Moscú

Desde que llegó al Kremlin en el año 2000, la pregunta quién es Vladímir Putin no pasa de moda. La historia del presidente ruso está llena de clarooscuros. El mito principal que marca la biografía del actual líder del Kremlin sostiene que inició su carrera como espía. Sin embargo, sus antiguos compañeros de estudios dicen que Putin nuca llegó a ser un colega de James Bond. Aseguran que aunque sí trabajó en los servicios especiales de la Unión Soviética sus responsabilidades se parecían más bien a las de un funcionario.

Al terminar su carrera en el Instituto Andrópov que preparaba futuros agentes de los servicios de inteligencia, Putin recibió un modesto puesto en la dirección del KGB (servicios especiales) en Leningrado, actual San Petersburgo. Su biografía oficial dice que desde 1985 trabajó en la representación soviética en la República Democrática Alemana. No obstante, la verdad es que la URSS no llevó a cabo misiones de espionaje en este país.

“Putin nunca ha sido un espía. Su misión en Berlín era más bien representativa. Se dedicaba ante todo a recibir y acompañar delegaciones de altos cargos que venían de Moscú,” dice Yuri Shvets, exagente del KGB que estudió con el actual presidente de Rusia en el Instituto Andrópov. “El hecho de que no le enviaran a los servicios de inteligencia, sino a la dirección de Leningrado significa que tenía un perfil muy modesto en comparación con sus colegas”, añade.

CASO OMISO

Los medios rusos, en su mayoría controlados por el Kremlin o bien por sus fieles aliados, desde hace tiempo hacen caso omiso a semejantes revelaciones. Lo mismo pasa con las informaciones sobre la posible implicación de Putin en casos de corrupción y órdenes extrajudiciales. Las sospechas nunca salen más allá de las redes sociales. El caso del exespía Alexander Litvinenko, que falleció el 23 de noviembre del 2006 en Londres a causa del envenenamiento con una alta dosis de polonio-210 no es una excepción.

El empresario ruso Boris Berezovski, había sido el primero en acusar directamente a Putin de estar detrás de la muerte de Litvinenko. Nueve años después, la investigación pública británica ha apuntado oficialmente al presidente ruso y al exjefe del Servicio Federal de Seguridad (FSB, antiguo KGB) Nikolai Pátrushev como a “probables” altos mandos detrás de esta operación de los servicios secretos rusos. “Considerando todas las pruebas periciales en mi poder y al análisis al que he tenido acceso, considero que la operación del FSB para matar a Litvinenko probablemente había sido aprobada por el señor Pátrushev y también por el presidente Putin”, dice el informe dirigido por el juez Robert Owen.

ENEMIGO PERSONAL

Cualesquiera que sea la implicación real de Putin en la muerte de Litvinenko, el presidente ruso sí que tenía razones para considerar al antiguo agente su enemigo personal. En Londres, Litvinenko llegó a acusar a los servicios secretos rusos de haber volado dos edificios de viviendas en Moscú en 1999.

Estos atentados fueron atribuidos por el Kremlin a terroristas chechenos, lo que justificó el comienzo de la segunda guerra de Chechenia. La exitosa campaña militar garantizó el triunfo electoral de Putin que le llevó a la presidencia. En 2001, en Nueva York apareció el libro de Litvinenko El FSB dinamita Rusia que desde el principio se ha convertido en un tabú para los medios rusos.

PISTA CHECHENA

Otra muerte que ha sido relacionada por la oposición con el nombre de Putin ha sido la del opositor y ex viceprimer ministro Borís Nemtsov que se produjo en febrero de 2015 a pocos metros del Kremlin. Nemtsov fue asesinado a tiros a tan sólo un día de la marcha contra la crisis denominada 'Primavera' en la que varios movimientos de la oposición no sistémica pretendían reunir hasta 100.000 personas.

Hasta la fecha la Policía rusa ha detenido a cinco chechenos por este crimen. El presunto sicario se llamaba Zaur Dadáev; Jamzat Bajáev entregaba toda la información necesaria a sus cómplices y debía esconderlos tras el homicidio; Temerlán Eskerjánov era quien vigilaba el desplazamiento de Nemtsov; y también estuvieron supuestamente implicados los hermanos Anzor y Shadid Gubáshev, cuyo papel no ha sido revelado por los investigadores. Asimismo se emitió una orden internacional de busca y captura contra el supuesto cerebro del crimen, Ruslán Mujudinov.

La oposición rusa destaca que el presunto ejecutor Dadáev es exmilitar checheno de un destacamento subordinado al líder de Chechenia, Ramzán Kadíyrov, uno de los más fieles vasallos regionales de Putin que en varias ocasiones ha amenazado a la oposición. El 12 de enero Kadírov llamó a los representantes “de la así llamada oposición antisistema, como enemigos del pueblo, traidores” y llamó a juzgarlos rigurosamente por actividades subversivas.

Pese a las protestas de la encargada oficial de derechos humanos de Rusia, Ella Pamfílova, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, restó importancia a las invectivas de Kadírov contra la oposición. Peskov sí coincidió con el líder checheno en que los miembros de la oposición antisistema "son personas que como mínimo no contribuyen a la estabilidad y prosperidad de nuestro Estado".

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