedad.

La situación de Carmen hace eco a una dura realidad: once mujeres han sido asesinadas por sus parejas o exparejas desde que dio comienzo el verano 2024, unos feminicidios a los que hay que sumar los crímenes vicarios de dos menores hijos de una víctima y el asesinato de la madre de otra, según recuerda EFE.

La Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género ha confirmado por el momento la naturaleza machista de siete de los crímenes, los de cinco mujeres y dos menores, y recaba datos de los otros seis. De confirmarse, serán 1.271 las víctimas de feminicidios en el ámbito de la pareja desde 2003.

Más que una víctima 

"Querer con la intensidad con la que quiero yo a la gente tiene siempre una doble cara. Al final, querer implica ciertos riesgos."

Más allá de lo que te pasó y de lo que supuso para ti, ¿quién es Carmen?

Pues mira. Soy una mujer, madre de tres hijos. Una persona muy sensible, generosa, empática y que lleva el concepto y el sentimiento del amor hasta unos niveles muy profundos. 

Querer con la intensidad con la que quiero yo a la gente tiene siempre una doble cara.

¿Y por qué piensas así Carmen? 

Al final, querer implica ciertos riesgos. A veces esa intensidad con la que quiero da frutos y otras el resultado es dolor. Es lo que me define en cuanto a los sentimientos, que al final es lo más importante de la persona. 

"La secuela más grande que me dejó la agresión fue el miedo, y es con lo que convivo"

La relación de maltrato que viviste llegó a dejar grandes cambios visibles, ¿qué podrías decir de la parte emocional? 

Fue el primer escalón. Ese hecho no me restó, más bien me sumó. Conseguí rehacerme después de la agresión, pero sobre todo me rehice después del nacimiento y fallecimiento de mi hijo. Este fue el segundo escalón. Fueron los dos momentos de mi vida que me condujeron y acercaron a ese sentimiento de amor. 

La secuela más grande que me dejó la agresión fue el miedo, y es con lo que convivo. Tuve la suerte de estar rodeada de familia, amigas, compañeros… mi entorno fue muy generoso. Volví a sentir lo que significa que la gente te quiera bien, pese a los meses que pasé ingresada siempre tuve gente de mi lado que se preocupaba por mí y me devolvieron la confianza. 

El siguiente escalón, el más importante, fue la pérdida de mi hijo Bruno. Ahí sí que me hice plenamente consciente del poder del amor, de la trascendencia de querer a una persona y que es tan trascendente que, incluso cuando no está, sientes la inmensidad y la plenitud. Yo así lo siento.

El escalón definitivo fue el compromiso que adquirí de vivir por una persona que ya no estaba. Me aproximó a ese sentimiento de amor. 

¿Qué hay del miedo a sufrir por amor? 

Cuando quieres tanto te expones mucho y hay personas que son respetuosas con los sentimientos que implica el amor en mayúsculas: la generosidad, la empatía, la bondad, la proximidad… pero hay otras que se aprovechan de ese sentimiento y lo usan de una manera muy mezquina. 

Una mamá especial 

"No es solo un temor hacia el agresor (...) El pensamiento que se genera en ti es: 'si la persona a la que quiero intenta matarme, alguien que no me quiere…'"

Al perder a Bruno, ya eras mamá de una niña y volviste a serlo de nuevo, ¿cómo es la maternidad para ti? 

Sí, Ana es la mayor; Bruno, el mediano y Valentina es la pequeña. Yo creo que mi manera de maternar sí es diferente. Después de lo vivido, estás alerta, ya sabes lo que pasa y lo planteas no solo desde una visión de género o de lo que puede ocurrirles con sus parejas. También con personas de su alrededor. 

Cuando hablo de la violencia de género y de las secuelas que deja, que es el miedo, explico que no es solo un temor hacia el agresor, sino que se produce un miedo generalizado. El pensamiento que se genera en ti es: 'Si la persona a la que quiero intenta matarme, alguien que no me quiere…'.

Claro, qué me va a hacer…

Claro. Eso produce la sensación de miedo generalizado y de vulnerabilidad ante el amor. Si quieres desde la bondad, desde la generosidad, te conviertes en vulnerable. Y esto es lo que yo intento trabajar con mis hijas, que ellas sientan la seguridad en el amor. Sin dejar de estar alerta. 

En esa parte vulnerable, tú encuentras la fuerza. Así llegaste al atletismo. 

Quiero ir con mi hijo por las calles del mundo, quiero que mi hijo conozca el mundo y que el mundo conozca a mi hijo. Fue un sentimiento claro. 

Bruno es una persona extraordinaria que ha venido al mundo a cambiarlo y a hacerlo mejor, no importa que solo viviese ocho horas. A la gente extraordinaria se la quiere tanto que tienen a personas su alrededor que les tienden la mano para cumplir su misión de vida. Eso es lo que sentí y eso es lo que hice. 

