Las policías europeas investigan el tráfico mercante en el continente en busca de la aguja en el pajar, la prueba de que los terroristas de Bruselas utilizaron envíos camuflados de tráfico mercante para contar con explosivos u otros componentes para fabricar bombas en suelo europeo. En el punto de mira se encuentran lugares de entrada de mercancía como el puerto de Rotterdam, por el que pasan diariamente 19 millones de contenedores con destino a distintos puntos del centro de Europa.
Los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad de varios países europeos trabajan con esa hipótesiss ante el estricto control que existe en suelo europeo sobre los principales componentes de los explosivos utilizados en este tipo de atentados y la presencia de armas de asalto tanto en los atentados de París como en los cometidos este martes en Bruselas. De hecho, investigadores de toda Europa trabajan para confirmar o desmentir si es la misma red de apoyo la que facilitó la masacre de París y la que ha suministrado los cinturones bomba y las armas de asalto necesarias para planificar en ataque coordinado en la capital belga.
Contenedores con uniformes
La línea en la que trabajan los especialistas en lucha contra el terrorismo (o al menos una de ellas) es que los miembros de la célula islamista utilizaron el tráfico portuario para camuflar dentro de contenedores sus envíos desde las zonas controladas por el DAESH. Según esta premisa, los cinturones bomba pudieron llegar ya preparados a Europa por los especialistas que el grupo terrorista tiene en zonas de conflicto. Solo en Bruselas, la policía belga localizó tres de estos dispositivos explosivos sin detonar. En las operaciones de la semana pasada localizaron además varios detonadores caseros, aparatos preparados para iniciar la deflagración que se elaboran con distintos materiales de uso cotidiano, pero que requieren de ciertos conocimientos.
De confirmarse esta sospecha, no sería la primera vez que el DAESH oculta su material en envíos camuflados dentro del tráfico mercante. De hecho el pasado 7 de febrero la policía española desarticuló una falsa ONG que bajo el paraguas de una supuesta organización humanitaria, realizaba desde España envíos de material al DAESH. Un mes después, la policía española desarticuló una nueva red que hacía nuevos envío al Estado Islamico en Siria o Irak. Esta vez, los agentes decomisaron además 20.000 uniformes que según la Audiencia Nacional estaban destinados a los radicales que integran la milicia islamista.
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