El verano en el norte de Inglaterra es una broma pesada. Las nubes han llegado cargadas de plomo durante toda la semana. Hoy ha llovido a mediodía en Birstall, donde hace 24 horas fue asesinada la diputada laborista Jo Cox, después de reunirse con un grupo de ciudadanos en la pequeña biblioteca y centro de información de la localidad. Los vecinos están acostumbrados al agua incesante, como un día lo estuvieron al reguero de muertos del Ejército Republicano Irlandés (IRA). Pero desde 1990, cuando el grupo terrorista acabó con la vida del diputado conservador Ian Gow en East Sussex, ese trueno no había vuelto a sonar.
Birstall está encajado en un pequeño valle a media hora de Leeds. En la plaza de la localidad hay una estatua dedicada a Joseph Priestley, científico y teólogo que descubrió el oxígeno. Es allí donde cientos de vecinos han depositado ramos de flores, mensajes y velas desde el jueves por la tarde, y donde el primer ministro, David Cameron, y el líder del Partido Laborista, Jeremy Corbyn, han rendido un homenaje conjuntamente a Cox minutos antes de las dos de la tarde, a la misma hora a la que la diputada falleció un día antes en un hospital de Leeds.
“Jo es el mejor ejemplo de que la política consiste en servir a los demás. Debemos apreciar y valorar nuestra democracia, en la que miembros del Parlamento están cerca de la gente, al alcance de ella, y así es como murió Jo, cumpliendo su labor”, ha señalado el primer ministro frente a un centenar de medios de comunicación.
Corbyn, por su parte, ha recordado que “Jo fue asesinada en el lugar en el que creció y en el que sirvió a una comunidad a la que amaba. Nos la ha arrebatado un acto de odio, lo que ocurrió ayer es un ataque contra la democracia. Sus hijos no volverán a verla, pero crecerán sabiendo quién fue, qué hizo y todo lo que logró”, ha asegurado. El próximo lunes tendrá lugar un homenaje en el Parlamento.
A unos metros de allí, aún acordonado por la Policía, se encuentra el lugar donde Thomas Mair, de 52 años, disparó y apuñaló a la diputada. El relato sobre las motivaciones ideológicas del crimen ha tomado forma en las últimas horas. La prensa británica ha desvelado que el hombre que disparó y apuñaló a la diputada había comprado varios libros a Alianza Nacional, una organización neonazi de Estados Unidos, y estaba suscrito a varias publicaciones de extrema derecha.
La gente tiene que saber qué pasó, quién era. Hay mucho odio en el mundo
Un hombre coloca dos fotografías bajo la estatua y enciende una vela. En una de ellas, Cox con su vestido de boda jugando al fútbol con un niño. En la otra, posa junto a su esposo en el número 10 de Downing Street (la vivienda del primer ministro británico). Las instantáneas son cercanas, personales. Es amigo de Cox pero prefiere no dar su nombre. “Las he dejado por respeto, y para que la gente se dé cuenta de que era una persona y no sólo una diputada”. Empieza a llorar, le pido disculpas por asaltarle en un momento así y responde: “No, la gente tiene que saber qué pasó, quién era. Hay mucho odio en el mundo”.
En torno a la estatua de Joseph Priestley, improvisado memorial, hay un zumbido lúgubre. Entre las flores destaca un mensaje: “Los fascistas se alimentan del miedo. Dadles vuestro amor, vuestra tolerancia y vuestra determinación y ellos nunca ganarán”.
La sexagenaria Sylvia Wood, vecina de Birstall, repite una y otra vez. “¿Por qué? No lo entiendo. ¿Por qué?”. No está segura de que el asesinato tenga un trasfondo político. “Dicen que el hombre estaba enfermo, que tenía problemas mentales, ¿sabes?”. Cree que este suceso puede cambiar la actitud de los británicos hacia el brexit. “Puede que ahora voten remain (permanecer dentro de la UE) como una forma de respeto hacia ella, hacia las ideas que la inspiraron, hacia su punto de vista”, asegura. Cox había hecho campaña activa a favor de la permanencia de Reino Unido en la Unión Europea.
Aisha es vecina de Batley pero es de origen asiático (prefiere no dar más detalles). Cree que el debate por el referéndum del próximo 23 de junio –cuya agresividad ha ido en aumento en la última semana, especialmente con los mensajes xenófobos del partido nacionalista, el UKIP– sí puede estar relacionado con el ataque. Nigel Farage, líder de este grupo político ha depositado flores en Londres, junto al Parlamento británico, donde también se está honrando a la víctima.
“Mucha gente blanca (literalmente, white people) de por aquí ha estado diciendo que votará leave (abandonar la UE) por el tema de las ayudas sociales a inmigrantes, los trabajos… Cuando hay puntos de vista diferentes y no se escuchan, no se tienen en cuenta, pueden pasar estas cosas. Esto es un caso extremo, claro, pero hay que escuchar todas las voces”, dice antes de criticar la labor del Partido Laborista en la localidad. “No me refiero a ella, a ella no la conocía y lo que ha ocurrido es terrible. Sólo digo que no todos escuchan”.
Algunos comercios han cerrado. Muchos de los que permanecen tras el cordón policial, también. A unos metros del memorial, un bar permanece abierto con la bandera de Inglaterra a media asta. Dentro del Birstall Sports and Social Club, los clientes ven el partido que enfrenta a Italia y Suecia. Paul Brits es uno de ellos. “Ayer me enteré de la noticia después de ver el partido [Inglaterra-Gales]. Puse las noticias y lo estaban contando. No la conocía. Ha sido… extraño, ya sabes, extraño”. Y se queda con el gesto suspendido en el aire.
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