Trastorno bipolar en mujeres y el estigma de pedir ayuda: ellas sufren más y peores depresiones
40 millones de personas en el mundo sufren trastorno bipolar según la OMS, una de las enfermedades mentales con mayor riesgo de suicidio.
30 marzo, 2023 01:48Noticias relacionadas
El trastorno bipolar es una enfermedad mental grave que provoca alteraciones drásticas, repentinas y sin causa aparente en el estado de ánimo y la conducta de la persona que la padece, condiciona su capacidad de pensar, de sentir, de relacionarse socialmente, y puede propiciar trastornos del sueño. Suele desarrollarse al final de la adolescencia, a comienzos de la edad adulta. Sin embargo, es uno de los trastornos mentales graves más banalizados.
Con la inestabilidad como chivo expiatorio, se suele obviar el sufrimiento que genera esta patología en quien la padece. Los episodios extremos de depresión, hipomanía y manía, la irritabilidad, la sensación de vacío interior, la incapacidad para concentrarse, el cansancio, la culpa, entre otros efectos directos del trastorno bipolar, pasan una factura emocional muy abultada. Es, de hecho, una de las enfermedades mentales con mayor riesgo de suicidio. Y aunque es crónica, se puede tratar.
Se estima que en España un millón de personas padecen esta enfermedad y que sólo tres de cada diez la tienen diagnosticada. Para explicar sus implicaciones, magasIN cuenta con dos psicólogos de amplísima experiencia en el vasto campo de la salud mental: Timanfaya Hernández y Guillermo Fouce. Ella es la vicedecana del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid, una profesional especializada en psicología forense y sanitaria, orientada a la patologías mentales graves. Ejerce como docente en el máster de Psicología Forense impartido por la Universidad Rey Juan Carlos y en el máster de Psicología General Sanitaria de la Universidad Alfonso X el Sabio. Por su parte, Guillermo Fouce es doctor en Psicología, presidente de la fundación Psicología sin fronteras y profesor en la Universidad Complutense de Madrid.
Para detectar el trastorno bipolar hay que pararse a pensar, sugiere Guillermo Fouce, en si estos cambios de ánimo afectan a la vida cotidiana, porque de ser así, ese es el momento de buscar ayuda.
El trastorno bipolar se alterna en los llamados episodios maníacos y depresivos. Explica la vicedecana del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid, Timanfaya Hernández, que cuando una persona está en la fase maníaca se puede reconocer en un talante de felicidad extrema que no tiene correspondencia con una causa concreta: "Las personas que están en esta fase suelen experimentar una alteración del sueño, piensan y hablan de manera muy acelerada, pueden volverse imprudentes e impulsivas". Esto puede llevarlas, por ejemplo, bien a comprar compulsivamente cosas innecesarias, "derrochar el dinero", o bien a perder el miedo ante actitudes temerarias, como puede ser "conducir de manera agresiva", describe la experta.
En la fase depresiva, en cambio, se produce en la persona una situación de mucha tristeza, desánimo y una falta de motivación absolutamente por todo: "Incapaces de sentirse felices, se sumen en lo que se llama anhedonia, que es una pérdida total de la posibilidad de sentir placer e, incluso, de realizar actividades que en otras ocasiones han disfrutado". En esta situación, la persona encuentra enormes dificultades para poder realizar cualquier tipo de tarea, sufre también alteraciones del sueño porque se produce una hipersomnia: "La tendencia a dormir demasiado, a no poder salir de la cama, aunque en muchas ocasiones el sueño ni siquiera es reparador".
Un síntoma clave a tener en cuenta en esta fase depresiva es la presencia de pensamientos acerca de la muerte y la idea del suicidio.
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Hay diferencias entre hombres y mujeres con trastorno bipolar. Por un lado, explica Guillermo Fouce, presidente de Psicología sin fronteras, los hombres experimentan picos emocionales más largos que las mujeres. Por el otro, sostiene que el trastorno bipolar se produce con más frecuencia entre ellas.
A este respecto, Timanfaya Hernández cuenta que suele haber una mayor prevalencia de los episodios maníacos en hombres, fases vinculadas a conductas impulsivas y, a veces, al consumo de sustancias estupefacientes. En el caso de las mujeres con trastorno bipolar, los datos respaldan que a ellas les afectan más los episodios depresivos, por lo general, más graves que los sufridas por hombres.
Por estos motivos, y los que siguen a continuación, es fundamental hacer un diagnóstico adecuado y a tiempo, porque "un tratamiento farmacológico y psicológico que llega tarde puede hacer que la sintomatología se cronifique y que los episodios depresivos se prolonguen aún más en el tiempo", asevera Hernández.
