Moscú

Moscú ha rechazado este jueves los resultados de la investigación judicial británica sobre la muerte del exagente de los servicios especiales rusos Alexandr Litvinenko, ya que apuntan directamente al presidente de Rusia, Vladimir Putin, y ha amenazado a Londres con graves consecuencias.

“La parte rusa tiene todos los fundamentos para declarar que rechazará cualquier veredicto que resulte de semejante investigación entre comillas. Sus conclusiones están derivadas de las pruebas prima facie, es decir, que sólo parecen probables (...) en ausencia de datos que prueben lo contrario”, dijo una fuente del Kremlin a la agencia rusa RIA-Novosti.

Advirtió que semejante “clausura ilegítima y no civilizada del caso Litvinenko por la parte británica tendrá graves consecuencias para las relaciones bilaterales”.

Por su parte la portavoz de la Cancillería rusa, María Zajárova, declaró que Moscú considera que el caso penal sobre la muerte de Litvinenko fue claramente usado con fines políticos. "Lamentamos que un caso absolutamente penal fuera politizado y empañara el ambiente general de las relaciones bilaterales", declaró Zajárova en un comunicado publicado en la página web de la Cancillería. 

El portavoz del presidente ruso, Dmitri Peskov, dijo anteriormente que el informe británico sobre la muerte de Litvinenko no es de interés y no figura dentro del orden del día de Rusia, pero que sería estudiado.

El Tribunal Británico ha responsabilizado a Rusia de la muerte de Litvinenko, según reza el informe final de las investigaciones. "Los testimonios develados sientan firmes premisas para considerar que el Gobierno ruso fue responsable de la muerte de Litvinenko", indican las conclusiones del juez de instrucción Robert Owen. Menciona específicamente en su resolución al presidente ruso y al exjefe del Servicio Federal de Seguridad (FSB, antiguo KGB) Nikolai Pátrushev entre los “probables” altos mandos detrás de la muerte del exagente en noviembre de 2006.

“En consideración a todas las pruebas periciales en mi poder y al análisis al que he tenido acceso considero que la operación del FSB para matar a Litvinenko probablemente había sido aprobada por el señor Pátrushev y  también por el presidente Putin”, dice el informe.

El juez cargó la responsabilidad material del polémico caso sobre Andrei Lugovoi y Dmitri Kovtun, también antiguos agentes de los servicios especiales rusos quienes habrían envenenado a Litvinenko con la sustancia radioactiva polonio 210 en un encuentro en Londres. Las autoridades del Reino Unido acusan de su muerte a Rusia, pues antes de ponerse grave el exagente tomó té con Kovtun y Lugovoi. La extradicción de Lugovoi, a quien Londres considera principal sospechoso de la muerte de Litvinenko, ha sido bloqueada por Moscú. El propio Lugovoi negó su implicación y declaró que las acusaciones contra él tienen motivación política.

Tanto el fulminante estreno del exagente del FSB en el escenario político ruso como su misteriosa muerte en Londres el 23 de noviembre de 2006 han sido verdaderas noticias bomba. En 1998, Litvinenko saltó a las pantallas tras afirmar en una rueda de prensa en Moscú que había sido encargado por sus jefes de asesinar al entonces magnate mediático ruso Boris Berezovski. Según los medios rusos, esta acusación ha sido una intriga más del propio Berezovski, que luchaba desesperadamente por el poder que se iba de las manos del presidente Boris Yeltsin.

La denuncia clave de Litvinenko que pudo haberle costado la vida llegó en el nuevo milenio cuando ya estaba exiliado en Londres. Acusó a los servicios secretos rusos de haber volado dos edificios de viviendas en Moscú en 1999 para justificar el inicio de la segunda guerra de Chechenia. Gracias a la invasión rusa, el entonces desconocido candidato presidencial Putin ganó las elecciones presidenciales. En 2001, en Nueva York apareció el libro de Litvinenko El FSB dinamita Rusia. Pese que el Kremlin ha desmentido como “absurdas” las acusaciones de Litvinenko, varios antiguos colegas del exagente le avisaban de que tenía los días contados. Informes británicos anteriores apuntaban a la colaboración de Litvinenko con los servicios de Inteligencia británicos (el MI6) y los servicios secretos españoles.

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