¿Así que un día decides bajar a una pista, y ponerte a correr con tu silla? Desde entonces, parece que el camino ha sido muy largo hasta llegar a la maratón de Boston…

No tan largo, porque fíjate que llevo solo cuatro años. Lo que pasa es que me he dado mucha prisa porque ya correr con 40 años, tenía prisa por hacerlo posible.

Sí es verdad que es un camino difícil porque no hay conocimientos, no hay facilidades y tampoco recursos. No es como si tú te compras unas zapatillas, llamas a un entrenador y sales a correr con 3 o 4 amigas. 

La silla de atletismo son mis zapatillas, y tuve que irme a Estados Unidos, Inglaterra o Japón. Buscar un entrenador no presencial, pero que sepa de atletismo adaptado y conocer las calles que son accesibles, saber si hay tráfico rodado… Son todas estas dificultades que hacen poco accesible el deporte para una persona en silla. 

Y no es porque correr en silla de ruedas sea más complicado en sí, lo es por la falta de accesibilidad. Fui salvando obstáculos para alcanzar mi cometido. ¿Problema? Solución. 

Una silla, un entrenador, un espacio adaptado, una fundación. Fui salvando todos los obstáculos por mi amor por Bruno. 

Acortando la brecha

"Abruma ese sentimiento de decir 'aún falta, pero estamos aquí juntas a favor de una sociedad respetuosa, igualitaria, no violenta'."

Tu Fundación Run for You lleva a cabo una gran labor. 

En la práctica deportiva en general y en el deporte paralímpico en particular hay barreras. La escasa representación que tenemos muchas veces del deporte femenino y el alto porcentaje de abandono que se produce es la tónica habitual, en especial en edades tempranas y adolescentes. Por eso, cuando llegas a la edad adulta hay un desequilibrio importante entre el porcentaje de mujeres que practican deporte y en concreto atletismo. 

En la Fundación veo ese claro reflejo y esa es una de las cosas que trabajamos también con el apoyo de la de la Comunidad de Madrid, salvar esa brecha de género.  También dar apoyo a las pocas mujeres que hay en condiciones, como las mías o similares, que tienen una discapacidad física. Yo sufro una lesión medular… 

En el ámbito de la discapacidad física, porque hay muchos tipos de discapacidades, hay personas sordas y personas ciegas, personas con discapacidad intelectual, personas con discapacidad cerebral y personas con discapacidad física. Las cinco federaciones de discapacidad en España.

En el caso de la discapacidad física, ese trabajo no se ha hecho por ningún tipo de institución y nos encontramos una brecha en general muy importante. Más aún la de género. 

Por eso nosotros, desde mi fundación, intentamos atender al espacio vacío que hay en el ámbito de la discapacidad física y que además tiene ese hándicap de los materiales. Nosotros necesitamos unos materiales que son carísimos y sin esos materiales que son las zapatillas, no hay deporte. 

¿Por eso participaste en la Carrera de la Mujer en Madrid? ¿Qué supuso para ti cruzar esa meta? 

Es una carrera que te pone los pelos de punta desde que compras el dorsal. Me gustaría destacar el papel tanto de María como de Henar, son mujeres que lideran equipos comprometidos con la igualdad y con la mujer y que hacen organizar la carrera con un cariño de verdad increíble. Eso se traslada a cada una de las 35.000 mujeres que corrimos por los 20 años de esa carrera. 

Cuando ese sentimiento es tan real, se traspasa. Estábamos 35.000 mujeres intentando ayudarnos las unas a las otras y a las cientos de miles que no pueden estar. Desde la salida hasta que cruzas la meta es una carrera extraordinaria. 

Ver esa marea rosa con la camiseta hace que te tiemblen las manos, se te llena el corazón de la fuerza de todas esas mujeres. También hay hombres animando y entonces abruma ese sentimiento de decir 'aún falta, pero estamos aquí juntas a favor de una sociedad respetuosa, igualitaria, no violenta' y eso es increíble, de verdad. Es que es espectacular. 

¿Te asalta en algún momento culpa o remordimiento por las cosas buenas que estás viviendo? 

No, no y no. Ni culpa, ni remordimiento. Para nada. Lo que sí, a veces es tristeza al ver cuanto nos falta todavía. Siento felicidad y pienso qué bien que hemos dado el paso, pero no quiero que se pierda, que venga la ola del mar y desdibuje en la arena la huella que has puesto y se olvide. 

Tenemos que avanzar y las mujeres tienen que poder hacer lo que quieran con los recursos que se necesita, con el apoyo que se necesite.

La esperanza

Tienes una vida que parece estar llena de aprendizajes, ¿qué podrías decirle a tu niña de 11 años para hacer frente a la vida?

Pues mira, le diría sonríe y le diría 'estate tranquila'. Le diría que lo mejor está por venir. Diría tranquila, Carmen, tranquila. Tendrás momentos en los que dudes, en los que sufras, en los que vas a pasar por todo… Pero tranquila, yo estoy muchos años después y al final, sonríes Carmen.