Estigmas que minan la salud mental
Tanto las unas como los otros deben soportar estigmas que se derivan de nuestro proceso de socialización, señala la psicóloga forense y sanitaria: "A lo largo de nuestra historia hemos usado un lenguaje muy peyorativo en el que, por ejemplo, es común descalificar a alguien tachándolo de 'bipolar'". En general, la sociedad no entiende de qué se tratan esta y otras enfermedades mentales, por lo que las personas que las padecen siguen estando muy estigmatizadas: "Deberíamos mirarlas con más empatía y compasión, y pensar que no es algo que les pase a unos pocos porque nadie está libre de sufrir depresión o desarrollar una enfermedad mental".
El experto subraya que España es el segundo país del mundo en consumo de antidepresivos mientras reconoce que los estigmas que pesan sobre las personas con trastorno bipolar guardan una estrecha relación con condicionantes culturales: los roles de género. Lo que nos han enseñado sobre cómo debe ser una mujer o cómo debe ser un hombre pesa sobre las espaldas de toda la sociedad, pero aquellos que coexisten con este trastorno mental grave lo viven desde un ángulo especialmente delicado.
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Dentro de ese juego perverso de los roles de género, prosigue, "la sociedad admite como más lógico que sean las mujeres quienes expresen de esta forma sus emociones", sostiene Fouce, para quien el contexto cultural condiciona el día a día de las mujeres con trastorno bipolar, como lo hacen los cambios hormonales: "La salud se compone de lo biológico, lo psicológico, lo afectivo y lo social".
El profesor de la UCM sostiene que "los hombres que expresan sus emociones o que lloran", sufran o no trastorno bipolar, deben lidiar con una carga adicional. Y si además tienen diagnosticado el trastorno bipolar, "el estigma de estar enfermo, de comunicar las propias emociones y el temor a que lo tomen por loco siempre está presente".
Ayudar a quienes conviven con trastorno bipolar
El estigma que está tomando cada vez más cuerpo es el de pedir ayuda. El miedo a demostrar el propio miedo, a destapar la propia vulnerabilidad. El apoyo social se demuestra fundamental mientras quienes sufren trastorno bipolar indican que la falta de comprensión y de aceptación social es una piedra en el zapato.
El presidente de Psicología sin fronteras, Guillermo Fouce, observa que hay diferencias abismales en el bienestar de las personas con trastorno bipolar que deben lidiar con situaciones de soledad no deseada y aquellas que cuentan con una red de apoyo, un respaldo emocional. Por eso, la clave es combatir los estigmas, tratar con naturalidad la situación.
"Una vez está detectado en un amigo o familiar, lo más importante va a ser pedir ayuda, establecer lo que se llama la conciencia del problema, de la enfermedad", relata Timanfaya Hernández. A la persona que lo padece le costará mucho más, especialmente durante la fase maníaca, cuando se encuentra exultante. No tanto así durante la fase depresiva: "Como los síntomas son muy desagradables, será más fácil que se dé cuenta... Pero entender que esa euforia y esa tristeza forman parte de una enfermedad mental no es nada sencillo".
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Explica la vicedecana del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid que aquellos que están cerca de una persona con trastorno bipolar lo notan, por ejemplo, cuando en la fase maníaca se producen episodios de mucha conflictividad en la convivencia, con personas cercanas o incluso en la calle: "Entrar en conflicto con las personas con trastorno bipolar puede ser una guerra perdida y acusarlas puede resultar contraproducente porque se sienten muy mal. Lo primordial es acompañarlas y hacerlas entender que tienen una enfermedad y que necesitan ayuda".
Pero insiste en que debe ser ayuda especializada. Porque el tratamiento para esta enfermedad mental es mayoritariamente farmacológico, pero se ha demostrado que por sí solo no resuelve la problemática. Es necesario acompañarlo con un tratamiento psicológico de la mano de profesionales que conozcan la enfermedad para poder identificar la evolución de la misma, sostiene Hernández: "Que reconozca los síntomas que la persona puede tener antes de entrar en un episodio de carácter maníaco o depresivo; que pueda indicarle cómo proceder cuando se encuentra en esas fases, ayudar a detectarlas y a ser capaz de prevenir esos picos emocionales, convertirlos en meseta".
Además, un correcto acompañamiento psicológico puede contribuir a que las personas con trastorno bipolar vayan lidiando con toda esa cantidad de ideas, normalizando la vida social, la vida laboral, que la psicóloga etiqueta como indispensable: "Está demostrado que mantener buenas rutinas ayuda a estabilizar el ánimo". En la misma línea se posiciona Guillermo Fouce, sobre loa necesidad de contar con un tratamiento psicoterapéutico añadido al farmacológico.